Para muchos Anderson Silva es el mejor peleador libra por libra de las artes marciales mixtas. Los números están a su favor: 16 victorias consecutivas, diez defensas del título, 17 victorias por nocaut, números récord en la Ultimate Fighting Championship (UFC), pero una lesión en el combate con que quería recuperar el título mundial de los pesos medios ante Chris Weidman lo tendrá fuera de competencia por lo menos seis meses. ¿Es el fin de la leyenda?
'La Araña', como se le conoce en el octágono, se hizo famoso por su rapidez y versatilidad a la hora de pelear. Cuando era una estrella emergente entraba bailando al octágono. Celebraba sus triunfos emulando tener una guitarra en la mano. Era alegría pura. El 14 de octubre de 2006 le quitó el título de los pesos medios al respetado Rich Franklin. Lo tiró a la lona y el suyo fue declarado el nocaut de la noche.
Anderson Silva era una caja de sorpresas en sus mejores épocas. Alumno aventajado del muay thai, o boxeo tailandés, usaba sus puños con una alegría rara en las artes marciales mixtas. Esquivaba los golpes de sus contrincantes como El Hombre Araña lo hace con sus enemigos del cómic, y contraatacaba con rectos al rostro. Con esa herramienta derrotó, entre otros, al excampeón de los semipesados Forrest Griffin.
De piernas muy largas, las usó para noquear de manera espectacular a Vitor Belfort en una defensa por el título. Fue una patada frontal directo a la cara. Ese combate estuvo amenizado, como es costumbre en la UFC, con una confrontación verbal agresiva entre los combatientes y el anuncio de Silva de que estaba entrenando con, nadie más ni menos, Steven Seagal. La patada de la victoria fue ciertamente cinematográfica.
Invencible de pie, Anderson Silva es talentoso en el piso. Entrenado por los prestigiosos hermanos Nogueira en ju jit su brasileño, usó una inesperada llave para derrotar por primera vez a Chael Sonnen, su contrincante más complejo antes de perder el título.
Ese combate también fue precedido por ofensas verbales, patrocinadas por la UFC. El campeón se vio en serios problemas para derrotar al gángster Sonnen, y solo hasta el final la llave maestra le dio la victoria al brasileño. Al llegar a casa, su hijo lo recibió con un abrazo y esta frase: “Papá, tú eres el verdadero hombre araña.”
El hombre detrás de la máscara
El hombre araña de la UFC nació en Sao Paulo, Brasil, el 14 de abril de 1975. Su carrera como peleador se hizo en Curitiva. Es luchador top en tres artes marciales: tae kwon do, jiu jitsu y muay thai, además de tener conocimientos de capoeira. Estudió en la Chute Boxe Academy, una escuela con leyendas y verdades que concluyen en una sola realidad: es demasiado exigente.
En el documental Like Water (Como el agua) (2011) de Pablo Croce, se le ve como un hombre de familia. Está casado con Dayane, tienen cinco hijos. Se conocieron cuando eran un par de muchachos pobres en Brasil. Al casarse él le prometió que usaría su profesión marcial para estar lejos de la pobreza. Y cumplió. En ese documento fílmico Silva dice que la vida para él consiste en pelear, hacerlo bien, y regresar sano y salvo para estar con sus hijos y su esposa.
Como muchos hombres dedicados a las artes marciales Anderson Silva tiene una alto concepto del honor y la disciplina. A sus alumnos les enseña que los deportes de contacto no son una cosa para bárbaros. Al contrario, es una disciplina y como tal tiene protocolos y principios rigurosos. Más que para amansar salvajes, las artes marciales sirven para templar temperamentos.
En un momento del documental dice: "Cuando yo era niño y entrenaba, los más grandes de mi escuela le pegaban a los más pequeños. Yo era pequeño y me pegaban, lloraba, pero volvía al otro día... y me pegaban... y lloraba. Entonces mientras otros aprendieron pegándole a los más pequeños, yo aprendí pegándole a los más grandes."
La familia es su refugio. Después de la última derrota contra Weidman dijo que se retiraría a su casa para tomar fuerzas y regresar. Al término de la cirugía que reconstruyó su pierna izquierda fracturada puso en redes sociales esta foto, rodeado de sus hijos y su esposa,muy sonriente, y un video en el que aparece, otra vez sonriente, mientras su esposa le acaricia la espalda en señal de ánimo.
