Santos y el Foro de Sao Paulo

Mar, 10/11/2015 - 11:44
A los colombianos nos gusta el país, nuestros paisajes y ciudades, las posibilidades de estudiar y de salir adelante, los triunfos de la selección, y nuestra defectuosa democracia, con sus partidos
A los colombianos nos gusta el país, nuestros paisajes y ciudades, las posibilidades de estudiar y de salir adelante, los triunfos de la selección, y nuestra defectuosa democracia, con sus partidos y movimientos, confundidos en su propia alinderación ideológica, que se disputan electoralmente el poder. Desentonan, claro, muchas cosas,  entre ellas la corrupción en todas las esferas, y la inseguridad, acicateada por la violencia de las extremas de derecha e izquierda, representadas por las bacrim, el paramilitarismo y la guerrilla comunista. A pesar de todo, estamos enamorados de Colombia, y creemos que el problema de la violencia puede ser repelida, con eficacia, por las Fuerzas armadas, como se verificó entre 2002 y 2010. No por estadística, que puede ser mentirosa, sino por la efectiva seguridad que se vivió en las vías y pueblos del país. La violencia se mantuvo, si, pero solo entre los violentos. En países vecinos, sus democracias están siendo demolidas desde 1996, para ser reemplazadas por un híbrido tercermundista de socialismo populista, que nada tiene que ver con el socialismo democrático de Noruega, y que pregona el fin de la pobreza y de la injusticia social, restringiendo libertades, la propiedad individual, la iniciativa empresarial privada, y apropiándose del sistema productivo nacional. Sus resultados en Nicaragua, Venezuela, Cuba, Argentina, Chile, El Salvador, etc., tienen que ver con su descalabro económico y la violación de los derechos humanos; con el recrudecimiento de la violencia, el enriquecimiento escandaloso de gobernantes macondianos, y la conformación, en Cuba y Venezuela, de un estado totalitario, desde donde huyen por millares sus habitantes, porque multiplican la miseria, y penalizan el pensamiento. Los colombianos tenemos divergencias, pero preferimos nuestra democracia defectuosa y corregible, a ser convertidos en un país comunista. Sin embargo, esa realidad está más próxima de lo que pudiéramos pensar, gracias, en gran parte, al cretinismo de quienes confían en las FARC y en la paz de Santos. El comunismo se incrustó, desde hace rato, en nuestra sociedad, en nuestra política y en nuestra violencia. Durante el Bogotazo izaron su bandera en edificios incendiados, luego adoctrinaron a las guerrillas liberales de Tirofijo, -para que pudieran asesinar con justificación política- y finalmente se volvieron jueces, congresistas y presidentes, esperando la oportunidad para el zarpazo. No es casualidad que la anterior Fiscal, Viviane Morales sea esposa del ex guerrillero Carlos Alonso Lucio y que el Fiscal General, Eduardo Montealegre fuera dirigente comunista; que fueran ex guerrilleros el ex gobernador de Nariño y el alcalde de Bogotá; que Carlos Gaviria hubiera obtenido la votación más alta del país; y que Santos, cercano a Castro y con antecedentes pro FARC, fuera presentado a Uribe en 2003, tomara su confianza y obtuviera su respaldo para ser presidente en 2010. En su mandato el comunismo logró los mayores avances en su historia de Colombia, y serán rubricados en el acuerdo de paz de la Habana. A Santos le quedó fácil comprar magistrados y jueces, y mucho más al congreso. En sus manos sucumbió la independencia de los poderes, que es la esencia de la democracia. Pero ¿Quién está tras las cuerdas de este teatrino del guiñol, para arrebatarle a Colombia la democracia y suplantarla por el comunismo? ¿Dónde se trazan los planes para que el pueblo apoye a quienes serán sus destructores y verdugos? El Foro de Sao Paulo es una organización fundada en 1990, por las izquierdas y grupos guerrilleros, para tomarse el poder de Latinoamérica. Sus postulados son la implementación del socialismo, el rechazo al imperialismo capitalista, y al neoliberalismo. Sus justificantes son los mismos nuestros y de todos: Protección a la niñez y la mujer, rechazo a la injusticia social, a la corrupción, y erradicación de la miseria, pero tratados en forma populista, para disfrazar el verdadero objetivo: La toma del poder. Hay que reconocer que la corrupción e ineptitud de los gobiernos tradicionales facilitó su accionar, porque hastiaron al pueblo y lo hicieron vulnerable a las promesas falsas de la izquierda. Cuando se constituyó el Foro en 1990, solo Fidel Castro dominaba en Cuba, y hoy su avance impresiona. Quien logra el poder, apoya a otros miembros del Foro en otros países. En Argentina. Cristina Kirchner, es respaldada por los partidos comunistas, y ex guerrilleros del grupo Montoneros En Bolivia, Evo Morales, del Movimiento al Socialismo, y los productores de coca, llegó al poder en 2006. En Brasil, Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores, llegó al poder en 2011. En Chile, Michelle Bachelet llegó al poder en 2005, por los partidos Izquierda ciudadana, Movimiento Amplio Social, y Partido comunista. En Cuba, desde 1959 los Castro, son exportadores de la revolución comunista En Ecuador, Rafael Correa, del Movimiento PAIS, llegó al poder en 2007. En Nicaragua, Daniel Ortega, ex guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) llegó al poder en 2007 En Paraguay, Fernando Lugo, obispo católico, de la Alianza Patriótica para el Cambio, llegó al poder en 2008. Fue destituido en juicio político en 2012. En República Dominicana, Leonel Fernández, del Partido de la Liberación Dominicana, de la social democracia y centroizquierda, llegó al poder en 1996 En Uruguay, José Mujica, ex guerrillero del Frente de Liberación Nacional, Tupamaros, llegó al poder en 2009, por el Frente amplio. Tabaré es de su partido. En Venezuela, Hugo Chávez, del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) llegó al poder en 1999. Su sucesor, Nicolás Maduro, es del mismo partido. Para los integrantes del Foro de Sao Paulo, el proceso de paz de Cuba permitirá que otro de sus miembros, las FARC, se apoderen de Colombia. Tienen el respaldo de una población engañada por el término paz, que no significa lo que debería, sino la entrega del país a las FARC, cuya esencia es el crimen, el narcotráfico, y la violencia. ¡Ah! y la prepotencia, porque su negativa a pedir perdón y sus exigencias, están arrodillando a Colombia al extremo de la iniquidad. @mariojpachecog
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