
La estudiante javeriana Camila Andrea Rivera Millán, que cursa sexto semestre de antropología, publicó en Facebook una sentida carta dedicada 'Calidoso', el hombre que fue incinerado en Bogotá. Según contó a KienyKe.com, ella lo conoció hace dos años cuando se vinculó a un grupo de animalistas que está pendiente de las mascotas de los habitantes de calle del sector.
En la carta se entiende por qué este caso derrotó prejuicios para conmocionar al país:
"Llevo tiempo tratando de escribir esto, intentado convertir en palabras este dolor e indignación que siento tan profundamente en el corazón. Hace mucho no me enfrentaba a una escritura tan difícil, en mis 20 años de vida he conocido varias historias dolorosas tanto de personas como de animales pero es la primera vez que algo tan inhumano me toca tan cerca (y ruego, tal vez inútilmente, que sea la última) mi alma se desgarra de sólo reflexionar sobre la historia de maldad y crueldad tan grande que necesito plasmar, mi corazón ha estado en shock, se ha negado hablar pero necesito contarlo, necesito que lo lean, en un acto simbólico de justicia necesito contar esta historia.
Calidoso era una muy buena persona, era alto, usaba unas rastas milenarias, un gorrito negro, y veces se ponía un gabán beige, siempre andaba acompañado de su amada perrita Luna, ella negrita negrita como él. Tuve la oportunidad de hablar varias veces con él durante el año que llevaba conociéndolo, él siempre se sentaba después de las 7pm en el borde del túnel, al lado del Oxxo, de la Javeriana, a veces pedía monedas, a veces sólo hacía la charla, en ocasiones duraba días sin salir porque tenía algunos males que lo aquejaban. Pero él estaba ahí, cargado de buena energía, cargado de cordialidad, lleno de vida y ganas de lucharla. La vida es una red muy compleja, llena de decisiones, razones, contextos... generalizar es recortarla, minimizarla; las personas terminan en la calle por diferentes factores, a veces se toman malas decisiones, a veces nacen niños con un panorama de limitadas posibilidades, a veces nacen predispuestos por malas decisiones de sus padres, a veces no tienen a nadie… realmente hay muchos motivos para terminar viviendo en un estado tan precario e invisibilizado, pero sea como sea JAMÁS DE LOS JAMASES eso le va a quitar a alguien la condición de ser humano, de ser escuchado, de ser apoyado, de ser respetado. Calidoso era un muy buen ser humano.
El viernes 2 de mayo, Calidoso dormía en el caño de la 39, el lugar donde fue condenado a vivir por un mundo injusto y desigual, eran altas horas de la noche y de la nada, de las sombras, como materialización de la maldad de este mundo, salieron algunos monstruos, le echaron gasolina y le encendieron fuego. ¿Ustedes se pueden imaginar el dolor tan insoportable que debió sentir? ¿Pueden si quiera imaginar la sensación tan desgarradora de estar siendo quemado vivo? La impotencia, la desesperación… Unos monstruos, seres repugnantes, despreciables, crueles, inhumanos lo quemaron vivo. Esos monstruos posiblemente viven en casas o apartamentos, tal vez tienen carro o moto, pagan impuestos, compran ropa con cada quincena, acaso usen celular, diariamente se camuflan con los seres humanos, pero JAMAS DE LOS JAMASES los podré considerar como tales, para mí no son más que monstruos capaces de cometer actos tan bajos, tan dolorosos, tan incoherentes, tan inimaginables.
Entre Calidoso y ellos no hay punto de comparación, él era un muy buen ser humano y ellos son seres enfermos contagiando, a un mundo pusilánime, de ideas y acciones enfermas y destructivas. Después del ataque Calidoso quedó vivo, fue llevado por sus compañeros al Hospital San Ignacio, allí estuvo en cuidados intensivos, entró en coma, los médicos dictaminaron que ya no había nada que hacer, estuvo con tratamientos paliativos para bajarle el dolor tan fuerte que debía estar sintiendo, su cuerpo estaba destruido, era un NN más sin salvación. Ayer viernes 9 de mayo falleció en las horas de la tarde. Yo necesito contar esta historia, por él, porque él tenía un nombre: Marco Tulio Sevillano cariñosamente conocido como “Calidoso”, tenía 50 años, era oriundo de Cali, allí vive su familia en el barrio “El obrero”. Él tenía una historia, era un ser humano, un muy buen ser humano que fue asesinado cruelmente por unos monstruos sin rostro (puede ser cualquiera que cruce junto a ti la cebra) que proclaman horribles ideales que destruyen el mundo. Adiós querido Calidoso, me agradó conocerte, fue un placer haber charlado contigo y esa esquina del Oxxo estará con un vacío enorme para siempre, ya no estarás ahí nunca más diciéndome, cuando salía tarde de la universidad, 'Chao mona, que me le vaya muy bien, mi Dios me la bendiga'
Ay Calidosito, te despido con mucho dolor e impotencia".