Para México, es la pesadilla sin fin. Los aztecas se metieron al mundial de Brasil 2014 por el último resquicio derrotando a Nueva Zelanda en el repechaje. Desde ese día, procuraron recuperar el honor perdido y aumentar la confianza de cara a la cita mundialista. Hoy, Bosnia y Herzegovina le dio un cachetazo a la ilusión y los bajó a la tierra nuevamente.
Otra vez los fantasmas se apoderaron del equipo ‘manito’. México no jugó para nada bien y sintió mucho la ausencia del lesionado Luis Montes. Por su parte, los europeos bien parados en defensa se tomaron confianza con el pasar de los minutos y sintieron que podían agredir a un endeble equipo azteca en el estadio Soldier Field de la ciudad de Chicago.
De la mano de Edin Dzeko, los balcánicos adelantaron filas y encontraron a Izet Hajrovic en el punto penal, que recibió solo y le pegó de primera intención venciendo al portero Alfredo Talavera. Contrario a lo pensado, México no tuvo reacción y en el ambiente se olía un gol más para Bosnia.
La diferencia física fue esencial para la supremacía bosnia. La altura de jugadores como el propio Dzeko hizo que los mexicanos sufrieran cada pelota parada. En ocasiones Talavera y en otras la mala puntería, impidieron la amplitud del resultado. México, con más pundonor que otra cosa, llevó al rival a refugiarse en los últimos minutos y ahí erigió la figura de Begovic, el arquero bosnio, que le sacó el grito de gol a Francisco Rodríguez, luego que este conectara un cabezazo.
México se diluyó entre las ganas y la impotencia. El gol jamás apareció para un equipo que hoy jugó con un rojo flúor, que más que darle ánimos, muestra como una selección vuelve a desangrarse a pocos días de su debut mundialista ante Camerún, con más dudas que certezas.
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