Publicado por: david.trujillo el Vie, 12/08/2022 - 11:45
Cientos de personas acuden a diario a visitar la tumba de Darío Gómez en Campos de Paz para cantar, tomarse fotos o dejarle flores.

En el Cementerio Campos de Paz la tumba de Darío Gómez se volvió uno de los lugares más visitados durante la Feria de las Flores de Medellín. A diario cientos de personas pasan por este lugar en busca de la tumba conmemorativa del Rey del Despecho para dejarle un ramo de flores o algún regalo al emblemático cantante de música popular.

Dario Gómez se encuentra sepultado en la fosa 01-011-01 debajo de la escultura El Hombre en Busca de Paz, la cual está ubicada cerca de la entrada del Cementerio. Allí es a donde llegan centenares de personas a tomar fotografías, cantar, llorar y todo tipo de romerías.

La tumba de Darío Gómez nunca está sola durante el día, pues se ha convertido en un atractivo turístico y hasta quienes acuden a homenajear a un ser querido después se dan un paseo por la tumba de Darío Gómez. Incluso, los fines de semana las personas llegan y ponen en sus carros música del Rey del Despecho a todo volumen y se congregan a cantar.

Es tanta la cantidad de flores que le llevan al artista que la administración del cementerio debe hacer un esfuerzo adicional para retirar las flores marchitas del lugar. Pese a todo, el comportamiento de las personas se mantiene a la altura del campo santo y la administración nunca ha tenido que intervenir por motivos de seguridad.

Vale la pena recordar que el artista antioqueño falleció el pasado 26 de julio en la ciudad de Medellín, en la Clínica Las Américas donde se encontraba internado, según se pudo conocer. A sus 71 años, Darío Gómez deja a todo un país en luto por su muerte. Sus canciones llegaron a cada rincón del país y hasta se habían convertido en iconos de la cultura popular.

Su éxito más importante fue “Nadie es eterno en el mundo”, una canción que trascendió de generación en generación y se hizo tan popular como el himno nacional. Esta canción fue grabada en 1989, luego de que un amigo suyo le dijera en el cementerio de San Jerónimo, su pueblo natal, “Se da cuenta de que nada es eterno en la vida”.