Imagine que una madre de una bebé de seis meses le mutila el clítoris a su pequeña porque considera que es una tradición que evitará que "salga muy contenta", refiriéndose a su sexualidad.
¿Cuando leyó, su mente se trasladó a un lugar lejano de Colombia? No, ¿cierto? La realidad es que este caso ocurrió el pasado 2 de enero en Bogotá y la menor falleció debido a una infección que contrajo luego de que su progenitora le hiciera el corte. Su estado de salud se complicó y, finalmente, por la pérdida de sangre falleció.
Esta es una costumbre que las mujeres pertenecientes a la etnia Embera de Colombia practican en pleno siglo XXI. Kienyke.com habló con Dayana Domicó, quien hace parte de esta comunidad y es coordinadora nacional de juventud de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
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La mutilación "ni es una tradición, ni hace parte de la cultura de la comunidad"
Lo primero que explicó Domicó es que la mutilación vaginal femenina no hace parte de la cultura de los Embera y tampoco es parte de la ley de origen. La práctica llegó al país con los esclavos provenientes de Malí, África, y la comunidad lo adaptó en algunos departamentos de Colombia.
Además de esto, en el proceso de evangelización de los indígenas por parte de la religión católica, "las monjas también ayudaron a impulsar la práctica con el fin de reducir el deseo y el placer sexual en las mujeres", dijo Domicó.
En 2018, esta práctica sigue siendo una problemática y es por esto que la ONU declaró el 6 de febrero como el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina. En esta fecha se debate el multiculturalismo y los derechos humanos que subyacen tras la mutilación.
De acuerdo con la ONU, esta práctica "refleja una desigualdad entre los sexos muy arraigada y constituye una forma extrema de discriminación contra mujeres y niñas. La práctica viola sus derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometidas a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte".
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En Colombia son tres los departamentos en los que se presenta la ablación: Chocó, Valle del Cauca y Pereira. Dayana explicó que en las conversaciones que se han llevado a cabo con las comunidades se ha notado que para que abandonen esta práctica hace falta sensibilizar y concientizar.
"Nosotros como organización (ONIC o La gran nación embera) tenemos un reto gigante por el hecho de que tenemos que llegar a los territorios a hablar con las 'mayoras', y con los padres de familia para que la práctica se pueda erradicar de una manera sana y que no genere conflictos", explicó Domicó.
El ámbito legal
Las leyes han sido otro camino para erradicar la ablación. Sin embargo, es difícil que brinden una solución ya que las parteras piensan que hacer la mutilación es un asunto cultural, muy arraigado en el pensamiento y además no tienen conocimiento de que se atenta contra la vida de una menor.
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Otra problemática que ha surgido es que como las indígenas han emigrado de sus departamentos para llegar a Bogotá, practican la mutilación en la ciudad de manera clandestina, con condiciones de aseo pésimas. Esta fue una de las razones por las que la bebé de seis meses falleció.
Por último, a pesar de que no hay registros precisos sobre el número de niñas y mujeres a las que se les ha realizado la mutilación genital femenina, Colombia se unió a la conmemoración del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina al ser el único país de Latinoamérica donde se lleva a cabo.
En total son 30 los países del mundo que tienen entre su comunidades la práctica como una manifestación de la desigualdad de género por diferentes razones, en algunos casos es un requisito para el matrimonio, en otros se considera un rito para pasar de la pubertad a la adultez.