Aún no se adapta muy bien al frío y confiesa que a principio de año, cuando pisó tierras bogotanas, no trajo sacos ni abrigo.
Se muestra como un hombre de pocas palabras. Cuando rompe sus silencios, Anderson Monsalve Chacón revela que está contento y satisfecho viviendo y trabajando en Bogotá, a casi mil kilómetros de distancia de su familia que reside en San Cristóbal (Estado Táchira), ciudad venezolana fronteriza con Colombia.
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Vive con un su hermano menor en un apartamento compartido en Chapinero, y trabaja en su gran pasión: la cocina, un gusto y oficio de familia que viene haciendo desde que era ‘chamo’ en su estado natal Táchira, región de la que han sido deportadas cuentos de familias colombianas en los últimos días por decisión del presidente Nicolás Maduro.
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La dedicación y gusto por la cocina le dio no sólo reconocimiento en su ciudad San Cristóbal, y otras poblaciones del estado Táchira, sino en la misma capital Caracas, donde según relata, se lo "peleaban grandes empresarios y políticos" para que les cocinara cenas familiares o almuerzos de negocios.
A sus 27 años, Anderson pasó de trabajar como chef en el hotel Hilton de la capital venezolana, a uno de los hoteles con más tradición en Bogotá: el Tequendama, y actualmente varias cadenas de almacenes lo solicitan en Colombia para que haga degustaciones en público de varios platos gastronómicos.
“Mi hermano y yo nos vinimos de Venezuela por una señora de Bogotá que conocimos en San Antonio del Táchira, quien le dio trabajo a mi hermano en uno de sus restaurantes. Después de haberse radicado acá en Colombia, mi hermano me ayudó para que yo también trabajara como chef. Organicé los títulos educativos que había adquirido en Venezuela y se los envié a mi hermano, quien me consiguió trabajo. Empecé a trabajar al día siguiente de llegar a Bogotá, en el Hotel Tequendama”, relató.
Anderson manifiesta que se siente a gusto en Bogotá, ciudad de la que no piensa marcharse y a donde quiere traer a su esposa y a sus dos hijas, de siete y cuatro años de edad.
“Me ha ido muy bien en Bogotá; me gusta porque es como fue Venezuela antes, donde uno puede surgir trabajando. Desafortunadamente ahora en Venezuela no se puede hacer nada de eso, y si uno no tiene algún 'chanchullo' o hace trampa, no se hace plata allá. En cambio acá en Bogotá puedo pensar en hacer algo a futuro”.
Precisamente el mal momento de la economía venezolana ha empujado a decenas de personas como Anderson a buscar mejores horizontes en Colombia.
“En Venezuela no me gustó trabajar en cocina porque es muy mal pagada. De hecho, allá tengo otro negocio, trabajo con carros, soy también técnico en fibra de vidrio, reparación de parachoques para automóviles. El negocio lo tenía con mi hermano y en eso fue que realmente surgí en Venezuela, pero no me quedé trabajando por el problema económico e inflacionario que hay en mi país y que ha generado escasez, lo cual evita que uno pueda adquirir materias primas para trabajar”.
Según relata, en el negocio de la restauración de automóviles había que “pagar tres veces más por la poca materia prima que hay, y en consecuencia cobrar tres veces más por el servicio. Mi hermano mayor aún está con el negocio allá en Venezuela, pero desde acá a veces me toca mandarle plata para que compre materiales en Cúcuta”.
Anderson Monsalve no es indiferente a lo que ha pasado en la frontera con la deportación de colombianos, pues allá está la gente que quiere, y son quienes conocen muy bien los verdaderos problemas que pasan en la zona limítrofe entre ambos países.
“Regresé hace una semana de Venezuela donde estuve dos meses visitando a mi familia, y cuando me iba a venir a cumplir unos compromisos en eventos de cocina donde hago degustaciones en vivo para almacenes de cadena, cerraron la frontera y perdí esos compromisos. Sí es cierto que en la frontera hay violación de derechos humanos contra los colombianos, hay gente que no se merecía ese trato, aunque son personas que invadieron terrenos donde pasaban algunas rutas del contrabando. Allá, en las casas que demolieron, había productos destinados para el contrabando, y de diez casas, ocho se prestaban para eso, aunque la Guardia Nacional también era partícipe del negocio”.
Su larga experiencia viviendo en la frontera le da seguridad de hablar de los problemas que desencadenaron la crisis humanitaria y diplomática actual entre Venezuela y Colombia.
