El reciente anuncio del Gobierno Nacional sobre la suspensión de la regla fiscal ha generado una fuerte controversia entre expertos, economistas y exfuncionarios. Para comprender la magnitud de esta decisión, conversamos con un exministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, quien explicó a fondo los riesgos y las implicaciones de este giro en la política económica del país.
“La regla fiscal es una camisa de fuerza, es un mecanismo que evita que el gobierno suceda en déficit fiscal y en deuda pública, estableciendo unos topes máximos para estos dos indicadores, de tal manera que las finanzas públicas son sostenibles a largo plazo y garantizan que la economía puede funcionar adecuadamente”, explicó el exministro. Esta normativa fue diseñada precisamente para evitar desbordes financieros que afecten la estabilidad macroeconómica.
La principal crítica a la decisión del gobierno es que, al suspender la regla, se abre la puerta a un gasto público sin control. “Lo que hace es que abre la posibilidad a que pueda haber más y más gasto y más y más deuda, sin control alguno. Esto hace insostenible las finanzas públicas, deteriora la credibilidad del manejo macroeconómico y puede tener implicaciones sobre tasa de cambio, costo de endeudamiento, inflación e inversión extranjera directa, así como inversión local”.
Los efectos ya comienzan a sentirse. El exjefe de la cartera de Hacienda advierte que “el gobierno está asumiendo un riesgo gigante al tomar esta decisión, que ya lo estamos viendo, en costo de financiamiento 30-40% más costoso, menos espacio para la inversión social en el presupuesto nacional, volatilidad de la tasa de cambio y todas las implicaciones que esto tiene sobre la inversión, sobre la inflación y sobre el crecimiento de la economía”.
Uno de los puntos más críticos de su análisis es el enorme aumento en la disponibilidad de recursos que tendría el Ejecutivo para el año próximo. “La estimación es que si se hubiesen cumplido las metas de deuda y de déficit fiscal, pues el gobierno no va a tener, o no tendría, como va a tenerlo en este caso, una disponibilidad de más de 140 billones de pesos adicionales para gastar en 2025”.
Este aumento en la capacidad de gasto genera inquietudes no solo por el monto, sino por la forma en que se financiaría. “Esto tiene un agravante y el agravante es que nada garantiza que la financiación de ese déficit sea posible, o es muy costoso o va a ser muy difícil de lograr”.
Para el exministro, esta discusión no debe quedar solo entre técnicos o economistas. Subraya que la ciudadanía debe estar alerta, porque las consecuencias podrían impactar directamente su bolsillo. “A la ciudadanía le tiene que importar la regla fiscal, porque si no le importa, más temprano que tarde, o hay la necesidad de una reforma tributaria que le va a costar al ciudadano, o hay necesidad de hacer un recorte significativo, brutal, draconiano en el tamaño del Estado”.
En resumen, el cambio en la regla fiscal no es un ajuste técnico menor, sino una transformación con profundas implicaciones en la sostenibilidad financiera del país. La apuesta del gobierno podría otorgarle mayor flexibilidad a corto plazo, pero también podría desencadenar presiones inflacionarias, pérdida de confianza de los inversionistas y la eventual necesidad de nuevas medidas de ajuste fiscal que recaerían, como siempre, en los contribuyentes.
