En una entrevista con un canal de entretenimiento estadounidense Michael Douglas atribuyó sus fracasos matrimoniales a su adicción al sexo. De hecho, ha estado internado en clínicas de rehabilitación un par de veces y hace pocas semanas confesó que fue diagnosticado de cáncer de garganta a causa del sexo oral, por el que contrajo el virus del papiloma humano (VPH). A Charlie Sheen y Lindsay Lohan les ocurrió algo similar. Todos confesaron padecer hipersexualidad, una frecuencia extrema en la libido y la actividad sexual. Cabe preguntarse ¿realmente se puede ser adicto al sexo como al alcohol o la heroína?
Para responder esta pregunta, científicos de la Universidad de California (UCLA) llevaron a cabo un estudio con el que buscaban determinar si el cerebro de las personas que padecen de hipersexualidad actúa de la misa manera que el de los adictos a las drogas. El estudio tuvo en cuenta dos factores: el primero, la pérdida de control sobre los impulsos sexuales conlleva a problemas personales y económicos; el otro, en la comunidad científica no hay consenso sobre si la hipersexualidad es una adicción o un trastorno de comportamiento que se manifiesta en la falta de autocontrol.
En esta investigación diseñada por Nicole Prause y un equipo de científicos “se esperaba encontrar una relación entre la hipersexualidad y la respuesta del cerebro a las imágenes de sexo”, explicó a la BBC Prause. En el análisis participaron 52 voluntarios (39 hombres y 13 mujeres), con un rango de edad entre los 18 y 39 años, que dijeron tener problemas para controlarse cuando veían imágenes sexuales.
Aunque la hipersexualidad puede presentarse debido a algunos problemas médicos o al consumo de algunos medicamentos, en la mayoría de los casos la causa es desconocida.
Los participantes comenzaron solucionando varios cuestionarios sobre temas relacionados con la sexualidad. Explica Prause, “los resultados fueron muy similares a los de aquellos que buscan ayuda médica por una supuesta adicción al sexo”. Después se midió la respuesta cerebral de los participantes mientras les mostraban fotografías previamente seleccionadas, “para evocar sensaciones agradables y desagradables” como personas cocinando, haciendo deporte, cuerpos desmembrados y escenas explícitas de sexo.
Explica la BBC que los investigadores estaban interesados en la P300, un indicador que mide la respuesta del cerebro tras ver una imagen, aproximadamente 300 milisegundos. Este indicador (utilizado en estudios de adicción e impulsividad) es mayor cuando una persona observa algo que le interesa, como cuando un cocainómano ve la imagen de un pase o un alcohólico la de una copa de trago.
Los científicos esperaban que después de observar las imágenes los participantes que padecían de hipersexualidad tuviesen un P300 más elevado que lo normal. Pero no fue así, pues la respuesta cerebral de los participantes no estaba relacionada con su hipersexualidad, sino con su nivel de deseo sexual. “Hay gente que tiene problemas para controlar ciertos tipos de comportamiento sexuales y consumen pornografía más de lo habitual”, explica Nicole Prause.
La hipersexualidad se caracteriza por una frecuente estimulación visual que hace que el individuo exacerbe su natural sexualidad hasta la adicción.
La conclusión del estudio es clara: el comportamiento de estos individuos tiene más que ver con una libido elevada que con una adicción, se trata de personas compulsivas que acumulan ansiedad hasta que practican sexo, por lo que no buscan placer sino liberación de tensión acumulada.
Finalmente, para Rory Reyd, autor de una investigación que se publicó en la revista Journal of Sexual Medicine, explica que el problema es que para estos pacientes se trata de una conducta constante, “que se intensifica hasta tal punto que el deseo sexual controla todos los aspectos de sus vidas, y además se sienten impotentes en sus esfuerzos por cambiarla”.
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Lun, 19/08/2013 - 10:01
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