Luego de que se perpetrara la masacre en Texas a manos de un hombre que entró a una iglesia y abriera fuego, dejando un saldo de 27 víctimas mortales, el presidente Donald Trump, que se encuentra en una gira por Asia, calificó el hecho como un "espantoso tiroteo" y "acto de maldad", pero descartó que el acceso a las armas sea el motivo.
Según el mandatario, la principal causa de este hecho sería la salud mental, así lo dio a conocer en una rueda de prensa desde Tokyo: "Tenemos un montón de problemas de salud mental en nuestro país, pero no es una situación imputable a las armas".
Este lunes se dio a conocer que cuando el asesino huyó de la iglesia, un residente alertó a un conductor para que lo persiguiera. El hombre que lo persiguió comentó: "Simplemente, hice lo que pensé que necesitaba hacer. Me dijeron lo que pasaba, que hubo un tiroteo, lo perseguí y simplemente hice lo que pensé que era lo correcto".
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El responsable de la masacre fue Devin Patrick Kelley, un exsoldado de 26 años.
El presidente agregó que "afortunadamente había alguien más que portaba un arma apuntando a la dirección opuesta, si no hubiera sido mucho peor", haciendo referencia al hombre que respondió con disparos al autor del ataque.
A Devin lo encontraron muerto en su auto tras ser confrontado por el residente local. La Fuerza Aérea de los Estados Unidos confirmó que Kelley había prestado servicio en una base de Nuevo México desde 2010, después fue juzgado por la Corte Marcial por agredir a su esposa e hijo, pagó 12 meses de cárcel por el hecho.
