El senador Cepeda diseña sus propias camisas

Vie, 28/06/2013 - 12:20
¿Qué tan serio es Iván Cepeda?

El encuentro se realizó en su oficina  del Congreso de la República, me recibió con la sencillez, amabilidad y seriedad que lo caracterizan. D
¿Qué tan serio es Iván Cepeda? El encuentro se realizó en su oficina  del Congreso de la República, me recibió con la sencillez, amabilidad y seriedad que lo caracterizan. Descubrí que es prácticamente imposible desligarlo de lo que podría ser su mayor pasión: el trabajo. Él mismo se define como “una persona política, alguien que busca un cambio fundamental en nuestro país, la paz, los derechos de la gente, como una premisa para cosas más radicales”. Trabaja en la defensa de los derechos humanos y la reparación de las víctimas del conflicto. Ha buscado la identificación de colombianos asesinados que se encuentran en fosas comunes, él mismo ha visitado los cementerios donde yacen cientos de cadáveres. Tal vez su seriedad provenga de que su “actividad tiene que ver con personas que sufren mucho”, explica él mismo. Iván Cepeda, Kienyke   Aunque proyecta mucha seriedad, y sus amigos coinciden en que trabaja demasiado, disfruta de los placeres comunes. Le gusta la rumba, pero no puede hacerlo con libertad debido a su situación de seguridad. Le resulta incómodo llegar a un lugar rodeado de escoltas. Le gusta el buen vino y el whisky, su canción es ‘All you need is love’, de Los Beatles. Escucha salsa, vallenato, frecuenta buenos restaurantes, “me gusta la comida costeña, la árabe, las carnes, me gusta la comida italiana”. Lee literatura aunque quisiera tener más tiempo para ella, le gusta jugar billar, admite que quisiera tener más tiempo para cultivar sus amistades. Tiene poco tiempo libre. “Duermo a veces muy pocas horas, y cuando duermo sigo elaborando cosas”. Habla búlgaro, griego e inglés. Le gusta mucho el francés, “es un idioma que se presta mucho para el sarcasmo. Me gusta el griego, así sea contemporáneo, porque tienen la gran ventaja de abrir el horizonte de la historia del lenguaje.” Él mismo diseña las camisas que usa y las manda a hacer en un almacén de la 19 con 4 en el centro de Bogotá. Sus telas favoritas son las de rayas, en su mayoría tonos azules o grises, no le gusta ser ostentoso así que escoge entre las más económicas, que oscilan entre los setenta y ochenta mil pesos, nunca compra camisas para usar corbata. La administradora del almacén donde compra las camisas comenta que va más o menos cada tres meses y le gusta que sus camisas queden justo como él quiere, no tan largas y de botones grandes, clásicas.  Agrega que, a juzgar por las medidas, Cepeda lleva una vida sana. La sencillez en el vestir tiene una razón política. Cuando entró a la Cámara de Representantes quisieron imponerle el uso de la corbata. Su respuesta fue, “ya que me lo ponían en términos de obligación ya no la voy a usar. Se convirtió en un problema político el que me quisieran imponer algo”. “Puede sonar un poco banal pero sí es un problema serio.  La reacción de la gente contra el congreso tiene que ver con que en buena parte los congresistas son percibidos como personas que tienen más derechos que los demás ciudadanos, que están como por encima de los demás. Yo creo que por el contrario, deberíamos ser bastante sencillos en lo que hacemos, y parte de eso es la indumentaria”. ¿De dónde viene Iván Cepeda? Cepeda nació en Bogotá en 1962. Cuando tenía tres años de edad su padre fue obligado a salir del país por amenazas, después de salir de prisión a causa de unos artículos que escribió como periodista. Llevar una vida de exiliado en la niñez ayudó a construir al hombre que es hoy en día Iván Cepeda. “Creo haber sido un niño feliz y haber  tendido una infancia muy plena,  en la cual había mucha calidez y afecto, y eso en medio de circunstancias muy  difíciles, porque realmente mi ambiente familiar siempre estuvo transido de persecuciones, de hechos que eran realmente muy preocupantes, a pesar de eso los recuerdos son gratos, de haber hecho siempre lo que quiso, obviamente con las limitaciones propias de la formación, en cuanto a disciplina”. En la infancia tuvo un pasatiempo inusual para un niño colombiano: jugar hockey, “no sobre el hielo porque era demasiado complicado”, dice. Tanto tiempo en el exilio formó en él una visión particular sobre Colombia. “Después de haber viajado tanto no quiero viajar mucho, me gusta estar mucho en el país. Después de haber estado en el exilio, no quiero volver a dejar Colombia, me gustan mucho las regiones, me gusta mucho conocer lugares del país. Me gusta mucho la Costa Atlántica, mi mamá era costeña, me gusta el mar”. Su familia son dos sobrinos y