Rafa Nadal, inmortal

Dom, 08/06/2014 - 07:06
¿Qué más queda para decir de Rafael Nadal en Roland Garros? Todos los adjetivos han sido usados, pero cada año, una nueva historia con tinta imborrable se escribe. Este 2014, el reto era vencer a
¿Qué más queda para decir de Rafael Nadal en Roland Garros? Todos los adjetivos han sido usados, pero cada año, una nueva historia con tinta imborrable se escribe. Este 2014, el reto era vencer a Novak Djokovic, que llegó de mejor manera al Grand Slam parisino. Además del título, el honor y la supremacía, estaba en juego el número uno del mundo, y Nadal defendió esa posición de la mejor manera. Para Rafa, el rival serbio es criptónita pero siempre se las arregla para hacerse más fuerte, al menos en Paris. Djokovic empezó mejor. Sometió al múltiple campeón en el primer set que duró alrededor de 45 minutos y que amenazó con arrebatarle la corona con un contundente 6-3. Las dudas en el juego de Nadal alimentaron el ego de ‘Nole’. El segundo set marcó una tendencia parecida a la del primero hasta que el español, a puro corazón, dio vuelta el resultado y se llevó el set por 7-5. Otro partido se presentó desde ese momento. El aluvión Nadal arrasó a Djokovic también en el tercer set. La impotencia se evidenció en el lanzamiento de la raqueta por parte del serbio, que fue abucheado por los asistentes a la cancha Philippe Chatrier. Lejos de amilanarse, Novak tomó aire y aunque el tercer set se le esfumó con un claro 6-2, se envalentonó para darle batalla al ‘Matador’. Se quitó su gorra y en tono desafiante lo invitó a un último duelo. Djokovic lucia más entero, pero Nadal escondió su cansancio. Los lentes de la televisión fueron los únicos que captaron el rostro del mallorquín clamando un poco de energía extra, pero al darse vuelta, apretaba los dientes para jugar un punto más. En empate técnico en el cuarto set, ‘Nole’ le dio una oportunidad de oro a Rafael Nadal. Con ironía, el multicampeón no tuvo que lanzar un solo disparo para alzar su novena corona. Una doble falta decretó el triunfo del ‘Rafa’, que luego abrió sus magulladas manos para aplaudir a su rival, como todos en el estadio. Djokovic lloró al sentir que no pudo vivir el momento sublime en el que sonó el himno nacional del ganador, ese que otra vez hizo reverencia a Rafael Nadal, el campeón inmortal de Roland Garros.
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