
Un calificativo peculiar se le atribuyó a la capital del país mientras se desarrollaba como ciudad. “Bogotá, la Atenas de Suramérica”, es una frase que aún no tiene autor pero que en su momento fue expresada por poetas, escritores y personajes que comparaban la riqueza cultural de la capital colombiana con una de las ciudades más históricas del mundo.
Esta frase se fue adaptando a la Bogotá contemporánea y con el pasar del tiempo, salieron algunas interpretaciones de carácter burlesco, donde señalaban que Bogotá era catalogada así por la cantidad de “ruinas” que tenía, haciendo referencia a las obras inconclusas y calles sin arreglar.
Más allá de la comparación, a lo largo de su historia la capital de Colombia ha permanecido como un referente cultural del continente. Hoy Bogotá ofrece un sin fin de actividades que siguen reconociendo a las prácticas culturales como un impulso para el desarrollo de la sociedad bogotana, como fue en tiempos pasados.
¿De dónde surge el calificativo “Atenas de Suramérica”?
Para encontrar los orígenes de aquel apelativo hay que remontarse a finales del siglo XIX, donde escritores como el argentino Miguel Cané elogian constantemente la cultura intelectual de los bogotanos, en su libro ‘En Viaje’ de 1884. Asimismo, el explorador francés Pierre d’Espagnat la nombró la “Atenas del sur” y el español Marcelino Menéndez Pelayo (que nunca visitó la ciudad, ni el país), señaló en su antología de la Poesía Latinoamericana que gracias a la cultura literaria, Bogotá estaba destinada a ser con el tiempo la “Atenas de América del Sur”.
Este título, a modo comparativo, está relacionado con el contexto socio-cultural de Bogotá para esta época. El historiador Fabio Zambrano Pantoja en su ensayo “De la Atenas suramericana a la Bogotá moderna”, indica que la cultura sirvió como una herramienta para dirigir el rumbo de la sociedad bogotana y “se convirtió en la base para forjar el mito de la Atenas suramericana, en razón de haber exaltado las buenas costumbres y las buenas maneras como las prácticas necesarias para la vida en la ciudad”.
La imagen que tenían los autores de Bogotá fue influenciada por la élite intelectual que predominaba en aquella época. Es decir, la migración de españoles fue determinante para las referencias que se tenían de la ciudad.
Por otra parte, la capital comenzó a ser epicentro de cultura cuando en 1871 se estableció la primera Academia de la Lengua en el continente. Este lugar impulsaba las tertulias, que en ese tiempo, eran vistas como herramientas para el proceso civilizatorio y culto de Bogotá.
Décadas más adelante, la industrialización y la llegada de nuevos materiales de construcción hicieron que se empezaran a percibir modelos de edificios estadounidenses en la ciudad.
El cine, la televisión y la música se popularizaron y marcaron una tendencia de nuevas modas y comportamientos en la capital. Los medios de comunicación fueron el puente para la democratización de los gustos y tendencias en los diversos espacios públicos de Bogotá.
La ciudad se proyectaba a ser una metrópolis, rompiendo privilegios culturales que solo gozaba la que se consideraba como clase alta en dicho tiempo.

La oferta cultural de la Bogotá moderna
La herencia ancestral bogotana es una de las ofertas culturales más destacadas en la ciudad. En la arquitectura, obras y música reposa la historia de una Bogotá que forjó su desarrollo de la mano de la multiculturalidad.
En la actualidad, tanto turistas como residentes de una de las metrópolis de Latinoamérica pueden disfrutar de una extensa carta de actividades en torno a la cultura. Bogotá posee más de 60 museos, 62 galerías de arte, 45 teatros, más 40 salas de cine, 161 monumentos nacionales, entre las principales zonas a destacar.
Después del confinamiento estricto, la industria musical volvió a reactivar sus presentaciones, siendo Bogotá un atractivo para los artistas. Más allá de los nombres más reconocidos como Coldplay, Dua Lipa, Guns N’ Roses, entre otros; Bogotá es un escenario que ofrece shows de subgéneros musicales que no llegan a ser tan reconocidos en el ámbito nacional.
La capital cuenta con alrededor de 13 festivales donde año tras año se promueve la cultura bogotana a través del arte, la recreación y el deporte.
Comunidades que han sido marginadas a lo largo de la historia y personas de distintas regiones del país, han encontrado en Bogotá un lugar incluyente para que su arte sea escuchado, así sea por una minoría.

'Estridente Móvil', evento musical de la Alcaldía de Bogotá en la Plazoleta Lourdes. 2019.
¿Hacia dónde va nuestro patrimonio cultural?
Al ser una ciudad con tanta diversidad cultural, a partir del año 2006 se reformó administrativamente la Corporación La Candelaria para darle paso al Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), entidad creada con el objetivo de promover procesos de investigación, valoración, activación, salvaguardia, recuperación y divulgación del patrimonio cultural, material, inmaterial, natural y arqueológico de Bogotá; desde una perspectiva integral en la que el patrimonio se convierte en un determinante del ordenamiento territorial.
Patrick Morales, director del IDPC, conversó con Kienyke.com sobre su gestión para promover y preservar el patrimonio cultural de la ciudad. “El IDPC está instalando las conversaciones bajo la clave de proximidad. Es decir, que permita que la gente pueda tener un vínculo social y esté más ligada a su vida barrial. Esto nos permite comprender cómo la gente se relaciona tradicionalmente con estos espacios”, explicó.
De acuerdo con el director del IDPC, los grandes patrimonios de la ciudad se siguen cuidando con una permanente atención, pero su foco es trabajar en aquellos patrimonios que están en una escala menor y que en algún momento se descuidaron.
“En esa perspectiva, en todas nuestras acciones la escala de proximidad está presente y por otro lado reconocemos los patrimonios que se dejaron de distinguir en la ciudad: el patrimonio inmaterial, natural y arqueológico”, indicó Patrick Morales.
Con el objetivo de que Bogotá siga siendo un referente cultural en el continente, el IDPC quiere dejar el legado de una conversación patrimonial que reivindique la proximidad y el vínculo social como una parte importante en la cotidianidad de la ciudad.
Así como en sus inicios, los habitantes de Bogotá seguirán siendo vitales para que, a partir de procesos culturales, se reconozca constantemente el desarrollo de una sociedad diversa y plural.