El dilema de Angelino Garzón: ¿entre el santismo y el uribismo?

Mié, 04/06/2014 - 05:40
El silencio de Angelino Garzón en días recientes, justo ad portas de que el país defina el nombre del próximo presidente de Colombia, no deja de causar suspicacias sobre su inclinación política,
El silencio de Angelino Garzón en días recientes, justo ad portas de que el país defina el nombre del próximo presidente de Colombia, no deja de causar suspicacias sobre su inclinación política, muy apetecida por los dos candidatos en contienda debido a su amplia imagen favorable y por el nada despreciable caudal electoral que podría arrastrar especialmente en el occidente del país. Garzón es el actual vicepresidente de Colombia y, contrario a lo que muchos pensarían, no ha manifestado su intención de respaldar la reelección de  Juan Manuel Santos. Es más, su relación con el mandatario en el último cuatrienio resultó minada por varias diferencias que hicieron considerarlo más como enemigo político que como aliado gubernamental. Estas distancias han hecho pensar lo que parecía improbable: que Angelino Garzón termine respaldando el proyecto de Óscar Iván Zuluaga y del uribismo, que en años recientes lo ha halagado. El vicepresidente no ha hecho alusión tácita de respaldo a la continuidad del gobierno Santos, como sí lo han propuesto muchos de los otros funcionarios del actual gabinete. Cuando ha sido preguntado por su preferencia electoral, Angelino Garzón evade su respuesta insistiendo en que el voto es secreto. “Como vicepresidente de la República tengo limitaciones constitucionales y no puedo decir el voto. Ojalá algún día se apruebe una reforma donde los ministros y vicepresidente podamos cantar el voto”, le declaró Garzón a KienyKe.com hace un par de meses. En esa misma entrevista, el funcionario aclaró que no existía una discordia entre él y el presidente Santos a pesar de las notables diferencias que afloraban en la práctica de gobierno. “Es que Juan Manuel Santos en ningún momento me invitó a que yo hiciera igual que él porque eso sería muy aburridor. (…) Juan Manuel Santos y Angelino Garzón tenemos historias políticas y sociales diferentes y la riqueza en la gobernabilidad es que hemos seguido siendo diferentes”, dijo. No obstante las distancias entre Santos y Garzón se hicieron evidentes durante los cuatro años de la administración santista. No solo desde el día de la posesión presidencial y vicepresidencial, cuando Santos decidió tomar el juramento de Angelino sin permitirle pronunciar un discurso que tenía preparado. Previo a esto, durante la campaña en la que sorprendió que Angelino se hubiese decidido por apoyar al uribismo – en cabeza en ese momento de Juan Manuel Santos-, el mismo candidato vicepresidencial reconocía un inicial abismo que sería casi imposible de zanjar durante su mandato. “Yo la acepté (la candidatura vicepresidencial) muy consciente de que es un acuerdo de la diversidad, porque estamos enviándole un mensaje al país, que desde la diferencia podemos trabajar unidos por una Colombia mejor", dijo entonces. Cuatro años de diferencias Las más grandes complicaciones se produjeron a cabo de algunos meses de mandato. Intervino con vehemencia en las decisiones que garantizaron el aumento del salario mínimo superior al 4%, contrario al 3.2% que proponía el oficialismo. Conjuró un paro camionero que no había sido resuelto por el entonces ministro Germán Cardona, levantándole varias críticas a él. Y a mediados de año arremetió contra la política de protección a líderes de restitución de tierras encabezada por quien fuera el ministro de Defensa, Rodrigo Rivera. En septiembre de 2011 se fue con fuerza contra Planeación Nacional por una controversial medición en la que afirmaba que una familia, conformada por cuatro personas, no estaba en la medición de pobreza si conseguía ingresos de 760 mil pesos mensuales. Fue esa crítica la que despertó, por primera vez, una irritada reacción presidencial. “El funcionario que quiera discrepar lo puede hacer dentro del Gobierno, pero no en público. Si lo quiere hacer en público, pues no puede ser parte del Gobierno”, señaló Santos en evidente referencia a Garzón. Los descontentos continuaron al año siguiente. A mediados de 2012, el senador uribista Juan Carlos Vélez dijo que Angelino Garzón se había comunicado con él para manifestarle su apoyo a la idea de una Asamblea Nacional Constituyente que, entre otros asuntos, reformara la justicia. Angelino Garzon La supuesta adhesión se produjo en momento en los que la relación Santos-Uribe estaba completamente deteriorada. Un guiño al uribismo, proveniente desde su segundo al mando, implicaría una bofetada al oficialismo. Días después Santos salió a responder a la polémica, ya que Angelino se encontraba en recuperación médica: “Dijo que no apoyaba ninguna constituyente”, defendió el jefe de Estado. En sus recientes