Ciberciudadanos y ciberpolítica

Lun, 26/03/2012 - 09:12
Lo más irresponsable, cómodo y egoísta que podemos hacer como ciudadanos es pensar que nada se puede hacer.
Lo más irresponsable, cómodo y egoísta que podemos hacer como ciudadanos es pensar que nada se puede hacer. Jaime Garzón Forero con sus elocuentes ejemplos nos supo trasladar a lo más profundo de nuestras conformistas costumbres de “(..) si nadie llega cumplido a la cita, ¿para qué voy a llegar temprano?”. Esa idea de si nadie lo hace (…) o para qué hacerlo si no se consiguen resultados es lo más desafortunado que le puede pasar a nuestra generación. El solo hecho de pensarlo nos condena a sumergirnos en uno de los peores males de la democracia: -la pereza política-. Nunca antes en la historia de la política se podía participar como lo podemos hacer hoy en día, nunca antes en la historia de nuestra humanidad teníamos la posibilidad de enterarnos en tiempo real de las cosas que suceden en cualquier parte del mundo y nunca antes como hoy teníamos la opción de expresarnos de manera individual o conjunta sobre los hechos que más nos conciernen o afectan. Hoy en día se puede hacer a través de las redes. Desafíos como los partidos en crisis, el descontento ciudadano, la corrupción, el gobierno de los mercados, el aumento de las desigualdades, la destrucción del medio ambiente o la persistencia del conflicto armado por mencionar algunos ejemplos; y progresos como el aumento de generaciones con más nivel educativo, la aparición de ciudadanos en lugar de simples electores, la globalización cultural, los avances en la cura de algunas enfermedades y el poder de las redes generado por la sociedad del conocimiento y por internet; nos sitúan en una posición privilegiada y de cambios en medio de retos y avances de nuestra sociedad. Los paradigmas han cambiado y las transformaciones en la acción política no se han hecho esperar. Las democracias pueden ser más participativas y menos representativas, nuestros pensamientos ya no suelen quedarse en el antaño ideológico y lineal de izquierda-derecha o de liberales-conservadores, nuestras ideas son más complejas y las necesidades colectivas son difíciles de satisfacer. La política ya no sólo se hace a nivel nacional, el valor de la política hoy en día encuentra respuestas a nivel local y global. La autoridad dejó de ser la silla del poder, su naturaleza radica en la mediación y en la conciliación. Las mayorías necesitan de alianzas y los partidos políticos son testigos de la transformación humano-política de electores que dejan de ser clientes que regalan su voto para transformarse en ciudadanos inteligentes, independientes y exigentes. Ese es el panorama, un escenario donde se dejan ver dos elementos fundamentales para entender nuestros cambios en la nueva acción política: gobernanza y aparición de las nuevas tecnologías. Cuando los gobiernos no son capaces de dar respuesta a través de las instituciones a las principales necesidades de los ciudadanos aparece la gobernanza. Esto no lo debemos confundir con la gobernabilidad, aquí el fondo del asunto está en entender que los gobiernos por sí solos no pueden ofrecer respuestas y por tanto se necesita de otros actores (ciberciudadanos, asociaciones, universidades, medios de comunicación, empresas y muchos más) que permitan a través de la participación y la deliberación llegar a acuerdos, mediaciones y en el mejor de los casos a soluciones para las principales exigencias de las sociedades. Estos procesos surten efecto, pero se necesita de ciudadanos responsables y activos que estén dispuestos a manifestarse no sólo a través de protestas y pancartas en las calles. Tampoco es suficiente participar únicamente en la red. Sin embargo, hoy en día la ciberpolítica permite que los ciudadanos se organicen a través de las redes pudiendo tomar decisiones con fuertes impactos globales e institucionales. La utilización de los recursos tecnológicos lleva a nuevas formas de comunicación que pueden ser articuladas dese la ciudadanía como una manera exclusiva e inteligente de participar en los procesos políticos. Somos más críticos, buscamos otros medios de articulación y participación, podemos castigar las malas gestiones de nuestros gobiernos, podemos censurar a los partidos políticos, sabemos que a través de las redes podemos exigir rendición de cuentas, podemos fiscalizar o hacer seguimientos del desempeño gubernamental, inclusive podemos combatir la corrupción desde un simple twitter. Estamos ante una nueva tendencia, es el momento de los ciberciudadanos, pero desconocerlo, así sea por pereza política, sería algo que nuestra generación no se puede perdonar. Esta columna también se encuentra en politicadirecta.net / @politicadirect
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