su única hermana, María Cepeda, quien se dedica también a la política en Grecia donde reside y está casada con un diplomático de ese país. Cepeda Estudió filosofía en Sofía, Bulgaria, porque considera “importantes esas preguntas esenciales que uno se formula siempre, la realidad nos sorprende y cuestiona siempre desde cosas fundamentales, preguntas que tal vez no tengan respuesta pero nos permiten orientarnos, en qué consiste la realidad y cuál es el fundamento (…) Todas esas cosas son interesantes. No diría que encontré respuestas concluyentes pero sí me ha servido para orientarme en lo que hago,  me ha dado un conocimiento que me ha permitido orientarme en cierto tipo de cosas”. Esa formación en filosofía le ha permitido ser un político que no come entero y que discute las decisiones que se toman en el Congreso. Iván Cepeda, Kienyke Su amigo de más de treinta años, David García, actual director de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, considera que Cepeda “tiene una particularidad como político de oposición,  él nunca ataca al ser humano, tiene muy presente a Gandhi, quien decía que se trata siempre de atacar el pecado y no al pecador. Es alguien que logra expresar todo lo que quiere tocando la médula del asunto, sin atacar al ser humano. Eso me permite pensar que es un ser humano que tiene el talante de estadista que se necesita”. El hecho de ser hijo de Yira Castro  - quien murió a causa de una enfermedad - y Manuel Cepeda, ambos militantes de la Unión Patriótica, formó su carácter. ¿Cree que lo que está realizando es la continuidad del trabajo de sus padres? Cepeda responde: “Eso es hasta cierto punto real, es una historia política familiar pero cada persona vive su propio contexto y yo creo que tengo unas grandes afinidades con lo que hicieron mi padre y mi madre pero esta historia la estoy escribiendo yo y la estoy construyendo a mi manera, sin lugar a dudas con muchos de esos elementos que recibí. Me siento orgulloso del legado que ellos me dejaron, pero he construido mi propia interpretación de esa historia, diría que siendo portador de ese legado, lo he reinterpretado, lo he transformado a lo que creo debe hoy adaptarse” Los duros años de infancia no han hecho de Cepeda un hombre vengativo o rencoroso. Según su compañera en la Cámara de Representantes,  Ángela María Robledo, “él tiene algo que es fundamental, que el dolor no lo ha endurecido, lo ha hecho mucho más sensible hacia los demás.” Gloria Cuartas, amiga personal, aseguró que “él ha hecho de su vida cotidiana una experiencia ética, es lo que lo hace el político por experiencia de mayor compromiso en la defensa de los derechos humanos. No hizo de su dolor una venganza, ni ha construido su camino en la defensa de los derechos humanos como un acto de represión contra uno u otro actor”. Su padre, Manuel Cepeda, fue asesinado cuando era el único senador de la república miembro de la Unión Patriótica. No contaba en el momento de su muerte con la protección del Estado, el único escolta que tenía fue proporcionado por la UP. Iván precisa que fue un crimen anunciado, y por razones políticas, ordenado por un grupo mixto de militares de alto rango, además de líderes políticos y económicos, los autores materiales fueron dos suboficiales del ejército que fueron condenados cada uno a 43 años de prisión por este crimen, que logró esclarecerse porque el mismo Iván Cepeda se puso a la tarea de investigar. Por esta razón recibió amenazas y tuvo que salir nuevamente del país por cuatro años. Debe ser por el constante peligro al que se ha visto expuesto que le dedica tanto tiempo al trabajo, como dice su amigo David García, “Iván tiene una conciencia de tratar de hacer todo lo que más pueda, vive intensamente. Duerme poco, trabajo mucho, nunca apaga el teléfono. Siempre me ha maravillado la paciencia que tiene para contestarle a todo el mundo.  Yo leo veo siempre viviendo intensamente y no pensando mucho en que va a pasar después”. Al preguntarle a Cepeda donde le gustaría vivir los días de la vejez responde: “Aquí donde estoy, me gusta donde vivo y lo que hago. No sé si llegaré a la vejez, realmente no me hago esa pregunta a fondo pero si en algún remoto caso pudiera pensar en una situación de esas me gustaría vivir al lado del mar. Realmente eso no lo pienso como una perspectiva para ser franco. Por muchas circunstancias, a veces me preparo conscientemente para probablemente no llegar hasta allá.” Esa preocupación por su seguridad y por la de sus seres queridos ha hecho que mantenga en el anonimato a quien es dueña de sus sentimientos y con quien, dijo, quiere casarse. Iván Cepeda, Kienyke
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