declaraciones a KienyKe.com, Angelino Garzón dijo sobre ese asunto: “No está en mi agenda de trabajo ser promotor de una Asamblea Nacional Constituyente”. Y el año pasado los vientos entre Santos y Garzón no fueron los más favorables. A mediados de 2013 increpó a los bancos exigiéndoles beneficios para la población más pobre del país, mientras que el Ministro de Hacienda trataba de convencer a dichas entidades de ampliar las posibilidades de endeudamiento para la clase media. Y en Octubre criticó el proceso de paz en La Habana calificando de “mandaderos” a la delegación gubernamental encabezada por Humberto De La Calle. El punto más álgido de esta disputa se vivió durante los primeros días de campaña. Santos ofreció a su vicepresidente ser embajador en Brasil, y hasta comienzos de este año, se daba por hecho que Angelino Garzón aceptaría. Pero quizá por un mal cálculo político, Santos promovió su campaña a la reelección y nombró a Germán Vargas Lleras como candidato vicepresidencial con un discurso que para muchos sonó como una bofetada contra su segundo al mando. “Quiero una vicepresidencia activa que esté al frente de los grandes proyectos, de los grandes retos que tiene el país”, dijo el candidato-presidente. Angelino Garzón declinó a su oferta en la embajada en Brasilia, un puesto que para algunos era un ‘desencarte’ de Santos para evitar que Garzón lo torpedeara en campaña. Y aunque el vicepresidente se quedó en su puesto, sus manifestaciones sobre la campaña política han sido mínimas, hasta ahora. El poderoso silencio de Angelino Garzón La más reciente gran encuesta nacional Gallup ubicó a Angelino Garzón como el colombiano con mayor popularidad dentro de la opinión pública, con un 69% de favorabilidad. Durante episodios pasados, como el de la Constituyente, ha sido halagado por sectores del uribismo que estaría encantado de tenerlo de su lado en este momento de definiciones electorales. La semana pasada el líder uribista y senador Juan Carlos Vélez planteaba que Angelino Garzón asumiera la presidencia ya que, según él, el mandatario Santos se había dedicado a su campaña y no a gobernar. Y este fin de semana el senador electo del Centro Democrático, José Obduluio Gaviria, propuso que en una eventual presidencia de Zuluaga se creara una Comisión de Alto Nivel para evaluar el estado de las negociaciones de paz en Cuba, conformada por Marta Lucía Ramírez, Álvaro Leyva, Jorge Robledo y Angelino Garzón. El senador del Polo, Jorge Robledo, declinó de tajo a esta propuesta. Angelino Garzón ha estado centrado en su agenda de gobierno y ha hecho pocas manifestaciones a la prensa, mucho menos sobre la actual contienda electoral. La semana pasada estuvo en reuniones en Nueva York para la apertura del primer segmento de integración del Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC). Su regreso fue el jueves 27 de mayo en la tarde y allí concedió las primeras y más recientes declaraciones sobre el panorama político de Colombia. “Lo que no se dice, no existe. Yo creo que el gobierno (Santos) ha debido tener una política de contar más lo que ha hecho, porque el gobierno nacional ha hecho cosas buenas en materia económica, social, de derechos humanos”, declaró Garzón a NTN24. Antes de eso, el funcionario había escrito una carta dirigida a los aspirantes a la primera vuelta presidencial en la que pedía que “le bajen el tono a sus palabras y a sus opiniones, porque en lugar de contribuir a una cultura del diálogo, del perdón, de la reconciliación, de la paz y la convivencia pacífica, están contribuyendo, de pronto sin ser conscientes de ello, a una Colombia más polarizada, más intolerante, más insensible frente a las retaliaciones y la violencia”. Esto respecto a la oleada de escándalos y acusaciones que sacudieron tanto a la campaña de Juan Manuel Santos como a la de Óscar Iván Zuluaga. Analistas estiman que Angelino no quiere usar sus baterías electorales en esta campaña, desgastándose en una lucha polarizada que no le beneficiaría. Su más reciente pronunciamiento se produce mientras el uribismo critica el proceso de paz con las Farc por las acciones delincuenciales de este grupo, que minan la credibilidad. “Con  secuestro de niña  en Padilla Cauca y atentado terrorista en Quibdo Chocó las farc violenta población civil afro y dispara a la paz”, escribió en Twitter. “Es contradictorio hablar de paz y estar utilizando nin@s para la violencia. Son hechos contrarrevolucionarios y violentan Derechos Humanos”, volvió a trinar, en un tono de mensajes ampliamente utilizados por el uribismo para arremeter contra su contrincante. Estas declaraciones, más sus históricos reparos a la política que se hace en el gobierno del que él ha participado, hacen pensar que Garzón, si pudiera aclarar su voto sin temor a sanciones, sorprendería con una impredecible decisión.
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