
Aunque parezca increíble, desde mucho tiempo atrás, y hasta bien entrado el siglo XX, la mujer en Colombia no podía votar. Entonces se decía que una persona era ciudadana si podía elegir y ser elegido. Ese derecho, sin embargo, estaba restringido para ellas. Técnicamente ellas no eran ciudadanas.
Las cosas cambiaron el 1 de diciembre de 1957. 60 años han pasado desde que la mujer, en Colombia, es reconocida como ciudadana. Llegar hasta allá no fue un camino fácil.
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El siglo XX, dicen, a pesar de que fue el más violento de la historia humana, es reconocido también como el que más cambios trajo para la humanidad. Entre esos cambios, y quizás uno de los más importantes, es que se abrieron las puertas al reconocimiento de derechos a quienes antes no los tenían: los negros, las minorías étnicas, y por supuesto, las mujeres.
Durante los años siguientes, las mujeres empezaron a tomar consciencia de que su papel en la sociedad iba más allá de los límites de la familia y el hogar. Las peticiones incluían mejoras salariales, la “capitulación del régimen matrimonial” que buscaba que pudieran acceder directamente a los bienes, y, por supuesto, el reconocimiento de la ciudadanía a partir del voto.
“Se generaba así una nueva cultura, en la que las mujeres empezaban a mirarse a sí mismas en forma diferente, a concebirse como parte de la sociedad política en la que se buscaba la igualdad, aunque con cierta timidez todavía y con la sensación, según se puede percibir en documentos de la época, de que los roles no estaban aún tan definidos”, escribió Vallejo.
El ideal de mujer
La idea de lo que era una mujer, de su función en la sociedad y de sus capacidades, durante mucho tiempo estuvo marcada por la influencia de la religión. Se decía que ellas estaban en el mundo para cuidar al hombre, engendrar hijos, y velar por que el hogar funcionara bien. Todo eso estaba muy arraigado al concepto de familia. Javier Fernando Torres, historiador de la Universidad Nacional escribió que “durante el siglo XIX la mujer era considerada como un objeto, ya fuera sagrado o de placer, es decir, como María o como Eva, pero en cualquier caso era dependiente de los hombres que la rodeaban, puesto que no se consideraba que pudiese tomar sus propias decisiones debido a lo débil de su carácter y su escaso o casi nulo razonamiento”. Agrega que “El concepto de Mujer que prevaleció fue el de Mujer blanca, sumisa, fiel y doméstica”.Un camino difícil
Rosita Turizo de Trujillo es una mujer de 89 años. Se ve como una abuela dulce y amable. Pero no hay que dejarse engañar por las apariencias: ella es una mujer que ha dedicado media vida y más a luchar por los derechos de las mujeres. En 1955 recién terminó la carrera de derecho, empezó a trabajar con la Asociación profesional femenina de Medellín. Esas mujeres intentaban entender por qué, a pesar de ser profesionales preparadas, se les seguía tratando como amas de casa; por qué no podían votar; por qué no recibían un salario igual al de los hombres. [single-related post_id="788671"] Entre tantas cosas a las que tenían que enfrentarse, la plena ciudadanía a través del derecho al voto era su objetivo más importante. Sin embargo, explicó Beatriz Vallejo, doctora en estudios políticos del Externado, “la conquista del voto femenino en Colombia fue complicada, lenta y llena de altibajos. La influencia que ejercía la Iglesia católica en la vida cotidiana de las mujeres desde la conquista, y aun entrado el siglo XX, impedía que estas se asumieran en un papel protagónico, que les permitiría ayudar a construir su propio entorno político”. Con la llegada de la industrialización a Colombia a principios del siglo XIX, explica la experta, se fue formando una clase obrera femenina que siempre obtuvo menores beneficios que los hombres. Eso, en 1920, llevó a las empleadas de Fabricato a una huelga. Las reivindicaciones de los derechos de las mujeres empezaban a tomar forma en el país.