Jineth Bedoya: “Sobre narcotráfico y delincuencia nada me sorprende”

Mar, 06/05/2014 - 08:01
La periodista Jineth Bedoya, editora de la sección judicial de El Tiempo, no se sorprende por la supuesta entrega de 12 millones de dólares a JJ Rendón, asesor presidencial, por parte de n
La periodista Jineth Bedoya, editora de la sección judicial de El Tiempo, no se sorprende por la supuesta entrega de 12 millones de dólares a JJ Rendón, asesor presidencial, por parte de narcotraficantes. Ni que otros funcionarios (Germán Chica, consejero de Santos) puedan haber sido permeados. “A estas alturas ya nada me sorprende. Cada vez hay hechos más escandolosos, en un panorama grande de corrupción. El país sabe, todo lo que se mueve detrás del poder y detrás de estos grupos armados que hoy llaman Bacrim”. Bedoya, quien fue secuestrada, violada y torturada cuando cumplía misiones periodísticas, tiene un diagnóstico crudo de estas realidades, que resume en un libro que está publicando, “Blanco Neutralizado”: La periodista recuerda que fue Germán Castro Caycedo quien dijo que las Bacrim son un antibiótico, “el nombre que le pusieron para decir que el problema sí se había solucionado con los paramilitares, pero son las mismas personas manejando los mismos intereses, las mismas rutas del narcotráfico, y es la misma corrupción que siempre llega hasta el poder y que logra permear y tocar hacia las personas que uno menos cree”. ¿Qué pasó, en su opinión, con el proceso de entrega y desmonte de los grupos paramilitares? Para mí este desmonte o supuesto desmonte del paramilitarismo fue un fracaso. Solamente con mirar lo que ha pasado en Justicia y Paz, revisar todos los procesos judiciales y preguntarse qué reparación efectiva le han dado a las víctimas. Miremos inicialmente un solo tema, la violencia sexual. En este momento en Justicia y Paz hay un 98% de impunidad en esos casos, y fue una táctica de guerra que ellos emplearon en medio de las incursiones en todas las zonas del país. Llegaban, asesinaban y antes de irse de las poblaciones violaban a todas las mujeres de los pueblos. De ahí en adelante se puede sacar cuentas de cuántos cuerpos han recuperado, de cuántos crímenes realmente han aceptado, y de qué reparación han dado a la gente para que pueda volver a sus tierras. Pero lo peor de todo es que si una persona llega a Urabá y entra desde Apartadó hasta Necoclí, toda la zona está controlada por ellos, tienen radios, dan los permisos para poder llegar a ciertas zonas, ellos tienen permeada la autoridad. Entonces uno dice ¿cuál desmonte? Siguen ahí, manejan las zonas, las rutas del narcotráfico. Ahora tienen otro nombre, ya no son paramilitares sino bandas criminales, y lo peor de todo es que hay algunos empresarios y algunos dirigentes que en el pasado crearon, y alimentaron el paramilitarismo, y hoy son los mismos que siguen patrocinando estas llamadas bandas criminales. ¿El paramilitarismo no sólo no desapareció sino que se ha fortalecido? Pues sí, porque en el 2006, que es cuando se da la última desmovilización con el Bloque Centauros, en ese momento se habla de que una facción de los paramilitares de Urabá no entregaron las armas, y esa facción se convirtió en la llamada banda de Los Urabeños, liderada por los hermanos Rendón Herrera, específicamente por 'Don Mario'. 'Don Mario' crea estos Urabeños en ese momento, 2006, con 80 hombres y 80 fusiles. Hoy, en 2014, tenemos 5.600 Urabeños y más de 7.000 armas en este grupo. Imagínese ese ejército ilegal que ha ido creciendo y seguirá creciendo si se llegan a firmar los acuerdos de paz con las FARC, porque muy seguramente muchos de los guerrilleros que no se acojan a ese proceso de paz entrarán a engrosar las filas de esta banda criminal. Jineth Bedoya ¿Considera que si hay acuerdos de paz no ganamos mucho tampoco? Ganamos en el sentido de pactamos con un actor, se le han invertido muchos recursos en los últimos años: el impuesto al patrimonio, miles y miles de dólares para helicópteros, para armamento, para mantener este ejército que se triplicó en los últimos diez años. Es necesario por lo menos silenciar esas armas de la guerrilla. Pero sin lugar a dudas el