¡Maricas al infierno!

Jue, 24/05/2012 - 06:30
¡Rechazo de plano y pletórico de ética la inmunda adopción de niños, por parte de homosexuales, pederastas, floripondios o los llamados gay que tienen a mi Chapinero del alma convertido en un lup
¡Rechazo de plano y pletórico de ética la inmunda adopción de niños, por parte de homosexuales, pederastas, floripondios o los llamados gay que tienen a mi Chapinero del alma convertido en un lupanar! Una vez más los tabarrones de la Corte Constitucional van contra el país, contra la reproducción, contra la moral y a favor de la suciedad coprológica y las mañas rectales, al avalar esa adopción fallando a favor del periodista maricón Chandler Burr (que lo único bueno que tiene es que es norteamericano) que dice ser el padre de dos niños colombianos que le entregaron impunemente en custodia. Las cosas por su nombre: ¡lo que los tiene es secuestrados y debe ser de la FAR! Y claro todas las Mónicas Roa y demás víboras (hasta la Virginia Mayer esa de Kien y Ke, vieja obscena y descarriada, que debe estar metida en ese complot) ya salieron a hablar de “fallo trascendental” y demás berridos propios de arrabales y de “gangbangs” a la criolla. Dicen los pirobos de la Constitucional que no importa si los adoptantes son gente honrada, derecha y que sabe dónde y para qué están las glándulas sexuales, de acuerdo con las leyes divinas, o si son maricas o lesbianas. ¡Qué tal! Confundir a la población sana mental y físicamente con estos enfermos del cuerpo y del alma. Se atreven inclusive a decir que dizque no importa cuál sea la “orientación sexual”. ¿Cómo así, ala carachas? ¿Acaso es “orientación” la penetración anal o el frotis bi vaginal? Hasta de manera mecánica y fisiológica eso son desviaciones del santo mete saca reproductivo, en el cual el hombre debe gozar y la mujer esperar sin el gustico y estoicamente la descarga seminal que garantice la fecundación y posterior nacimiento de millones de nuevos uribistas. Y hablan de que no se puede estar sujeto a “prejuicios”. ¿Prejuicio considerar tan peligrosos a los LGBTI como a los subversivos y a los izquierdistas? Claro que no. Es la gente más nociva para la democracia, para el régimen y además todos votan por el Polo o por Petro. ¡Son terroristas sexuales y cada polvo que se echan es una atentado contra la institucionalidad y la fe! Y como si fuera poco, le entregan a los mocosos a un tipo que además de marica ¡es soltero! Un tipo que seguramente jamás ha comido de sal, como debe ser. Si ya es un escándalo que adopten los solteros, esto si es el colmo. Vamos y me perdonan el símil temático, de culo al estanque. Este Estado garantista más bien es cómplice del crimen. ¡Cómo se les ocurre proteger los derechos de las minorías en Colombia, principalmente las comunidades homosexuales! Lo que hay es que perseguirlos pues junto con la indiada y la negramenta constituyen los tres pilares de la disolución de la República. ¿Qué tal que no los discrimináramos? Ya se habrían tomado aun más el poder. Al paso que vamos no tiene nada de raro que en el 2014 la gleba elija un presidente que hace agua por la popa y una vicepresidente industrial de las arepas. Llamo en esta hora aciaga para el futuro del país a una nueva cruzada contra la mariquera, desde luego encabezada desde la Procuraduría por Monseñor Ordóñez y reforzada por nuestro flamante ex embajador en el Vaticano, su reverencia César Mauricio Velásquez, quien regresa al país a ponerse al frente del Opus Dei contra el Jopus Doy. A prohibir, prohibir y prohibir toda expresión gay empezando por la vagabundería esa del uso del condón. Si monseñores magníficos: hay que investigar penalmente a todos los homosexuales de este país, ojalá con ex presidentes incluidos. Esa vaina es delito, enfermedad, cáncer de nuestra linda Nueva Granada. ¿O es que no son acaso minorías como ellos mismo se llaman? Y a las minorías siempre hay que aplastarlas con el peso sagrado de la mayoría de los tres huevitos. Los ultra conservadores ganaremos esta batalla pues nos importa más que un culo el devenir de la sociedad casta. Todo por culpa de la Constitución navarro-serpista que nos metió los dedos en callada sea la parte. Nos están educando en el pecado, en la convivencia con el mal, en la tolerancia a fenómenos monstruosos como esos. ¡Abajo el Estado laico! Tenemos reservas morales en el Opus Dei. ¡Andrés Felipe Arias al poder! Desde luego que, como en todo fenómeno del mal, hay cosas positivas. Yo si veo con buenos ojos, por ejemplo, los servicios que prestan los travestis a las gentes necesitadas. Una cosa es ser marica y otra bien distinta es ser cacorro. Si bien las relaciones homosexuales digamos… integrales son cosa del demonio, eso de buscarse de cuando en cuando un lindo transexual y pagarle, o levantarse a algún chinito (no adoptado por pirobos, desde luego) es normal y hasta sano. La cacorrería es una institución de gente decente que desfoga de ese modo los acumulados de la carne. Al fin y al cabo detrás hay un lindo negocio de prostitución que le hace honor al capitalismo y que produce empleo. Nosotros los abogados, para estos caso de manera muy jurídica, tenemos una máxima: “doctor, le cabe derecho, por su recto proceder”. Pero más allá de la inaceptable adopción de niños por parte de bujarrones y sarasas, el problema cotidiano que presentan los sodomitas en Bogotá, por ejemplo, es de gran envergadura. No hay sino que caminar por la séptima de la 45 a la Avenida de Chile para ver como en toda impunidad, delante de la fuerza pública y hasta de los presbíteros que aun sobreviven en la zona, las parejitas de amancebados efebos que se pasean de la mano, para escarnio y escándalo de las gentes de bien. Y no son solamente los tipos pervertidos y desviados los que muestran sus musculaturas y sus vainas colgantes, sino hasta jovencitas y señoras lesbianas, marimachas y demás, exhibiendo su nauseabundo amor salido del escaparate. Denuncio públicamente que he visto a toda esta bandada de pecadores hasta besarse y manosearse por los lados del Carullla de la 63, a la vista de desconcertados taxistas y señoras de moña, que tratan de sacar de su vista las lascivas escenas de esos amores prohibidos por la tradición, la familia y la propiedad. Llamo a las autoridades para que el Esmad invada las calles de Chapinero y saque a punta de bolillo y gases a toda esa chusma medio empelota que exhibe sus vergüenzas en medio de la feligresía piadosa de la plaza de Lourdes. Deberían prohibir no solo la circulación de esa gente dañada y excitada, sino cerrar de una vez por todas las decenas de bares cafés, discotecas, tiendas y demás, donde la maricocracia ejerce su podercito a la vista del respetable. ¿Qué es este indigno ejemplo para la niñez y las juventudes? Pecado de escándalo. El homosexualismo, como lo dice Monseñor Ordóñez y demás personas que saben de temas traseros, es una enfermedad, una vaina que se contagia, que flota en el ambiente y daña a la sociedad. ¿Que la población gay en Colombia llega a más del 15% de la gente? Pues que los manden vía TLC a Holanda o a California, donde reciben a este detritus, a este especie sub humana. Para no hablar de los gimnasios y spas. ¿Hay derecho a que toda esa gente musculada y provocadora se muestre casi viringa en los linderos de la vía pública? Eso no es más que una promiscua vitrina de hijos de Sócrates, de gentecita de la línea torcida, representada por el mismísimo diablo, el tal escritor ese del Fernando Vallejo ¡Tolerancia cero! ¡No a la adopción gay!
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