La Segunda Guerra Mundial dejó imágenes imborrables: los terribles campos de concentración; los trenes llenos de judíos; el hongo de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki; los bombarderos cruzando los cielos grises de Europa; el avance de las tropas por los campos. Y ciudades enteras destruidas. Varsovia, la capital de Polonia, es una de esas ciudades. La terrible armada nazi, en los casi 5 años de conflicto, logró reducirla casi que a cenizas. Como a cenizas también redujeron a sus habitantes: se calcula que murieron 600 mil personas en Varsovia. Cada 1 de agosto, el mundo recuerda ese hecho.
Polonia: el espacio vital de Hitler
De acuerdo a Hitler, para que la raza superior Alemana pudiera existir, hacía falta, entre otras cosas, un espacio físico acorde. Lo llamaba “espacio vital” (Lebensraum). Así lo describió en su libro “Mein Kampf” (Mi lucha): “El hecho de que el pueblo alemán, hoy en día, se encuentre comprimido en una extensión territorial insignificante, aguardando un futuro deplorable, no es un designio de la Fatalidad, así como tampoco una rebelión contra este estado de cosas representa una acción contra el Destino. Del mismo modo que nuestros antepasados no recibieron como don del Cielo el suelo sobre el que vivimos, sino que lo ganaron con riesgo de sus vidas, así también no será por concesión graciosa que nuestro pueblo obtenga en el futuro el espacio vital, y con él la seguridad de su subsistencia. Será únicamente por obra de una espada victoriosa”.
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Esa Alemania desmesurada y poderosa, que sólo cabía en la cabeza perturbada de Adolfo Hitler, tenía que, para existir, expandirse por todo lado. En ese camino se encontraría con Polonia, que para Hitler ocupaba un espacio que, por derecho, siempre le perteneció a Alemania. Entonces el 1 de septiembre de 1939, el implacable Ejército nazi, por tierra y aire, invadió Polonia. Y así empezó la Segunda Guerra Mundial.
El Gueto y la resistencia
A pesar de la heroica y resuelta resistencia del ejército polaco, el país cayó fácilmente en manos de los nazis. Poco a poco, el régimen del terror se fue imponiendo en Varsovia, hasta que, finalmente, el fanatismo criminal de Hitler y los suyos alcanzó su punto máximo con el establecimiento del inhumano Gueto de Varsovia. El Gueto fue el primer paso en la ‘Solución final’. Así, ‘Solución final’, llamaron los nazis a la estrategia de eliminación de los judíos.
Poco a poco, no sólo los judíos de Polonia, sino de otras ciudades ocupadas de Europa, fueron llevados al Gueto, que servía como ‘lugar de paso’ antes del destino final: el Campo de concentración de Treblinka. En un espacio muy pequeño llegaron a haber, entre 1940 y 1943, más de 400 mil personas. Las terribles condiciones en las que vivían los judíos en el Gueto de Varsovia es otra de las imborrables imágenes de la guerra que el mundo mantiene en la memoria.
[caption id="attachment_729672" align="alignnone" width="1024"] Foto: Wikipedia[/caption]
Puesta en marcha la Solución final, el Gueto se fue desocupando. Hasta entonces los judíos no se habían levantado contra los alemanes porque creían que los suyos no eran enviados a un campo de concentración, sino a realizar trabajos forzados, y que podrían volver. Sin embargo, con el tiempo, y poco antes de que iniciara la segunda deportación masiva, en 1943, los habitantes del Gueto entendieron que no habría regreso. De la muerte no vuelve nadie.
60 mil judíos que permanecían en el Gueto, convencidos de que no había más opciones, se levantaron contra los nazis. En enero de 1943, los judíos, con un armamento pobre y escaso, sacaron a la guardia nazi y tomaron el control del Gueto. Luego empezaron a construir barricadas y refugios subterráneos que se comunicaban entre sí. Lograron, por cuatro días, mantener a los alemanes afuera.
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Parecía que la situación podría salirse de control, así que los nazis pusieron en marcha un plan, efectivo y contundente, para destruir la resistencia al interior del Gueto de Varsovia. Las temibles SS avanzaban a pasos agigantados: la orden era una: matar a todo judío que capturaran y reducir a las llamar cada edifico del lugar. La batalla duró 20 días. Murieron 7 mil judíos. Al terminar, el Gueto estaba completamente destruido. Una parte histórica de Varsovia había desaparecido. Y aún faltaba otra dura batalla que habría de reducir la ciudad, una de las más bellas del mundo, a casi nada: muertos y escombros.
La destrucción definitiva
No todos los judíos murieron en la retoma del Gueto. Algunos lograron escapar para unirse a la resistencia polaca, que luchaba contra los nazis por todos los frentes posibles. No obstante, no era suficiente para sacar a los alemanes del país.