posconflicto va a ser una etapa muy dura para Colombia, porque muchos hombres que no se acojan a ese proceso de paz, seguirán en la ilegalidad y creo que ahí es donde el gobierno y el Estado tienen que mirar cómo se van a enfrentar y cómo evitar de que estas bandas criminales tomen cuerpo de un ejército irregular como pasó con los paramilitares y con la guerrilla. ¿Qué piensa sobre la eventualidad de legalizar la droga? Ya no es tan descabellado para las personas que llevan décadas y décadas combatiendo al narcotráfico, porque -lo que se ve- es que a pesar de que se han debilitado las estructuras grandes del narcotráfico, ya no tenemos los grandes carteles del pasado como el Cartel de Medellín, de Cali o el del Norte del Valle, las rutas nunca se acaban. Los narcotraficantes siempre van a buscar la forma de mantener el negocio, y mientras el negocio subsista va a ser imposible tener un país en paz porque ese es el mayor combustible de la guerra. Con la plata del narcotráfico se compran las armas, se arman los ejércitos, se logra corromper a todas las instituciones, y la salida entonces uno dice ¿cuál es? ¿Nos vamos a gastar 20 años más fumigando, erradicando, recibiendo aportes de Estados Unidos? Pero todo es cíclico, todo vuelve al mismo punto. Ahora tenemos un lío más grave que es el consumo interno, se convirtió en un problema grandísimo; el microtráfico. Entonces una salida, sin lugar a dudas, podría ser la legalización, porque esto permitiría por lo menos tener un control más amplio, y tratar de enfocar esos recursos que se están gastando en fumigaciones, en erradicaciones, en un plan activo para prevención de consumo interno, pero sobre todo para unos planes efectivos en las zonas donde la única posibilidad sigue siendo sembrar una mata de coca a sembrar una mata de plátano. ¿Cuál es el mensaje, cuál es la síntesis periodística de su título del libro? Le hacemos un reconocimiento a esas personas que han librado esta guerra. Las instituciones también fueron permeadas, la policía vivió una etapa muy oscura con el Cartel de Medellín y el Cartel de Cali, y luego el Cartel del Norte del Valle, donde muchas cabezas de la policía terminaron involucradas en el negocio. Pero detrás de eso hay una historia de hombres y mujeres que han dedicado su vida a perseguir a los capos, a tratar de hacer una erradicación efectiva, a llegar a esas zonas donde el narcotráfico es el único punto de subsistencia para la gente. Y ese Blanco Neutralizado es precisamente eso, las operaciones por meses, por años, para enfrentar las cabezas del narcotráfico. El panorama no es muy alentador pero por lo menos hay esperanza de que se pueden buscar algunas fórmulas efectivas para acabar con este delito. ¿Cuánto pesa el narcotráfico en la guerrilla colombiana? El poder del narcotráfico acabó con esos ideales marxistas leninistas y convirtió a gran parte de la guerrilla en un cartel. Hay zonas donde la guerrilla se mueve solo en torno al narcotráfico. El gran guerrillero para las FARC, pero que era uno de los mayores capos del narcotráfico… el 'Negro Acacio', que fue además quien compró con plata del narcotráfico 10 mil fusiles AK 47 en Jordania, y que cayeron en paracaídas en las selvas colombianas. Acacio tenía todo un emporio del narcotráfico en el Guainía y en Vichada. Igual sucedió con César, quien fue el carcelero de Ingrid Betancur, y que logró tener un gran cartel en el Guaviare. Convirtió al Guaviare en la capital mundial de la coca, era impresionante lo que pasaba en Miraflores. Venir ahora a decir que las FARC no tienen implicaciones dentro del narcotráfico es la mentira más grande del mundo. ¿Cómo avanza su campaña “No es hora de callar"? Los invito a la gran jornada que vamos a tener en la semifinal del fútbol colombiano. Es una invitación a todas las mujeres a que denuncien todos los tipos de violencia de las que son víctimas, y la Selección Colombia este año es la imagen de mi campaña, vamos a estar en el estadio con mujeres sobrevivientes de violencia y la Dimayor, la Selección Colombia, y la Federación Colombiana de Fútbol, se han sumado a este propósito.
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