De Washington a San Salvador. El debate de la crisis venezolana cambiará de escenario en los próximos días y la mayoría de los países de la región intentará que Venezuela no se enclaustre, acepte iniciativas diplomáticas para poner fin a la escalada de violencia y se retome el hilo constitucional.
El 2 de mayo la capital de El Salvador acogerá a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), por solicitud de Venezuela, que planteó: “tratar las amenazas contra el orden democrático constitucional ” en el país, así como “las acciones intervencionistas contra su independencia, soberanía y autodeterminación”.
La Celac lo integran los mismos países de la Organización de Estados Americanos (OEA), menos Canadá y EEUU, pero se añade la presencia de Cuba. Es decir, la diplomacia madurista gana un aliado y tendrán dos naciones menos que le cuestionan.
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La decisión tomada el 26 de abril pasado en la OEA de convocar a una reunión de cancilleres de los países miembros para abordar la situación en Venezuela, fue aprobada por 19 votos, contra 10 negativos, 4 abstenciones y un ausente. En la Celac, con la incorporación de Cuba y la ausencia de Canadá y EEUU, quienes mantienen una posición crítica con Venezuela sumarían 17 votos, más de la mitad de los 33 posibles.
Pero en la Celac no es tan importante ser minoría, ya que las decisiones deben tomarse por consenso. Así las cosas, será imposible obtener una declaración clara que llame, por ejemplo, al Gobierno a buscar una salida electoral. En su lugar se puede esperar un resultado tibio, que hable de la necesidad del diálogo y del respeto a la soberanía de Venezuela. Eso es precisamente lo que espera el Gobierno de Nicolás Maduro.
En todo caso, bien sea en la Celac o en la OEA, hay un amplio consenso regional en la necesidad de buscar mecanismos que sirvan para acercar las posiciones en Venezuela.
En ese sentido, se han estado barajando qué mecanismos pueden implementarse que gocen de la aprobación de las partes.Una de las posibilidades es el establecimiento de una comisión de cancilleres que se entrevisten con el liderazgo gubernamental y el opositor. Pero hay que tomar en cuenta que en abril de 2014 y tras los sucesos del plan llamado La Salida, se constituyó por instrucción de la Unasur una comisión similar que integraron los cancilleres de Ecuador, Brasil y Colombia, más un representante del Vaticano. Aquellas conversaciones tan solo sirvieron para amainar la protesta, pero las razones de fondo no fueron resueltas y la actual crisis es producto del fracaso de aquella iniciativa que continuó con los expresidentes del Gobierno de España, República Dominicana y Panamá, José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martin Torrijos, respectivamente. [single-related post_id="671111"] Para la oposición, la participación del trío de exmandatarios ha concluido, aunque Leonel Fernández ha estado sirviendo de mensajero. Las reuniones que mantuvo recientemente con poca diferencia de días, con el secretario general de la OEA, Luis Almagro y con el presidente Maduro avalan su rol. Pero para la comunidad internacional y particularmente la regional, no hay otra alternativa diplomática que no pase por el diálogo. Por ejemplo, el fin de la guerra en Centroamérica fue posible gracias a los esfuerzos del Grupo Contadora. Una instancia multilateral propuesta en enero de 1983 por México a Colombia, a la que se invitó a Panamá y Venezuela, con el fin de promover conjuntamente la paz en vista de los conflictos armados que se llevaban a cabo en Guatemala, El Salvador y Nicaragua y que , afectaba a Honduras. Conflictos que amenazaban con desestabilizar toda la región. En ese sentido, hay que destacar la nueva posición de El Salvador y República Dominicana, que están cambiando su rol de aliados incondicionales al Gobierno venezolano hacia uno más ponderado, posiblemente en un intento de validarse como interlocutores.
De hecho, en la última reunión de la OEA ninguno de los dos respaldó la posición venezolana, sino se abstuvieron.Por su parte, tras la aprobación en la OEA de la reunión de cancilleres, aún no está definida la fecha de su realización. Algunas fuentes han señalado que la misma se realizará después de la XX Reunión del Consejo de Relaciones Exteriores y Comunitarias (Cofcor por sus siglas en inglés), que congrega a los cancilleres de los países de la Comunidad del Caribe (Caricom) y que se realizará el 18 de mayo en Barbados. Pero la crisis en Venezuela se está agudizando, ya han sido asesinadas tres decenas de personas por las protestas, centenares de heridos y más de mil detenidos, por lo que la fecha luce lejana para la gravedad de la situación, pero en todo caso, los ministros de Exteriores, o sus representantes, tendrán la oportunidad de verse el 2 de mayo en la Celac e intercambiar ideas de los próximos pasos para abordar el tema. Aunque Venezuela anunció la salida de la OEA, la misma no se concretará sino dos años después del anuncio, es decir, después de las elecciones presidenciales pautadas para 2018. Por lo que, aunque el Gobierno de Maduro trate de sacar el tema del campo de esa Organización, los países de la región seguirán debatiendo y buscando los caminos diplomáticos. El objetivo no será aislar más al Gobierno de Maduro. Todos entienden que si aplican a Venezuela la misma medicina que aplicaron a Cuba en los años 60, cuando la expulsaron de la OEA, posiblemente obtengan los mismos resultados. Lo que pretende la región es a través del diálogo conseguir una senda, que tenga el llamado a elecciones como el mecanismo fundamental de resolución de la crisis. Esto no parece posible sin un diálogo eficiente que les permita a los líderes y militares chavistas minimizar el costo de su salida del poder y para ello jugará un papel decisivo algunos de los aliados del chavismo en el exterior, que pueden entender que ya ese Gobierno no es sostenible y que significa un gran factor de desestabilización regional. Con Información de Analítica