“El problema en Venezuela es que el valor de la mayoría de productos de primera necesidad están regularizados o controlados por precios que el gobierno fija para que todas las personas tengan acceso a ellos. Entonces, allá los productos como la harina, el aceite, azúcar, leche son bien económicos. Esos productos, si los pasan a Colombia, les generarán ocho veces su valor original en ganancias, y eso es lo que promueve a los venezolanos y colombianos a contrabandear en la frontera, en un trabajo organizado. Por eso allá se gana más bachaqueando (contrabandeando) que en un empleo normal”.
Anderson conoció muy bien el contrabando, porque incluso -tal como lo aceptó él mismo- pasó gasolina venezolana a Colombia, el cual es el producto que más renta deja del contrabando en la frontera.
“Yo pasé gasolina de Venezuela a Colombia en mí carro, antes de tener estabilidad económica. Tanqueaba completamente mi carro con un valor equivalente al 0,01 por ciento de lo que vale un día de trabajo, lo que cuestan cinco dulces, y en Cúcuta vendía 20 litros de gasolina en 21 mil pesos, o sea le sacaba un rendimiento del 10.000%, aunque ahora se gana más. Sin embargo, ya no lo hago porque no tengo la necesidad y porque se arriesga uno a que le quiten el carro”.
Desabastecimiento en los supermercados de Venezuela.
Monsalve no vaciló en decir que hasta la misma guardia venezolana hace parte del negocio del contrabando. “La Guardia Nacional es una porquería, porque con plata allá uno arregla todo. Por ejemplo a mí me agarraron una vez llevando gasolina, y me dejaron pasar como si nada después que al guardia le di tres mil bolívares. Sin embargo, la misma situación económica allá posibilita esa clase de situaciones, porque nada se consigue, todo es caro, y por ejemplo si uno quiere comprarse algún producto que sea costoso, dura uno o tres meses para conseguir ese dinero, pero cuando se va a comprarlo ya vale 30 mil. Los precios no se mantienen por culpa de la inflación”.
También explica que el desabastecimiento que afecta a ciudades del interior de Venezuela se debe a dos factores. El primero “a las expropiaciones que el mismo gobierno ha hecho de almacenes de cadena, y por ejemplo en este momento La Polar es la que abastece el 80 por ciento de consumo de materia prima en el país”, y en segundo lugar al problema de los contrabandistas. “Lo que hacen los grandes contrabandistas es ir al interior del país, compran la mercancía a los supermercados que surten a la comunidad y llevan esos mercados para San Cristóbal donde los pasan a Colombia”.
Anderson confesó que le envía dinero a su esposa para que haga compras en Cúcuta, aunque acepta que después de dos semanas de cerrada la frontera “la situación mejoró bastante en San Cristóbal, porque ya no podían pasar productos de contrabando”.
De igual manera reveló que quiere traerse para Bogotá a su esposa y sus dos hijas, aunque manifestó que no quiere dejar sola su casa y automóvil en San Cristóbal ni venderlos, pues si deja su vivienda sin habitar, cuando vuelva la puede encontrar habitada por personas que tengan alguna necesidad y no puede sacarlas del domicilio, por ley de su país.
El joven chef criticó la gestión que ha venido haciendo en su país el presidente Maduro, aunque no ocultó su admiración por Hugo Chávez.
“Lo único bueno de este gobierno es la salud, porque la educación ahora se ha deteriorado bastante, también porque los maestros allá están mal pagos, y no hacen bien su labor pues su sueldo no los motiva. El sistema de salud sí es excelente, es totalmente gratuita, indiferentemente si la persona tiene o no papeles. Allá la salud pública no tiene nada que envidiarle a la privada, pero eso lo hizo fue Chávez, porque este señor Maduro no ha hecho nada. Chávez hizo misiones de salud en todos los barrios alejados de la ciudad, puso centros de atención inmediata que tenían equipos de última tecnología".
"(…) Yo desde que pude votar, voté por Chávez, porque eran tiempos mejores. Empecé a trabajar desde los 14 años y a la edad de 17, aunque no quise, podía ya comprar casa, carro. Pero ahora Maduro acabó con la economía del país”.
El venezolano promesa de la culinaria que prefirió cocinar en Bogotá
Jue, 03/09/2015 - 04:52
Aún no se adapta muy bien al frío y confiesa que a principio de año, cuando pisó tierras bogotanas, no trajo sacos ni abrigo.
Se muestra como un hombre de pocas palabras. Cuando rompe sus sile
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