Monseñor Oscar Arnulfo Romero, hoy elevado oficialmente a la categoría de "santo, y quien fue asesinado mientras oficiaba misa en San Salvador hace 38 años, fue considerado desde su muerte, por muchos en su país y en otros en este lado del mundo, como el "Santo de América" y no porque hubiera evidencia de algún milagro que le permitiera tener la bendición papal para ser reconocido como tal, sino por la forma como vivió su sacerdocio en favor de los más pobres y de los perseguidos por la ultra-derecha de su país y de los militares que dominaron la política salvadoreña por décadas.
El papa Francisco al santificarlo este domingo 14 en el Vaticano, junto con 7 personas más, entre ella el papa Paulo VI, estaría enmendando el trato injusto que durante años le diera la Santa Sede al arzobispo de San Salvador, por la creencia de que era comunista por sus continuas denuncias de violaciones de derechos humanos en su país.
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"Que este cuerpo inmolado y esta sangre sacrificada por los hombres nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor; como Cristo. No para sí, sino para dar conceptos de justicia y paz a nuestro pueblo. Unámonos pues, íntimamente en fe y esperanza, a este momento de oración por doña Sarita y por nosotros" fueron las últimas palabras de Monseñor Romero-en el momento de la consagración en una misa que oficiaba en la capilla del hospital Divina Providencia de la capital salvadoreña en memoria de una mujer fallecida- antes de que desde un Volkswagen un hombre le disparara directo al corazón causándole la muerte.
La labor del arzobispo desde el púlpito fue por años la de tratar de impedir que en el Salvador se desatara una guerra civil, la que paradójicamente se precipitó como consecuencia de su asesinato. El conflicto armado entre el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el Ejército salvadoreño, financiado por Estados Unidos, se prolongó por doce años y dejó un saldo de 75 mil muertos y 8000 desaparecidos.
Para los salvadoreños Monseñor Arnulfo Romero se convirtió en un mártir, un héroe, el defensor de las causas justas, el hombre bueno, el santo sin canonizar. En 2005 fue beatificado por el papa Benedicto XVI, Juan Pablo II se opuso siempre a elevarlo a los altares.
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El papa polaco, enemigo del comunismo que mantuvo a su país en una situación de dictadura totalitaria, escuchó las voces de la ultraderecha salvadoreña que calificaba al prelado Romero como un seguidor de la teología de la liberación que en América Latina combinaba el evangelio con las ideas de izquierda. Con la llegada de un Jefe de la iglesia católica proveniente de Argentina, el papa Francisco, la vida y obra del arzobispo salvadoreño fueron reconocidas en toda su magnitud y desde hoy ocupa un lugar en el santoral.
El asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero continúa sin resolverse. La identidad de quien disparó se mantuvo oculta, pero recientemente se ha revelado que su asesino fue un suboficial de la disuelta Guardia Nacional, llamado Marino Samayor Acosta, quien formaba parte del equipo de seguridad del presidente salvadoreño coronel Arturo Armando Molina, al que le pagaron U$ 114 dólars. Quien murió sin pagar por ser el determinador del asesinato del monseñor Romero, es el mayor Roberto D´Aubuisson, a quien su propia hermana Marisa señala como autor intelectual del crimen.
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Monseñor Oscar Arnulfo Romero descansa en paz, no por haber sido santificado por el Vaticano, sino porque su labor en favor de los más humildes hizo que muchos pueblos de América Latina lo reconocieran como un hombre santo, sin necesidad de figurar en el santoral de la iglesia católica.
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Monseñor Romero 'santo' antes de su consagración
Dom, 14/10/2018 - 11:20
Monseñor Oscar Arnulfo Romero, hoy elevado oficialmente a la categoría de "santo, y quien fue asesinado mientras oficiaba misa en San Salvador hace 38 años, fue considerado desde su muerte, p