“¿A qué horas esto se volvió de este tamaño?”. Juan Camilo Hernández se hizo esa pregunta hace seis meses, cuando tuvo que trasladarse a una bodega para que todos sus empleados estuvieran en un mismo lugar. A sus 63 años, el presidente de Offcorss no sabe cómo pasaron la mayoría de los hechos que marcan la historia de esta exitosa empresa paisa.
Hace más de 35 años, Hernández ya era un hombre de negocios que distribuía su marca propia para niños, Rancho, en almacenes Éxito de Medellín. Cuando nació su primer hijo, viajó a los Estados Unidos a comprarle ropa en OshKosh B’gosh, pues no encontraba algo que le gustara en el mercado colombiano. Allí advirtió que la ropa para bebés podía tener diseños creativos y colores diferentes de los cuatro que se ofrecían en Colombia: rosado, azul, blanco y amarillo. Así nació la idea de crear Offcorss.
Juan Camilo pensaba en que las prendas para bebés podían ser innovadoras. Hoy la marca vende entre 6 y 7 millones de prendas y lanzan una colección mensual que jamás se repiten. Su departamento de diseño trabaja casi las 24 horas del día. A finales del 2012 cerraron ventas en aproximadamente 1.500 millones de pesos.
Cada mes la marca lanza una colección distinta. En lo único que ha pensado su presidente, Juan Camilo Hernández, es que las prendas tengan mucho color.
De regreso a Colombia, Hernández se encontró con un amigo publicista a quien le pidió ayuda para encontrar el nombre de su marca. Quería que fuera tan atractivo como la ya citada OshKosh B’gosh. “¡Of Course!”, dijo de repente el publicista. Hernández pensó que estaba bromeando.
Luego de unos días volvió a preguntarle a su amigo si había pensado en un nombre llamativo para su marca. El publicista respondió: “Sí, ya te la dije: Of Course”. Sin embargo, los paisas iban a leer el nombre como se escribe; no como se pronuncia en inglés. Entonces llamaron a un empleado de la agencia y le pidieron que escribiera of course. El hombre escribió: Offcors. Así nació el nombre en inglés para una marca colombiana. Después, por cuestiones de estética, se le agregó otra s. Quedó bautizada Offcorss.
Su hijo fue el motivo para crear esta marca. Pero cuando se le pregunta ¿qué dice él hoy sobre su empresa? Hernández responde: “No le he oído decir absolutamente nada”. Y es que su hijo decidió tomar otro camino: “Una de las decisiones más importantes que he tomado es no haber querido que mis hijos trabajaran conmigo aquí, porque eso de alguna forma es decirles qué es lo que deben hacer o cómo tienen que vivir la vida”. El joven trabajó seis meses en la compañía y se marchó. Hoy enseña a campesinos a volver a la agricultura orgánica y dicta conferencias sobre la importancia de esto. Su hijo menor es compositor y tiene un estudio de música en Los Ángeles. No hay un heredero para la compañía. Quien reemplace a Juan Camilo, pues, no será de la familia.
El departamento de diseño es uno de los que no descansa. Hace 35 años, quienes diseñaban las prendas eran Hernández y su esposa.
El fundador de esta marca de ropa para niños recuerda cómo comenzó lo que hoy es una fábrica con más de 700 empleados y más de 7.600 empleos indirectos: “el negocio de vender ropa lo comenzamos quien era mi esposa y yo”.
En los primeros dos años de la marca Rancho, con la que consiguió los contactos para sus ventas, el propio Juan Camilo era quien cortaba la tela, visitaba a la confeccionista y de allí salía hacia el almacén Éxito. Aprendió a ser recursivo luego de que su papá lo echara de la casa por irreverente y no obedecer las reglas. Aprendió que tenía que trabajar y estudiar al mismo tiempo. Pagó su carrera de ingeniería industrial y de matemáticas en la Universidad de Los Andes; sin embargo, nunca se graduó.
