Desde hace muchos años los sonidos de los juegos pirotécnicos han dado aviso de la llegada de una de las épocas más festivas del año, la navidad. Destellos de colores se observan en el cielo mientras los colombianos celebran el fin de año, pero estos festejos en ocasiones se han visto opacados por el amplio número de accidentes con pólvora.
Solo en el 2018, aún sin haber iniciado el mes de diciembre, ya se han reportado siete personas con quemaduras por uso indebido de pólvora en el Eje Cafetero. Por casos como los anteriores es que la industria de la pirotecnia se ha visto afectada y han empezado a surgir mitos relacionados con el uso de la pólvora, por ejemplo, que los productos pirotécnicos están prohibidos o que los mismos son muy peligrosos.
Sin embargo, la situación de la industria pirotécnica en Colombia es otra; la Ley establece que los productos formales no están prohibidos en el país y pueden ser utilizados por personas adultas que no se encuentren en estado de embriaguez. No obstante, el uso de la pólvora está prohibido, en todos los casos, para los menores de edad.
Dichos artículos son aquellos que no contienen fósforo blanco y sus cargas píricas (detonante que tiene la pólvora explosiva) cumplen con los estándares establecidos en la norma técnica ICONTEC.
Los riesgos del uso de la pólvora se derivan, en su mayoría, de la informalidad, los productos que se venden de manera ilegal no cumplen con los estándares mínimos de seguridad, por lo tanto son más económicos que los artículos que ofrecen las empresas formales pero mucho más inseguros.
Según Carlos Andrés Carvajal, presidente de FENALPI (Federación nacional de Pirotécnicos) “muchos productores y vendedores, que no están dedicados y comprometidos con ofrecer productos seguros, de calidad y legales todo el año, encuentran en esta época una oportunidad de hacer dinero a costa de la seguridad de la ciudadanía”.
En la actualidad existe un desconocimiento importante de las características que permiten definir la formalidad de un producto pirotécnico, es por eso que se ha dificultado la labor de prohibir los artículos que son riesgosos. Sin embargo, FENALPI, junto con las autoridades de Policía y Bomberos, han empezado un trabajo conjunto para construir un criterio sobre cómo diferenciar los productos formales de los informales.
