Thomas Lobel tiene 11 años y pide que lo llamen ‘Tammy’. Debra Lobel y Pauline Moreno, una pareja de lesbianas que lo adoptaron cuando solo era un bebé de dos años, lo han puesto bajo tratamiento hormonal para que cambie de sexo. La idea es que Lobel llegue a la pubertad con los cambios físicos que afrontan las mujeres. El bloqueo hormonal hará que no continúe siendo hombre.
Debra y Pauline respaldan la decisión de cambiar de sexo a su hijo, con el argumento de que los niños con problemas de identidad de género tienden al suicidio. Thomas fue diagnosticado con este desorden luego de haberse tratado de mutilar los genitales a los 7 años. “Nuestra princesita siempre supo que era niña. Fue lo primero que nos hizo saber cuando aprendió a comunicarse a través de señas. Dijo que era una niña”, cuenta Lobel, quien además aclara que su hijo tenía problemas para hablar.
En el brazo izquierdo, Thomas tiene un implante que detiene su desarrollo masculino. Sus hombros no se ensancharán, no le crecerá barba y su voz no se engrosará. “La gente se enfureció y se enfrentó a nosotros debido a nuestra decisión”, dice Lobel. “Todos nos decían que arruinaríamos la vida de Thomas, pero yo sé que es mejor no correr el riesgo de perderlo”. Lobel se refiere a que después de investigar las estadísticas del Centro de Prevención para la Juventud, entendió que más del 50 por ciento de los jóvenes con problemas de transgénero intentan quitarse la vida, más de una vez, antes de cumplir los 20 años.
El implante debe ser cambiado cada año. Según Pauline Moreno: “El tratamiento hará que Thomas tenga el cuerpo de un niño pre adolescente hasta que tome la decisión para hacerse la cirugía de cambio de sexo”. La idea es que el bloqueo hormonal le permita tener tiempo suficiente para decidir si quiere transformarse por completo en mujer, o si prefiere mantener sus órganos masculinos. “Decidimos iniciar la transición para que Thomas no se convirtiera en un género intermedio. Por eso es mejor empezar desde niños para que sean una cosa o la otra”, dice Moreno.
El implante debe removerse cuando Thomas cumpla 14 o 15 años, una vez llegue a la pubertad. “Si ella decide dejar el tratamiento, su desarrollo como hombre será normal y no dañará su fertilidad. Si, por el contrario, Thomas decide continuar con la transformación, se le administrarán hormonas femeninas. Su voz se aclarará, desarrollará senos y otras características de mujer”, dice Moreno. “Lo que me asusta es que la gente prefiera arriesgar la vida de un hijo en vez de ceder a una decisión difícil”. Moreno confía en que el tratamiento le proporcionará una adolescencia menos conflictiva a su hijo.
El primer paso del tratamiento consistió en permitirle escoger su propia ropa. Diademas, brasieres y vestidos eran la elección por encima de cachuchas y otras prendas masculinas. “Desde que le permitimos que se vistiera como quería, su personalidad cambió de inmediato”, explica Moreno. “Siempre tuvimos problemas a la hora de integrar a Thomas. Era muy callado y parecía preferir estar en su propio mundo. Cuando Thomas salió a la superficie, apareció una niña llena de alegría y muy sociable”.
Las críticas a la pareja de lesbianas han sido duras, y la decisión de poner bajo tratamiento hormonal a Thomas no ha sido fácil. Moreno y Lobel se casaron en 1990, y ambas son abuelas. Aseguran que su sexualidad no tiene nada que ver con la situación particular de Thomas. “Las dos entendemos qué se siente ser diferente. Pero es muy distinto no pertenecer en tu cuerpo”, dice Moreno con respecto a la situación de su hijo. Ambas reconocen el apoyo de profesores y tutores del colegio de Thomas, quienes han tenido la mente abierta para apoyar esta decisión.
“Vivimos en una zona en la que la gente respeta los diferentes estilos de vida que se dan”, afirma Moreno. “Además pertenecemos a una comunidad religiosa que nos ha dado todo su apoyo. Cuando vamos a la sinagoga, las personas se acercan a Thomas y le dicen que está muy linda. Siempre les estaremos agradecidos”. San Francisco es una de las cuatro ciudades de los Estados Unidos que tienen programas especiales para transgéneros. Allí se encuentra el Centro para La Excelencia en el Transgénero, donde adultos y niños son evaluados por siquiatras y endocrinólogos con el fin de proporcionar un tratamiento acorde a cada situación.