
Desde hace muchos años al escritor colombiano Mario Mendoza le asalta una pregunta por demás angustiante y misteriosa: ¿Qué hubiera ocurrido si aquel jueves 4 de diciembre de 1986, en lugar de haber salido muy temprano a realizar algunas diligencias personales, se hubiese quedado en el apartamento como era su costumbre, leyendo, escribiendo, estudiando o simplemente arreglándolo?
Precisamente en aquella fatídica mañana, su compañero de clase del departamento de literatura de la Universidad Javeriana, Campo Elías Delgado, llegó a buscarlo a su lugar de residencia sobre las 8 AM y al no encontrarlo, lo esperó un rato y quizá tomó una mortal decisión. A las 9 AM, este ex combatiente de Vietnam y experto en idiomas se dirigió a cobrar sus primeras víctimas en el sector de la Alhambra, al Norte de Bogotá, en donde vivía una de sus alumnas de inglés de tan sólo 15 años llamada Claudia Morales Rincón, quien fue asesinada junto con su madre Nora Becerra de Rincón de varias puñaladas.
Después de haber perpetrado este horrible crimen, Campo Elías se desplazó al apartamento ubicado en la Calle 52 con Carrera 7, en donde vivía con su madre de 72 años llamada Rita Elisa Montes, a quien le propinó varios disparos con su arma: un revólver calibre 32; posteriormente, regó gasolina en su inerte cuerpo y le prendió fuego hasta incinerarla. Sin inmutarse fue timbrando en cada uno de los apartamentos de sus vecinos, y quien abriera la puerta, sin medir palabra alguna, le disparaba en la cabeza, cobrando de esta manera, otras cinco inocentes víctimas.
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Foto: Crimen Pozzeto - Armando Martí[/caption]
Ya caída la tarde, se dirigió hacia el restaurante de comida italiana “Pozzeto”, portando un pequeño maletín de cuero negro en donde llevaba varias cargas de munición calibre 32, las cuales serían utilizadas para asesinar a 22 personas más, de las 40 que estaban cenando esa fatídica noche. Sentado al fondo del local, el asesino serial pidió varios tragos de vodka con jugo de naranja, también agregó a su orden unos espaguetis a la boloñesa los cuales consumió lentamente.
Cuando terminó su tercer trago de licor, intempestivamente empezó a disparar con una precisión increíble a sus indefensas víctimas. A pesar de los ruegos de hombres y mujeres, Campo Elías desocupaba el tamzbor de su revólver de 6 tiros y lo cargaba rápidamente, y seguía oprimiendo el gatillo sin ninguna expresión de compasión en su oscuro rostro. Cuando llegó la policía a atender la emergencia, hubo un cruce intenso de disparos y allí fue abatido este tenebroso personaje de la historia colombiana, quien estaba afectado de manera funesta por el suicidio de su padre 35 años atrás, en la ciudad de Bucaramanga.
https://www.youtube.com/watch?v=LQF2z7GU8Ys&feature=youtu.be
Estos hechos traumáticos sucedidos en la capital del país impactaron la mente subconsciente de Mario Mendoza, dejando una impronta muy difícil de superar, inclusive en la actualidad. Recuerdo que en muchas de nuestras charlas, él me relató que a Campo Elías Delgado, su compañero de estudios, le obsesionaba el tema de la doble personalidad. Ambos habían profundizado sobre este aspecto, a través de la novela corta de Robert Louis Stevenson titulada: “El extraño caso del Doctor Jekyll y el señor Hyde”, publicada en 1886. Asimismo, a Campo Elías, le atraían los temas acerca de la magia y el ocultismo, las sectas secretas, los rituales, las culturas ancestrales y otros misterios más.
Mario le suministró en aquella época, varios documentos para sacarle fotocopia, entre ellos un extraño y único libro “sobre los trances de las brujas en los aquelarres medievales”, así como también, artículos científicos sobre las enfermedades mentales y la doble personalidad, los cuales Campo Elías nunca le devolvió.
Por eso, en muchas madrugadas este genial escritor del misterio de la mente criminal y del oscuro inconsciente de algunos personajes de novela negra se despierta angustiado, mirando al techo con la respiración entrecortada y el cuerpo sudoroso, culpándose de no haberse encontrado con su amigo, quien vestido de muerte hubiera podido desistir de la masacre, al ser escuchado o aconsejado por el escritor. La otra posibilidad sería entonces más aterradora, puesto que al abrir la puerta y verlo, Mario hubiera recibido en pleno rostro un disparo, cercenándole de tajo su vida. Esta respuesta e intención se la llevó al fondo de su oscura tumba Campo Elías Delgado y también por muchos años, las mismas posibilidades retumbaron en la consciencia de Mendoza, impulsándolo a escribir su famosa y aterradora novela “Satanás”, en donde plasma desde su propia óptica este insuceso macabro en los anales de la historia criminal de Colombia.
En estos días he leído la noticia de que el restaurante Pozzeto va ser derribado para construir una gran torre de apartaestudios. Ese lugar como tantos otros en el mundo, donde han ocurrido tragedias y crímenes horrendos, están virtualmente “malditos”, es decir, no sólo sus materiales, también sus cimientos y hasta la misma tierra. Además del engrama social que se creó como recordación histórica de un hecho terrible, la energía del lugar se transformó en una Geopatía que debe ser curada, neutralizada y sanada antes de construir la torre para el beneficio de los futuros habitantes de ese sitio residencial.
Recordemos que la energía del pensamiento humano y los hechos realizados por las personas quedan detenidos en una cuarta o quinta dimensión en el tiempo y en el espacio, lo que explicaría, en parte, la aparición de fantasmas, casas embrujadas o sitios endemoniados, pero ese será tema de otro artículo. Por ahora, me voy a concentrar en explicarles qué es una Geopatía y cómo nuestros pensamientos, intenciones y acciones afectan los sitios donde vivimos.
Imagen: Sensores Geopáticos - Armando Martí[/caption]
Al inicio de los tiempos el hombre era nómada. Su ansiedad y deseo de búsqueda no le permitía estar sosegados, vagando día tras día y año tras año con escasas pertenencias. De pronto se detuvieron a observar una tierra fértil y construyeron casas, con bases firmes, plantadas en el suelo y enseres rodeados de muros sólidos de piedra y madera. Más adelante, la sensación de seguridad para sus familias en un ambiente conocido y estable los incitó a comerciar e intercambiar alimentos y conocimientos con sus semejantes. Desde entonces, la civilización se basa en el factor primordial de poseer una casa, un refugio seguro o un hogar.
A través de la historia el ser humano considera la vivienda como un elemento de salvación y supervivencia. Sin embargo, existen algunas casas que extrañamente emanan angustia, miedo y malestar, en contraste con otras que están llenas de alegría y bienestar. Se supone que estos malos ambientes dependen del estado anímico de sus dueños, pero no siempre ocurre así, pues el diseño de los espacios y las paredes emiten una vibración de onda negativa o positiva, produciendo en sus habitantes enfermedades o depresiones, estropeando además proyectos económicos, estas enfermedades de las casas se conocen como Geopatías.

Hogar sano en mente sana
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