Miguel Gómez Martínez, hijo de Enrique, sobrino de Álvaro y nieto del “monstruo” Laureano Gómez, lideró revocar al alcalde Petro y terminó perdiendo su curul en la Cámara.
“Yo terminé mi periodo en julio del año pasado. He estado pensando, mirando, refrescándome, oxigenándome, y eso me ha venido muy bien. Yo no abandono la política porque la llevo en la sangre, pero no estoy metido de cabeza en el día a día de la política, que es tan desgastador”, explica.
Y no aspiró en las pasadas elecciones legislativas porque no tenía aval. La Ley electoral colombiana exige que para cambiar de partido (estaba en La U y terminó militando en el Centro Democrático) hay que retirarse un año antes de la elección a la cual se va a presentar. En igual condición estaban los senadores Juan Lozano y Juan Carlos Vélez.
-¿Qué hace usted lejos de las toldas conservadoras, las de su familia?
Yo soy de tradición conservadora, pero no he sido del Partido Conservador. El Partido Conservador -que debía ser mi familia natural- siempre me ha hecho la vida muy difícil. Esa opción nunca se me ha abierto.
Curiosamente, fíjese, el partido de los delfines en Colombia es el Partido Liberal: Ahí están los Galán, están los Serpa, están los Gaviria, ya viene un Santos, en fin.
-¿Cómo es que no le dan la oportunidad a un joven brillante como usted?
El partido tiene -como todas las colectividades políticas en nuestro país- unos vicios profundos, y está dividido. Tiene además una clase política regional muy fuerte, y esos barones locales quieren ser los dueños del partido. De hecho, actúan como dueños. Al director (David Barguil) hoy le cuesta muchísimo; es mi impresión, mantener la autoridad y la coherencia.
Ese partido, que tiene que ser coherente, unos días dice cosas muy importantes y otros días dice exactamente lo contrario.
-¿Pudo más un Telésforo Pedraza en Bogotá que un sobrino de Álvaro Gómez Hurtado?
Por eso el partido está como está, porque está en manos de los Telésforos. Tenemos gente que ve la política como la oportunidad de tener cuotas de poder, y que están con lo que toque estar. Si uno es conservador, no entiendo cómo puede estar con la farsa de La Habana, por ejemplo.
¿Cómo puede haber conservadores apoyando un proceso donde se están destruyendo las instituciones, debilitando al Ejército, donde se está entregando a un grupo terrorista la posibilidad de hacer política? ¿Cómo puede uno ser conservador y decir que está a favor de eso? Ahí hay una incoherencia absoluta. O ellos no se han leído a los pensadores conservadores que jamás habrían aceptado una opción como esas.
Entonces la coherencia del Partido Conservador es muy frágil y por eso está perdiendo espacio. Por eso una parte muy importante de los conservadores de este país se pasaron y votaron por el Centro Democrático; una pérdida que va a ser muy difícil de recuperar por esa colectividad histórica.
-Es decir, ¿Uribe captó buena parte del conservatismo y de paso acabó con el Partido Conservador?
Eso es cierto, una parte muy importante de los conservadores se siente más cómodo con la filosofía de Uribe que con la ambigüedad del liderazgo conservador.
-¿Quiénes son los líderes del Partido Conservador hoy?
Yo creo que el representante Barguil hace un trabajo muy grande, para darle una mejor imagen al partido. Lo que pasa es que detrás hay una mano de brontosaurios que están en vías de extinción pero que todavía patalean. El choque entre los que quieren la renovación del partido y los que están atornillados a la 'mermelada'… es un choque de placas tectónicas.
-¿Estamos ante un Partido Conservador que da vergüenza?
Vergüenza da el Partido Liberal en manos de Serpa. Eso sí da pena. Por eso es que el país está así, porque esas son las opciones que los colombianos tienen disponibles. Por eso la democracia se nos está muriendo entre los dedos.
-¿Por qué no le fue bien a usted en el propósito de tumbar al alcalde Petro?
Subestimamos el poder judicial. La guerrilla judicial que Gustavo Petro le puso al proceso de la revocatoria fue aterradora. Y eso empezó con que las firmas eran falsas, pidieron grafólogos, tutelaron todas las veces que pudieron, pidieron reposición de todas las decisiones judiciales...
-¿Pero eso no es lo democrático, hacer cada uno lo suyo?
No, eso es un juego sucio, porque primero, no se dejaban notificar, todos los plazos se iban hasta el límite, ganaron tiempo, pusieron zancadillas... No, eso es juego sucio. Uno no puede decir que ganó el partido a punta de darle patadas al contrincante; eso no está bien, y el poder judicial le jugó a Gustavo Petro.
Finalmente cuando lo destituyó el Procurador, empezó la segunda acción guerrillera ante el Consejo de Estado: consiguieron medidas cautelares en el exterior, consiguieron medidas cautelares en Colombia, y adicionalmente vino la campaña presidencial.
El presidente Santos se vio con el agua al cuello y decidió firmar un acuerdo político con Gustavo Petro. Santos le debe en buena parte la reelección a Petro. El aumento de la votación en Bogotá fue significativo en favor de Santos.
Entonces el poder político más el poder judicial en contra le negaron a 640 mil bogotanos que quisieron la revocatoria la posibilidad de ir a las urnas.
-Sobre los candidatos a la alcaldía…
Peñalosa ha demostrado tener capacidad de autodestruirse políticamente. Es hábil para la gerencia pública pero con una torpeza política sin igual en Colombia. Siempre arranca de primero en las encuestas y rápidamente demuestra que es un candidato inviable.
Rafael Pardo es un hombre bueno y serio, y sensato, pero adolece del carisma que necesita un alcalde enfrentado a una crisis tan profunda como esta. Bogotá va a necesitar el empuje y la energía que probablemente Rafael Pardo no le aporta en este momento a la ciudad.
Clara López es la candidata del gobierno de Santos. Tarde o temprano Rafael Pardo va a tener que descubrir que el Gobierno no está con su candidatura sino con ella. Clara apoyó a Santos y ahora le devuelve el favor.
Clara es más de lo mismo. El argumento de que Clara no es Petro, es flojísimo.
Clara López estuvo en la administración de Samuel Moreno que pasará a la historia como la más corrupta de Colombia, ella tuvo un cargo muy importante, ¿cómo así que ella no vio nada? ¿Cómo así que ella no se olió nada?
Aquí hay dos posibilidades, si ella no vio nada es una inepta, y por lo tanto no hay que elegirla, y si vio algo y no lo dijo pues es corresponsable de lo que pasó en Bogotá y por lo tanto tampoco la podemos elegir.
Holman Morris es un personaje de farándula. Está bien para Master Chef, pero nunca para alcalde.
Francisco Santos tiene coraje, es el único que representa el cambio, las otras opciones son un poco más de lo mismo.
Gómez Martínez, el revocador revocado, despotrica de los políticos
Lun, 11/05/2015 - 07:11
Miguel Gómez Martínez, hijo de Enrique, sobrino de Álvaro y nieto del “monstruo” Laureano Gómez, lideró revocar al alcalde Petro y terminó perdiendo su curul en la Cámara.
“Yo terminé
“Yo terminé