Una visita a la doctora Cianuro

Mar, 03/06/2014 - 15:43
-Es una muerte muy dolorosa-, dice Beatriz Helena Herrón después de haber envenenado a su vecina, Isabel Castaño, en el barrio El Recuerdo, de Bogotá.

Ese 6 de noviembre de 2001 Castaño supo q
-Es una muerte muy dolorosa-, dice Beatriz Helena Herrón después de haber envenenado a su vecina, Isabel Castaño, en el barrio El Recuerdo, de Bogotá. Ese 6 de noviembre de 2001 Castaño supo qué es perder la respiración, temblar, vomitar, y llorar. La muerte por cianuro produce un enorme lagrimeo. Su cuerpo, con una rapidez inusual, tomó un color violeta. Isaura, la madre de Isabel, se encontraba en la misa de las siete de la mañana. Cuando regresó a la casa encontró a su hija muerta sobre un mueble. Herrón, que apenas llegaba de su turno como médica en la clínica Marly, vivía en el primer piso del edificio, acudió al apartamento de sus vecinas ante los gritos de auxilio de Isaura. Al ver el cuerpo, inmediatamente dijo que había muerto intoxicada y se había suicidado. Se ofreció para firmar el acta de defunción para ahorrar tiempo en los trámites. Se acababa de tejer una mentira: ni Beatriz era médica ni Isabel se había suicidado. Medicina Legal confirmó el “diagnóstico” dado por Beatriz: Isabel Castaño, quien era abogada pensionada del Ministerio de Hacienda, murió al ingerir cianuro. Sin embargo, para la fiscalía no era creíble que se hubiera suicidado. No tenía problemas económicos y de hecho tenía planes de viajar a Europa. Veneno Natalia Paris Las dudas planteadas por la familia de Isabel obligaron a la fiscalía a citar a Beatriz. Sus contradicciones fueron muchas: Dio tres versiones: “Acababa de llegar de la Clínica Marly”, “venía de mi turno en la Fundación Santa Fe”, y por último, “venía de dejar los niños en el colegio”. Era conocida por los familiares de Isabel Castaño, la víctima. Beatriz, junto a su familia, había arrendado un apartamento en el mismo edificio en que vivían Isabel y su madre. Beatriz Herrón comenzó a visitar el apartamento de Isabel. -Esta señora -contó Isaura Duque a la fiscalía- comenzó muy zalamera, como conquistando el cariño de mi hija y el mío. Pensé que era porque era paisa, pero se excedía, nos tocaba la cara, decía que nos quería mucho, llamaba y nos decía que nos iba a dedicar canciones. ¿Se hizo justicia?  Trece años después, Beatriz Herrón, de 50 años, nacida en Medellín y con el acento paisa casi perdido, tiene puesto un uniforme beige con naranja y hace aseo a las afueras de la cárcel El Buen Pastor de Bogotá. Está a pocos metros de la puerta principal y le sería fácil escapar, pero no lo hace. Debido a su buen comportamiento y que cumplió la mitad de la condena, desde hace un año goza de un beneficio que le permite salir a la calle durante 72  horas cada dos meses para después regresar al penal. La primera vez que salió de permiso, después de pasar 12 años en la cárcel, se sintió “como una niña cuando la recogen del jardín.” Su esposo la esperaba en la puerta. Afuera, la ciudad era distinta. Beatriz había oído hablar del Transmilenio, pero no había montado. Las calles, tanto de Bogotá como de Medellín, donde vive su familia, le causaban pánico. No podía caminar sola fuera de casa. Sonriente y amable, tal vez como siempre ha sido, interrumpe sus labores con las cuales descuenta 240 horas por cada mes de trabajo para conceder una entrevista.  