El resonante triunfo de Andrés Manuel López Obrador en México puede traer consigo un cambio radical en la relación bilateral con Estados Unidos, coinciden los analistas internacionales en Washington.
Los conocedores ven con inquietud las perspectivas futuras de un vínculo que estuvo dominado recientemente por el malestar derivado de la situación migratoria en la frontera y por las diferencias en torno al futuro del libre comercio entre ambos países.
Ese malestar, creen los observadores, puede conducir a un creciente antagonismo retórico entre dos líderes, considerados como nacionalistas y populistas, y cuya relación personal y política abre grandes interrogantes, más allá de los buenos deseos expresados por ambos inmediatamente después de conocido el resultado electoral en México.
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“Vamos a tener dos líderes populistas, uno de derecha, Trump, y otro de izquierda, López Obrador, y se sabe que un líder populista siempre necesita un enemigo, alguien a quien atacar”, advirtió Mark Jones, analista político y profesor de Estudios Latinoamericanos en Rice University de Texas.Entre Trump y López Obrador, indicó el analista, es muy probable que esa retórica del antagonismo esté dominada por la cuestión migratoria, tema recurrente en el discurso del presidente estadounidense, en contraposición con un reclamo más enérgico de soberanía y de defensa de los derechos de los mexicanos residentes en Estados Unidos por parte del mandatario electo de México. La legitimidad que le dio a López Obrador el amplio triunfo obtenido este domingo -con más del 53% de los votos- sin duda le dará un mayor margen de maniobra del que tuvo el actual presidente, Enrique Peña Nieto, para defender las posiciones de su gobierno en un tema bilateral tan sensible. [single-related post_id="901285"]
“Ningún otro presidente de México tuvo un apoyo tan importante en los últimos tiempos”, destacó Jones.Tampoco es probable que Trump abandone su retórica de “tolerancia cero” con la inmigración ilegal ni su intención de construir un muro fronterizo. El presidente estadounidense enfrenta en noviembre de este año las cruciales elecciones de medio término, en las que se renueva la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, y ese discurso duro en materia migratoria es central en su estrategia electoral. “Trump sacó provecho político de criticar a México e insultar a los mexicanos y no parece encaminado a moderar su retórica”, dijo Michael Camilleri, especialista del Inter-American Dialogue, un influyente ‘think tank’ (centro de pensamiento) de Washington. De cara a las elecciones de medio término, a Trump le conviene mantener ese tema en el centro de la agenda de discusión pública, señaló Camilleri. Pero el giro ideológico en México, con la elección de un candidato nacionalista de izquierda, puede tener consecuencias más profundas que lo meramente discursivo. Para Daniel Kerner, director para América Latina del Eurasia Group, el posible cambio en la relación entre los dos países tiene que ver con el fin de un ciclo extendido en el cual el objetivo estratégico de México en las últimas décadas fue el de avanzar hacia una creciente integración con Estados Unidos. “Fue la idea dominante desde los años 80, pero López Obrador viene con una idea de buscar una mayor independencia” en la relación bilateral. “Cree en favorecer la industria nacional, en un mayor intervencionismo estatal y piensa que México estaba mejor antes del liberalismo de los últimos años”, destacó el especialista. Esto, señaló Kerner, se puede traducir en una menor cooperación en algunas áreas y en un menor impulso al acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá. “López Obrador no va a empujar el NAFTA si Trump no lo empuja también”, dijo. [single-related post_id="901156"] El presidente Trump ya avisó que no tomará ninguna decisión al respecto hasta después de las elecciones de noviembre. “El futuro del NAFTA parece cada vez más incierto”, coincidió Camilleri, del Inter-American Dialogue. Pero hay puntos clave en los que según los expertos se va a imponer la inercia de los últimos años, como por ejemplo en un tema tan crucial para los dos países como el trabajo conjunto en materia de seguridad y la lucha contra el narcotráfico. Dos líderes tan impredecibles pueden incluso encontrar inesperados puntos de acuerdo. "Puestos frente al espejo, de hecho, en muchas áreas no es muy distinta la imagen que proyectan", señaló Camilleri. Más aún, uno y otro muestran una fuerte impronta personalista que se traduce en la idea simplista de que ellos representan, cada uno en su país, la solución a todos los problemas, resaltó Camilleri. En lo inmediato, sin embargo, habrá una larga transición política en México, en la que Peña Nieto seguirá al frente del Gobierno. La nueva dinámica recién comenzará a tomar forma a partir del 1 de diciembre, cuando López Obrador se acomode formalmente en la residencia presidencial de Los Pinos.