
Mientras que en Colombia la edad promedio para perder la virginidad es de 16 años en las mujeres y 14 en los hombres, el canal TLC de EE.UU. creó un programa llamado Virgin Diaries, que en español se llama 'Soy Virgen', y relata las vidas de varios personajes mayores de 25 años que aún son vírgenes. Entre ellos, quien más llama la atención es un rubio de ojos azules, muy muy pálido y regordete, llamado Scott Jessop, apodado ‘Skippy’. Así le pusieron sus amigos, inspirados en el personaje del mismo nombre de la serie de televisión Lazos Familiares, en la que actuaba Michael J. Fox. Skippy era un vecino nerd, intenso e insoportable. Y esa es, precisamente, la impresión que da Skippy. Y así se acepta y se quiere a sí mismo.
A sus 35 años aún vive en la casa de sus papás, en la ciudad de Orem, estado de Utah. Allí le acondicionaron el sótano, que usa como su cuarto. Cuando se graduó del colegio no quiso entrar a la universidad, pues desde hace muchos años tiene un hobby que le ocupa gran parte del tiempo. Skippy está obsesionado con las celebridades, a quienes persigue a todas partes. Va a los festivales de cine y lanzamientos de películas para tomarse fotos con ellas.
Asegura que muchas veces le han dicho que se parece a los actores Philip Seymour Hoffman y Jack Black. Y está muy orgulloso de ser amigo en Facebook del integrante de la banda ‘N Sync Joey Fatone. Solo cuando cumplió 28 años volvió a interesarse por la universidad, pero a esa edad tenía el mismo trabajo que tiene hoy en una pizzería. Con lo que se gana allí no le alcanza para independizarse, entonces su mamá lo convenció de entrar a la universidad a cambio de vivir en su sótano sin pagar nada. Skippy se graduará de Comunicaciones de la universidad de Utah Valley en seis meses y aún no tiene cómo mantenerse, aunque deberá irse de la casa de sus padres, pues ese fue el trato que hizo con su madre.
Skippy suele visitar todo tipo de eventos para tomarse fotos con las celebridades.
El estado de Utah (EE.UU.), es conocido por una inmensa concentración de mormones. Allí no es raro encontrar adultos vírgenes, pues su religión dicta que no se deben tener relaciones sexuales prematrimoniales. Si se masturban, deben hacerlos pensando sólo en su conyugue. Mientras no estén casados, masturbarse pensando en otra persona no es aceptado.
Skippy se masturba muy poco, pues luego de hacerlo se siente muy culpable. La primera vez que lo hizo tenía 26 años. Desde que era un niño, le inculcaron estas reglas religiosas que él ha intentado seguir al pie de la letra. Le enseñaron a guardar el sexo para alguien que ame. Nunca ha fumado un cigarrillo, jamás ha consumido drogas ni probado el alcohol. Asegura que si hubiera sido popular en el colegio y hubiera estado expuesto a las hormonas adolescentes, quizá no se habría podido controlar y hoy no sería virgen. Agradece haber sido un nerd a quien las jovencitas de su edad no se acercaban.
Skippy, qué duda cabe, es un personaje muy particular. Cuando era adolescente estuvo en una misión mormona en la que cada persona debía escribir un diario todos los días, pero como él es tan perezoso, debió pensar en una actividad que realizara a diario y no se le ocurrió nada mejor que coleccionar el mugre que se saca del obligo todas las mañanas antes de meterse a la ducha. Lleva quince años con esa colección que guarda en un envase de vidrio en la mesa de su baño, y muestra muy orgulloso a las mujeres que van a su casa. Skippy entiende el hábito es desagradable, pero piensa que hay gente que colecciona cosas aún más repugnantes. Espera ser famoso y subastar su colección por unos 500 dólares, dinero que donaría a la caridad.
Su madre le acondicionó una habitación en el sótano con la condición de que cuando se gradué, tendrá que irse de la casa.
Es uno de esos hombres que suda mucho con cualquier tipo de actividad física. Como solución a su problema, resolvió llevar un secador de pelo en la maleta. Cuando baila con una mujer y comienza a sudar, se disculpa un momento y entra al baño para secarse la espalda, el pecho y las axilas. Otra de sus manías es la forma en que se afeita el pecho. Lo hace desde que era un adolescente, inspirado en los jugadores de futbol americano de su colegio, quienes formaban las iniciales de su equipo en el pecho al afeitarse. Skippy se pinta los pelos del pecho de rojo, los cuales forman la palabra LOVE (amor).
Skippy tiene una muy buena relación con su mamá, que se ha enriquecido luego de su participación en el programa Virgin Diaries. En el primer capítulo de la serie muestran a Skippy en una discoteca de música Country, al que ha ido a conocer mujeres, potenciales esposas, acompañado de su mamá. La razón es simple: Skippy quiere que su futura esposa sea muy amiga de su mamá y está dispuesto a sacrificar una relación si su mamá no la aprueba.
A pesar de tener toda la intención de llegar virgen al matrimonio, Skippy sale con muchas mujeres y desde cuando se dio su primero beso, a los 18 años, ha desarrollado una obsesión. Sin vergüenza alguna, ruega que lo besen. Mandó a hacer un montón de camisetas con frases como: “Libre de drogas”, “Yo me besé con Skippy durante 5 minutos y todo lo que me dio fue esta camiseta”, “Virgen orgulloso” y “Virgen famoso”, entre otras. No entiende cómo los adolescentes tienen sexo a tan temprana edad, pues considera que no están preparados. Cree que tocarle los pechos a una mujer es inapropiado, y a pesar de que lo ha hecho algunas veces y esto –en teoría– concluiría en una relación sexual, Skippy se ha vuelto un experto en auto sabotearse. En una ocasión estaba con una mujer, besándose y tocándose. Cuando se dio cuenta de que no podría controlarse, le dijo a su compañera que tenía una teta más grande que la otra. La mujer, disgustada, se puso de pie y se fue. Y Skippy continúa virgen.
El verdadero Skippy, un personaje de la famosa serie de los años ochenta Lazos Familiares.
A pesar de solo haber tenido tres novias, de un mes cada una, ya tiene elegida la canción de su matrimonio, los nombres de sus hijos y la canción con la que tendrá sexo la primera vez: It’s All Coming Back to Me Now, de Celine Dion. Sabe que es un tipo poco común y que la mujer que lo acepte tiene que ser muy especial y de buen humor, para poder comprenderlo. Es consciente de cuán inusuales son sus costumbres, pero no se avergüenza de ellas. Nunca juzga a nadie. No tiene nada en contra de la gente promiscua. O la que vive de su cuerpo. En una ocasión conoció una mujer con la que salió algún tiempo y solo en la segunda cita supo que era bailarina exótica y tenía una niña. Podría enamorarse de una persona así “siempre y cuando no lleven el trabajo a la casa”, dice. Tampoco le importa salir con alguien que se tome un trago mientras él bebe un refresco o un jugo.
Este hombre jamás ha visto porno pero se imagina teniendo sexo en una bañera y siempre que le llama la atención una mujer espera que esa sea su futura esposa. Dice que entre un adolescente de catorce años que atraviesa la pubertad y él, de 35 años, no hay ninguna diferencia. Y esa es la verdad. Skippy es único en su especie, un Peter Pan contemporáneo. Un Principito.