Y no sólo estaban los alemanes: por el frente oriental, el ejército de la Unión Soviética también avanzaba hacía Varsovia. Tenían el objetivo de liberar Polonia de la ocupación, para luego ser ellos, los rusos, los que se le quedaran. Polonia era como el pedazo de pastel que todo mundo ser quería comer.
Antes la perspectiva de tener a los alemanes por un lado y a los rusos por el otro, el Ejercito Territorial polaco recibió la orden, dada por el gobierno en el exilio, de recuperar la capital a toda costa, para que no quedara en manos ni de Hitler ni de Stalin. Para los polacos era claro que este último no iba a permitir un gobierno democrático en caso de que los soviéticos liberaran el país.
[caption id="attachment_729673" align="alignnone" width="1024"] Foto: Wikipedia[/caption]
Los polacos ya no tenían más opción. Lo primero que se hizo, entonces, para la retoma, fue convocar a la mayor cantidad de rebeldes y partisanos para que llegaran a Varsovia. Se juntaron, en total, algo más de 50 mil combatientes entre hombres, mujeres y niños.
Las tropas alemanas sumaban 18 mil efectivos. Se habían preparado para defender la capital a toda costa, y tenían, por eso, búnkeres y mucho armamento.
A las 5 de la tarde del 1 de agosto de 1944 empezó el levantamiento civil más importante que hubo contra la Alemania nazi durante toda la guerra. Como se habría de suponer, ante la diferencia de fuerzas, los alemanes lograron contener con éxitos los primeros pasos que dieron los rebeldes, que poco a poco se iban quedando sin suministros y sin soldados. Pero la batalla por Varsovia seguía.
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Entonces, Hitler ordenó “convertir la ciudad en un lago”. Ya no había diferencia, y los nazis empezaron a fusilar a cualquier polaco. Murieron, así, más de 40 mil personas. Pensaban, al hacer eso, que la moral de la resistencia se mellaría, y habría una rendición. Eso no pasó nunca.
Entre el 5 y el 18 de agosto, la artillería alemana se abalanzó contra Varsovia con particular crueldad. En las carrocerías de los tanques, usaron cuerpos de polacos como escudo humano. Los aviones de la Luftwaffe (Fuerza área alemana) bombardeaban la cuidad una tras otra vez. El poderoso súper cañón Mörser-Gerät "Ziu", disparaba sus enormes proyectiles constantemente.
El final
El 10 de septiembre, las tropas soviéticas llegaron a la orilla oriental del rio Vístula. La primera operación exitosa que llevaron a cabo fue capturar los suburbios de esa zona de Varsovia. Sin embargo no avanzaron más. En sus planes no estaba ayudar a la resistencia polaca. Al contrario, según lo ha aceptado la historia, Stalin quería que la ciudad fuera destruida y que no quedara nadie en ella para poder controlarla después.
Al respecto, el historiador David Glantz escribió que “ciertamente, la resistencia alemana en la región era probablemente suficiente para detener cualquier ataque soviético, al menos hasta mediados de septiembre. Por consiguiente, un avance soviético sobre Varsovia habría implicado una gran reorientación de esfuerzos militares desde Magnuszew en el sur –o, más realistamente, desde el eje de los ríos Bug y Narew en el norte- para reunir fuerza suficiente para penetrar en Varsovia. Incluso si hubiesen alcanzado Varsovia, la ciudad habría sido un lugar costoso de limpiar de alemanes y una posición inadecuada desde la cual lanzar una nueva ofensiva”.
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La larga batalla surtió los propios efectos: la resistencia polaca no pudo contra los alemanes y se rindió definitivamente el 2 de octubre. Se logró, en el capitulación, que los nazis respetaran la vida de los prisioneros y los civiles. Himmler, uno de los altos jerarcas Nazis reconoció que lo que pasó en Varsovia fue “Una de las más mortíferas batallas desde el comienzo de la guerra, tan difícil como la lucha por Stalingrado”.
Los resultados: 100 mil personas, entre civiles y soldados polacos murieron. Más de 300 mil fueron enviados a los campos de concentración; de ellos murieron cerca de 70 mil después. Los alemanes dejaron Varsovia completamente vacía. Una vez estuvo sin gente, su demolición continuó. Para 1945 el 85% de la ciudad había dejado de existir.
Lo que quedó de Varsovia cayó en manos de los rusos, el 17 de enero de 1945. Técnicamente no quedaba nada que liberar: recuerdos, escombros, desolación y cenizas. Un panorama aterrador.
Pero el pueblo polaco no se rindió nunca. Con una paciencia de artesano, laboriosamente, con los mismos materiales, y casi que con características idénticas, reconstruyeron la ciudad. Hoy es, a pesar de haber sido borrada del mapa, una de las ciudades más bellas del mundo.
https://www.youtube.com/watch?v=JdhSDmT6DNA
Cuando los nazis destruyeron una ciudad entera
Mar, 01/08/2017 - 09:25
La Segunda Guerra Mundial dejó imágenes imborrables: los terribles campos de concentración; los trenes llenos de judíos; el hongo de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki; los bombarderos