El apartheid era un fenómeno de segregación racial implantado en Sudáfrica por colonizadores holandeses. Este movimiento consistía en la división de las razas supuestamente para promover el desarrollo. Todo esto estaba liderado por la raza blanca en la que se hacía una clasificación racial de acuerdo a la apariencia, aceptación social y descendencia.
En 1950 algunas leyes les prohibían a los a los no blancos estar en lugares como playas, autobuses, hospitales e incluso bancos o parques. Además eran obligados a portar su identificación en todo momento y les restringían el ingreso a algunas ciudades de su país.
Nelson Mandela fue encarcelado durante 28 años por ser un líder pacifista de oposición al apartheid. En 1994 fue elegido presidente de la nación, convirtiéndose en el primer mandatario de raza negra del país. Su principal objetivo era convertir al Sudáfrica en “el país de todos”.
El rugby como herramienta de reconciliación
El rugby era considerado un deporte de blancos y era odiado por la raza negra ya que lo veían como el símbolo de la opresión, al igual que la bandera y el himno. Mandela vio en este deporte una manera de unir al pueblo con esta frase: “¿Qué es lo que más les importa a los blancos? ¿Su religión? ¿Su Dios? Sí, pero también el rugby. A ver si somos capaces de utilizar esa pasión para unificar el país”.
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Una de las piezas clave en el desarrollo de su ideal fue el capitán de la selección, Francois Pienaar, quién motivo a sus compañeros de equipo, en ese momento integrado únicamente por blancos, a unirse a su causa. Ellos aprendieron un nuevo himno que era entonado por los negros en las manifestaciones contra los blancos.
En 1995 se celebró la Copa Mundo de rugby en Sudáfrica. En este torneo se dio el regreso de los Springboks al certamen luego de la sanción que habían sufrido en las ediciones de 1987 y 1991 por la política del apartheid. En un principio los partidos del mundial no eran del agrado de los negros, sin embargo al ver su canto de batalla interpretado por sus “enemigos”, se interesaron mucho más en el deporte.
Prueba de lo anterior fue la sufrida semifinal en la que Sudáfrica venció a Francia agónicamente. Al finalizar el juego los negros celebraron más que los mismos blancos. Durante la final ante Nueva Zelanda, los bares de las diferentes ciudades estaban invadidos de negros a los que antes ni les interesaba el rugby.
Un muy aguerrido juego se vivió aquel día. Los sudafricanos demostraron su mejor juego ante la que es considerada la mejor selección de la historia. Al final, en tiempo extra, los Springboks se quedaron con la victoria.
Durante la entrega de la copa se escuchó al unísono el grito de “Nelson, Nelson” en el estadio. Blancos y negros celebraron juntos durante toda la noche y así se puso fin a la extrema derecha en Sudáfrica. Después se consolidó la democracia y comenzó la estabilidad del país africano.
El rugby como herramienta de reconciliación
El rugby era considerado un deporte de blancos y era odiado por la raza negra ya que lo veían como el símbolo de la opresión, al igual que la bandera y el himno. Mandela vio en este deporte una manera de unir al pueblo con esta frase: “¿Qué es lo que más les importa a los blancos? ¿Su religión? ¿Su Dios? Sí, pero también el rugby. A ver si somos capaces de utilizar esa pasión para unificar el país”.
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Una de las piezas clave en el desarrollo de su ideal fue el capitán de la selección, Francois Pienaar, quién motivo a sus compañeros de equipo, en ese momento integrado únicamente por blancos, a unirse a su causa. Ellos aprendieron un nuevo himno que era entonado por los negros en las manifestaciones contra los blancos.
En 1995 se celebró la Copa Mundo de rugby en Sudáfrica. En este torneo se dio el regreso de los Springboks al certamen luego de la sanción que habían sufrido en las ediciones de 1987 y 1991 por la política del apartheid. En un principio los partidos del mundial no eran del agrado de los negros, sin embargo al ver su canto de batalla interpretado por sus “enemigos”, se interesaron mucho más en el deporte.
Prueba de lo anterior fue la sufrida semifinal en la que Sudáfrica venció a Francia agónicamente. Al finalizar el juego los negros celebraron más que los mismos blancos. Durante la final ante Nueva Zelanda, los bares de las diferentes ciudades estaban invadidos de negros a los que antes ni les interesaba el rugby.
Un muy aguerrido juego se vivió aquel día. Los sudafricanos demostraron su mejor juego ante la que es considerada la mejor selección de la historia. Al final, en tiempo extra, los Springboks se quedaron con la victoria.
Durante la entrega de la copa se escuchó al unísono el grito de “Nelson, Nelson” en el estadio. Blancos y negros celebraron juntos durante toda la noche y así se puso fin a la extrema derecha en Sudáfrica. Después se consolidó la democracia y comenzó la estabilidad del país africano.
