La sonrisa de Gabriela Espinosa dice mucho de cómo se siente en este momento: valiente, esperanzada y viviendo un sueño que a penas se empieza a cumplir.
Su voz gruesa y ronca contrasta con lo
Su voz gruesa y ronca contrasta con lo
La sonrisa de Gabriela Espinosa dice mucho de cómo se siente en este momento: valiente, esperanzada y viviendo un sueño que a penas se empieza a cumplir.
Su voz gruesa y ronca contrasta con los zapatos de hebilla, la falda de cuadros y los accesorios que ahora usa en el cabello, que ya casi le llega a los hombros. Solo tiene 17 años y está en noveno grado, pero ya ha tomado decisiones trascendentales que para muchos colombianos pueden ser inmorales y extrañas.
Lea también: La historia de amor gay que puso a pelear al país
Aunque nació hombre, lo llamaron Jhon, y creció como cualquier otro niño en el municipio de Ricaurte (Valle del Cauca), desde pequeño le llamó la atención lo femenino.
"Siempre hubo una atracción por los hombres pero me gustaban las cosas de mujer. Jugaba con las 'barbies' de mi hermana y me ponía la ropa de ella. Después me identifiqué como una mujer", dice.
Además le puede interesar: El youtuber que enfurece a los homosexuales
Como cualquier cambio, dejar de ser llamado Jhon para ser reconocida como Gabriela, no fue sencillo. A los 12 años, asumió su opción de vida frente a su mamá.
"Le conté a mi mamá que era gay, pero un gay que se ponía aritos, que se maquillaba y usaba algunas prendas femeninas", recordó en diálogo con KienyKe.com.
En medio de la polémica por los manuales de convivencia de los colegios nacionales, las cátedras de educación sexual, y demás puntos que giran en torno a la inclusión y el respeto por la diversidad, que terminaron por generar polarización y pullas entre figuras públicas; Gabriela llevó estas convicciones a su colegio.
Habló con las directivas del 'Manuel Dolores Mondragón', en el municipio vallecaucano de Bolívar, les indicó que mientras en su casa se vestía como una mujer, al colegio debía asistir con un uniforme incómodo.
Contrario a lo que ha sucedido en otras instituciones, Gabriela recibió una respuesta positiva. "Pensaba que había que poner una demanda, una tutela o algo así y no, ya había un fallo de la Corte Constitucional que habla del libre desarrollo de la personalidad".