El día del amor y la amistad de 2010 terminé con mi novio de cinco años. Hice el duelo como era debido: una semana intensiva de películas rosas típicas de novia entusada, Kleenex y litros de helado. Después me di cuenta que era necesario salir a ver la luz del día y rodearme de amigos para no sentirme sola, pero lo único que logré fue un mes de rumba sin parar, como un mariachi siempre detrás de cualquier fiesta sin importar si era una despedida de soltera o un bautizo. En año nuevo decidí organizar mi vida, y cuando estaba a punto de renovar el closet, me subí a una báscula para darme cuenta que la aguja mostraba diez kilos de más. Qué cosa tan horrible, fuera de soltera ¡gorda!
Ir al gimnasio no era la solución porque siempre me ha parecido monótono hasta la muerte, y peor opción sería hacer deporte al aire libre. En Bogotá, mi ciudad, llueve todo el tiempo. En un momento de lucidez recordé que una amiga iba a clases de pole dance (baile de tubo) y chair dance (baile de silla). Qué mejor solución a mí problema que tomar clases de baile, que además de bajarme la panza y devolverme la figura que me quitó la tusa, me enseñarían a seducir al próximo hombre de mi vida.
Le pedí a mi amiga que me consiguiera una cita con Sharon Pacheco, instructora de chair dance para que me explicara cómo funcionaba el método y si yo era apta para practicarlo. Me contó que en Bogotá empezó hace seis años y que hay dos tipos: el sexy chair y el fitness chair. La respuesta me dejó más perdida que aguja en un pajar hasta que me explicó en qué consisten:
Postura que endurece abdominales bajos, y además es sexy.
- SEXY CHAIR:
Provino de los bailes de burdel de los años cuarenta y es justo como lo muestran en la película Burlesque, que protagonizan Christina Aguilera y Cher. Coreografías en la que se utiliza vestuario retro, acorde a la época, con plumas, abanicos y bombas para tapar el cuerpo, pasties en los pezones, guantes largos, tacones de vértigo, y claro, la silla como elemento de baile. Es regio para perder el tabú a estar desnudo. Me contó que ella sólo daba talleres a mujeres que quisieran sorprender con una noche de pasión a su novio o marido. Para mantener la llama de la pasión encendida. Se baila con música de los años cuarenta y cincuenta. Divino todo. ¡Pero yo necesitaba adelgazar!
- FITNESS CHAIR:
Es una coreografía de aeróbicos en la que se calienta quince minutos y luego se hace una rutina de 45 minutos sin parar, todo con la silla como elemento principal. Se trabaja de manera bilateral y el doble que en una clase de aérobicos normal, con música retro. En palabras de Sharon: “Esto es un gimnasio, es una academia sexy”. Al ser un espacio fitness no se usan tacones, se entrena en tenis para evitar una lesión, y no terminar con problemas de riñones o en el aparato reproductor. Es posible subirse a los tacones una vez se pasa el nivel intermedio.
Se maneja una técnica parecida a la del pole dancing, basada en el control de equilibrio, puntos de balance y movimientos lineales. Como lo dice su nombre, se baila en y con una silla compacta, ojalá de metal con el centro redondo y el espaldar debe quedar debajo de la cadera cuando la persona se pone de pie al lado. Las patas de la silla deben ir hacia afuera y por ningún motivo deben estar flojas. Señores y señoras, no hay palabras para describirlo, esta mujer se encaramó en una silla y mientras abría sus piernas hacia los lados, en pose del conocido split me contaba que ese era uno de los movimientos acrobáticos. Enseguida, sin bajarse de la silla, elevó las piernas abiertas en una V sostenida sólo por las manos sobre la silla. Ese era el ventilador. Mientras hablaba y movía sus piernas en el aire yo sólo podía pensar lo fácil que lo hacía ver, pero tenía clarísimo que si yo lo intentaba, me partía mínimo una costilla. En cuanto a la promesa de bajar de peso, dijo que si iba cinco veces a la semana, por una hora y me rotaba entre tres clases de chair y dos de pole, una persona común y corriente como yo baja entre dos y tres kilos quincenales.
Yo fui niña gorda a mis quince años, tengo que aceptarlo, no pasadita de kilos, más bien obesa. Con esa experiencia aprendí que si como bien, hago ejercicio y me despreocupo, puedo bajar veinte kilos. Imposible que me quedara grande a mis veintiocho años bajar diez. A bailar chair dance para que los treinta me lleguen con cuerpo de modelo, y pueda sacar a flote mis dotes de bailarina sexy. Nunca es tarde para aprender algo nuevo, vivir el día a día y aprovechar la feminidad al máximo sobre una silla.