¿Una pesadilla llamada Weidman?
El seis de julio de 2013 Anderson Silva subió al octágono siendo el rey. Desde hace tiempo se habla de su retiro, pero también de retos: aquella esperada pelea contra otra leyenda: George St-Pierre, o contra Jon 'Bones' Jones, el campeón de los semipesados de la UFC, en un combate que sería la delicia de los aficionados. Pero antes de que alguno de estos proyectos se concretara Silva enfrentó a una joven promesa: el estadounidense Chris Weidman, un luchador con conocimientos de jiu jitsu brasileño que enfrentaba al campeón con un no despreciable récord de nueve victorias y ninguna derrota.
En la noche del seis de julio de 2013 Silva y Weidman subieron al octágono. En el primer round el retador demostró por qué estaba allí. Llevó al campeón a la lona con un derribo efectivo, lo castigó a ras de piso. Silva terminó el primer episodio muy alterado. Gritaba, retaba a gritos al joven. En el segundo round Silva hizo algo habitual en él: jugar. Bajó la guardia, se dejó pegar en la cara, recostado a la reja y lanzó algunos golpes. Payaseó un rato, recibió un golpe y fingió tambalearse, algo que hace con frecuencia. Pero Weidman lanzó un certero golpe a la cara. El cuello del campeón cedió al puñetazo, su cuerpo cayó como nunca antes: estaba noqueado. Lo increíble había sucedido. El comentarista Joe Rogan lo sentenció con una frase injusta: "No se puede jugar en el octágono". ¿Injusta? Sí, porque Anderson siempre juega.
La leyenda pidió revancha y esta se pactó para el 28 de diciembre de 2013. El hecho era inédito: la leyenda Anderson Silva tenía que demostrar por qué era el mejor peleador libra por libra de la UFC, por qué su nombre está al lado de los más grandes, por qué merecía volver a ser el rey absoluto de los medianos de la UFC.
La pelea, que duró dos rounds, comenzó siendo una copia de la primera: Weidman logró un buen derribo. Silva lo controló desde el piso, a la mejor manera del jiu jitsu brasileño, pero recibió codazos y puños a ras de lona. Antes de caer, Silva parecía dormido, el joven campeón mostraba categoría.
El primer round fue solo el preludio de la noche fatal del Hombre Araña. El segundo asalto comenzó con una propuesta diferente: Silva de pie, muy serio, sin bromear, respetando, lanzó varias patadas a las piernas con el fin de restar velocidad al contrincante. Una técnica habitual, nada compleja, mucho menos para una leyenda. Pero lo peor ocurrió de manera imprevista: Silva lanzó una patada al muslo de Weidman, pero la rodilla del joven campeón recibió el impacto y partió en dos la pierna de 'La Araña'. Cuando Anderson quiso apoyarse en esa pierna ésta no pudo soportar su peso: estaba fracturada. Cayó a la lona. Herido. En una mueca de dolor que no se le conocía. El mito, otra vez, se estancaba. En la repetición y en las fotografías se ve una pierna de trapo, sin huesos, que trata, sin éxito de apoyar el peso de Anderson Silva.
Luego siguió la cirugía, el anuncio de que volvería en tres o seis meses. La operación salió bien. Los terapéutas dicen que su recuperación es sorprendente. Pero la pregunta del millón es si 'La Araña' volverá a la cima de la UFC.
Hace un par de años, George St-Pierre tuvo una lesión grave, de ligamento cruzado anterior, tardó diez meses en recuperarse pero volvió y recuperó su corona. Pero los casos son muy distintos. St-Pierre, del 81, es más joven que Silva, del 75.
La pregunta queda abierta: ¿volverá la leyenda? ¿Perdió Anderson Silva la oportunidad de retirarse invicto? Las artes marciales son un ámbito abierto para la recuperación corporal. 'La Araña' es un luchador profesional, un hombre capaz de superarse a sí mismo. Sólo el futuro dará la respuesta definitiva.
Lea también: Estrictos a la hora de golpear
La noche fatal del Hombre Araña
Lun, 06/01/2014 - 13:01
Para muchos Anderson Silva es el mejor peleador libra por libra de las artes marciales mixtas. Los números están a su favor: 16 victorias consecutivas, diez defensas del título, 17 victorias por no