En Offcorss comenzaron diez personas dedicadas al diseño y corte de las telas, los contactos ya estaban listos, la marca se vendería en los almacenes Éxito, LEY y Vivero. Offcorss ya tenía compradores. Entretanto, la marca Rancho salió del mercado.
En ese entonces, jamás pensaban en montar una tienda propia de la marca. Fue gracias a una amiga que nació esa línea de negocio. Beatriz Mora era una señora que compraba la ropa para vender en Bogotá. Quería abrir una tienda de la marca y Juan Camilo accedió a venderle ropa al por mayor. Así nació el primer almacén Offcorss, ubicado en el barrio cedritos. Gracias a los buenos resultados en las ventas, la socia de Hernández decidió abrir otro local en la capital.
Algo muy similar sucedió en Cali, segunda ciudad del país a la que llegó la marca. El primer almacén operado directamente por Hernández se abrió en Bogotá, en el centro comercial Salitre Plaza. Tiempo después, su socia partió del país y él le compró las dos tiendas. La tercera ciudad a la que llegó la marca fue Medellín.
“Nos dimos a conocer internacionalmente, también sin planearlo”, dice. Ocurrió en Colombiamoda, donde un mexicano, comprador de almacenes Sears en México, se interesó en la marca. Hace diez años Offcorss se vende en México. Hernández se encargó personalmente de enviar la ropa a Centroamérica. Hoy se encuentran en Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Ecuador, Republica Dominicana. Pronto abrirán tienda en Perú y esperan entrar a Estados Unidos. Offcorss también estuvo en Venezuela pero fue clausurado cuando Hugo Chávez llegó al poder. Algunas de estas sucursales de la marca funcionan por franquicias y otras son propias.
Hernández confiesa no estar al tanto del entorno de su mercado. No le gusta mirar cifras. Huye de las reuniones gremiales o asambleas porque lo único allí solo se oyen quejas y problemas.
Como todas las empresas, Offcorss también ha tenido crisis. Hernández recuerda una en especial: un incendio en 1999 que causó la pérdida total del centro de distribución, lugar donde estaban todas las prendas que ya estaban listas para salir a la venta. No obstante, el presidente de esta compañía no cree en crisis: “para mí una crisis es el momento de inventarnos cosas”.
Juan Camilo Hernández aprendió a ser recursivo gracias a que su padre lo echó de la casa.
En su oficina, Juan Camilo Hernández conversa con varios títeres y peluches. Asegura que ellos lo escuchan cuando está “emproblemao”. Se considera un socio de los niños, pues vende para ellos. Su objetivo es darles la oportunidad de escoger lo que quieren comprar. Hoy en día son los niños quienes compran, no los padres.
Hernández y su equipo emprendieron hace menos de un año fue la banda musical Offcorss, con niños a los que les gusta la música y bailarines que han logrado salir de barrios estigmatizados por la violencia.
Al hablar de quién es su competencia, considera que todo aquel que fabrique ropa para niños. Pero resalta que en tema de precios, es muy complicado competir con algunas marcas que elaboran todos sus productos en China. La materia prima de la ropa de Offcorss, sus telas, son ciento por ciento colombianas. Fabricato es el proveedor del 92% del insumo. Sin embargo, la marca importa material que no se fabrica en el país, como los zapatos de caucho para bebés o las chaquetas de plumas. “El 90 % de lo que vendemos es producido aquí”. La talla más grande que se vende en el mercado de Offcorss es la 16.
A Juan Camilo Hernández no se le ha pasado por la cabeza vender su marca: “me entretiene mucho estar aquí y no vendería mi entretenimiento, es como vender la bicicleta cuando a uno le gusta montar en ella”. En sus ratos libres oye música de los Beatles y de Jimmy Hendrix, además de regalar jarabe de jengibre a quienes están enfermos de gripa. No ser tan radical en sus negocios lo ha llevado a donde está: “nunca he manejado la compañía por resultados, solo he hecho las cosas bien”.
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Mar, 26/02/2013 - 15:30
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