Al preguntarle por su crimen, no lo niega. (Agacha la cabeza y espera unos dos segundos) - Pido perdón. Reconozco ante la sociedad que soy culpable de haber tomado una mala decisión, de haber ofendido y hecho daño- dice. Acepta que era tramposa y mentirosa, pero que ahora es otra persona. Reitera que dejó atrás su doble vida y que ahora solo quiere recuperar el tiempo perdido con su familia. – Son buenas personas. Sé que nadie tiene rencor contra mí, dice Beatriz. Para poder salir de permiso, su esposo, Carlos, quien  no ha dejado de visitarla durante su presidio, debe firmar un compromiso y hacerse responsable de ella,  aunque para él no fue fácil aceptar que Beatriz era una asesina, la doctora Cianuro, como fue conocido su caso. - Al principio venía pero no me hablaba. Me fue difícil reconocer la verdad y decirle que maté a Isabel-. En 2005, cuando Beatriz fue capturada y llevada a juicio, decidió someterse a sentencia anticipada. Fue condenada a 24 años de cárcel. El día que aceptó cargos, sus hijos, Julián y Ángela, que entonces tenían 15 y 16 años, supieron que su mamá le había quitado la vida a su antigua vecina. -Ellos vivían en un mundo diferente. Una mamá importante,  decente, honrada y trabajadora. No sabían nada. Todo el mundo creía en mí. Entonces, al igual que engañé a otras personas, los engañé a ellos- sostiene algo congojada, a la vez que expresa que dar su testimonio le permite ser libre y purgar su pena. Pese a que  tiene cursos de enfermería, siempre quiso ser médica. No tenía el dinero ni la dedicación para ser una reconocida cirujana, por eso optó por el camino fácil para ganar el respeto de todos a su alrededor: compró un diploma y tarjeta profesional falsos. Veneno Natalia Paris Su esposo Carlos, por esa época, estaba trabajando en Yopal, Casanare, y venía de vez en cuando a Bogotá, por lo que creyó que su pareja había estudiado medicina en su ausencia. Aunque acepta su responsabilidad en la muerte de Isabel, desmiente que esté comprometida con otros crímenes. Fue exonerada de ocho procesos. Durante la apelación de su sentencia en segunda instancia se dijo que no era la primera vez que atacaba a alguien: otras tres personas, todas de la tercera edad, supuestamente, habían sido engañadas por ella. Para descontar su condena ha realizado diferentes labores en la prisión. Participa en talleres de bisutería, carpintería y también fue representante de sus compañeras ante la dirección del penal como vocera de Derechos Humanos. Una funcionaria del Inpec, que prefiere no revelar su entidad, la considera como una interna juiciosa y con una adecuada resocialización. -Muchas internas condenadas, pese a la cantidad de pruebas, no reconocen su falta. Por eso Beatriz es un caso de resocialización exitoso- dice la funcionaria sobre Beatriz, conocida en la cárcel como ‘Natalia Paris’. Beatriz cuenta que en una ocasión, al ver a algunas de sus compañeras tristes, decidió amarrarse la camisa en el ombligo, caminar y decir “Yo soy Natalia Paris”.  Reconoce que no tiene unas medidas perfectas, pero, según Herrón, tiene algo en común con la reconocida modelo y empresaria paisa: “No es por lo bonita, sino por lo bruta que me puse a delinquir”, cuenta entre risas. De hecho, Beatriz no se lamenta por su encarcelamiento: “Doy gracias a la Policía Nacional, al CTI y a todo el ente gubernamental y al mismo Dios, que hizo posible que se diera mi captura. En este lugar uno tiene tiempo para encontrarse con uno mismo. Tiene tiempo de pensar las cosas buenas y malas. Lo que perdí. Me perdí de esos años con los niños. De que ellos llegaran de la universidad, de los problemas, las alegrías, los cumpleaños”. Depronto fue la confianza que se ganó de sus víctimas o la falsa pose de profesional de la salud, de cualquier manera el juez determinó que la 'Natalia Paris' del Buen Pastor escribió de su puño y letra una nota, que fue encontrada al lado del cuerpo de la víctima, que decía: "Para adelgazar, Chavis, solo en ayunas".
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