Aunque ahora estamos en tiempos de 'amores líquidos', como dice el sociólogo, filósofo y ensayista, Zygmunt Bauman, todavía se encuentra a muchas personas que están completamente satisfechas con su relación y que disfrutan al máximo de ésta. Prácticamente están en la cumbre de su bienestar emocional.
Sin embargo, en algunas ocasiones, las personas más que percibir el amor como un sentimiento, lo perciben como una necesidad hasta el punto de volverse adictos al amor que les ofrece esa persona en particular, un tipo de amor que no le pueda dar nadie más.
'La adicción al amor', según el bioquímico español, Pere Estupinyà en su libro 'la ciencia del sexo', "empieza en el centro del placer del cerebro, conocido también como sistema de recompensa, ubicado en el sistema límbico, sede de las emociones, es decir, cuando tenemos sexo, superamos un reto o hacemos ejercicio liberamos cantidades importantes de dopamina generando una sensación de bienestar que se quiere repetir tantas veces como sea posible".
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De acuerdo a estudios científicos, cuando una persona disfruta de estar en compañía de esa persona que tanto ama "el centro del placer se activa y empieza a segregar dopamina", es decir, se genera dependencia. Cada vez que se pasa tiempo con esa persona el cerebro pasa por un proceso de percepción, recuerdo y aprendizaje, lo que hace que el 'adicto al amor' solo se sienta bien con esa persona y no con ninguna otra, es decir, el vínculo neuroquímico se fortalece cada vez más.
Esa atracción termina siendo tan fuerte que la sensación de bienestar se potencializa con solo mirar una foto de esa persona o recibir un mensaje. Según Estupinyà, "la información entre el centro del placer y capas externas del cerebro ya viaja en ambas direcciones, como los adictos a la heroína o al tabaco, cualquier cosa les produce ansiedad o abstinencia". Incluso se llega al punto que si se está lejos de la persona amada, o no se puede tener una comunicación frecuente con ella por cualquier motivo, se entra en una etapa de necesidad que no es un simple 'me haces falta'.
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Los 'adictos al amor' no son infieles, puesto que la única persona que les libera esa cantidad de dopamina y los hace sentir en ese estado de felicidad es una y nada más, por lo tanto buscar esas mismas sensaciones en una tercera persona es completamente en vano.
Aunque para muchas personas estar en este nivel de enamoramiento puede ser nocivo para la relación. Para le bioquímico Estupinyà "esta es la mejor de las adicciones" y recomienda alimentar el amor en pareja de parte y parte, que ambos sean los que se esfuercen. "Alimenten la relación forzando placeres mutuos que hagan que vuestro cerebro irracional segregue dopamina con solo recordar a esa persona, quien siempre alterará vuestros niveles hormonales habidos y por haber", concluye el experto.
