Vivir y amar a la pareja sin morir en el intento ha sido el reto de este siglo. Ahora se está más consciente de la felicidad, el respeto por uno mismo y la importancia de que en una relación reine la paz y la convivencia.
El amor es la más alta energía existente en el plano, por ello es el sentimiento más poderoso, humilde y maravilloso. Es más puro que el agua y habita en todos. Sin embargo, permanecer en convivencia con la pareja, ha resultado difícil debido a los múltiples significados que le otorgamos a la palabra amor. Para algunos, se traduce como: entrega, dolor, y sacrificio; y para otros, como: alegría o razón de vida.
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De acuerdo a Marofe Pérez, psicoterapeuta en Medicina para el Alma, y autora del libro Como Vivir en Propósito y No en Crisis, es importante que se conozcan las fases de las relaciones de pareja, para evitar situaciones difíciles y dolorosas, siendo estas: Enamoramiento o Apasionamiento, Compromiso e Intimidad, y Autentico Amor.
Las etapas del amor
En la primera etapa del amor, la del enamoramiento o apasionamiento se producen emociones positivas e intensas hacia la pareja; alcanza niveles tan elevados, que no se espera nada del otro. En la segunda, la del compromiso e intimidad -determinada por la fase anterior-, suele aumentar o disminuir el amor y la confianza, manteniéndose la pasión. [single-related post_id="804752"] En la última, la del autentico amor, se adquieren compromisos; el amor se basará en la realidad y su proyección, se verán los defectos, se aceptarán y tratarán de ayudarse para superarlos.Qué se requiere para lograr el equilibrio
“A menudo se crean falsas expectativas en la fase de enamoramiento, y ahí juega un rol importante el patrón que se copia de los padres y los apegos, al momento de crear la relación de pareja. Entretanto no se logre claridad y firmeza en la proyección de vida -cómo y con la pareja-, los alcances en los acuerdos se verán fracturados, por actitudes que no se corresponden con la fase o realidad del momento” afirma Pérez.Se recomienda aplicar valores como: comprensión, respeto, responsabilidad, flexibilidad, seguridad y ejercer un especial trabajo en el deslastre de creencias y miedos.“De tal manera, -continúa Pérez- la revisión y activación de estos valores fundamentales y familiares, permitirá entender que se trata de compartir y no competir, que la relación es de dos; y que aún cuando las cosas no se hagan en el momento y como yo deseo, no significa que la otra persona no me quiera”. “De los conflictos de pareja que observo en mis pacientes, el 10% están dados por la diferencia de opinión, otro 10% por pensamientos en error, y un 80% por la actitud: desde un tono de voz equivocado, hasta una aseveración sin límite” concluyó Pérez. Con información de Analítica.