Para unos, el fin del mundo es una idea ridícula que sólo cabría en la cabeza de paranoicos dementes. Para otros, en cambio, es una muy clara y latente posibilidad. Quizás, y en varias oportunidades, desde que el planeta es planeta, todo lo que existe ha estado a punto de desaparecer.
Descartando tantas posibilidades, la caída de un meteorito, por ejemplo, una terrible epidemia global, una guerra, incluso la hipotética invasión de una especie de otro planeta, el mundo, en realidad, podría –y seguramente así será–acabarse por la mano irresponsable del ser humano, que no se ha medido en el uso de los recursos naturales, y que, en el corto o largo plazo, será la única culpable de que el clima se vuelva tan demente e inestable, que muy seguramente, tirará sobre la especie humana una venganza sin precedentes. Y no es exageración: hay pruebas sólidas e irrefutables de ese posible destino trágico que la naturaleza trama para nosotros.
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En los últimos días, se conoció que uno de los icebergs más grandes de la Antártida se había desprendido. La inmensa bestia helada tiene 5800 kilómetros cuadrados. Tiene cuatro veces la extensión de Bogotá. Entonces, si aún quedaban dudas sobre el inminente derretimiento de los Polos, la mayoría han sido resueltas con lo que pasó.
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Un estudio del portal Cambioclimatico.org explica que “la pérdida de glaciares y de los casquetes polares durante este siglo puede ser responsable de hasta un 60% de la subida del nivel del mar, lo que supone entre 10 y 25 centímetros; si llegasen a fundirse completamente, el aumento del nivel del agua sería de un metro. Éstos son los resultados presentados en la revista Science por un equipo científico internacional cuyas conclusiones suponen un reto a la opinión más generalizada entre los especialistas, según la cual la pérdida de los hielos que hay sobre tierra firme (en la Antártida y en Groenlandia) sería la responsable de la subida del océano”.
Más del 60 %de la superficie del planeta está cubierta por agua. Así, un deshielo de los polos, paulatino o acelerado, causado, sobre todo por el efecto invernadero, sería una catástrofe. En 100 años la temperatura del planeta se ha elevado 1.5°, lo que ha hecho que el nivel del mar suba de 15 a 20 centímetros. Si el patrón continua, en menos de 100 años, a partir de ahora, habría un cambio delicado en algunos ecosistemas costeros.
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En ese sentido, si en el Polo sur y el Polo norte hay más del 75% del agua del planeta, especialmente en estado sólido, y que podría derretirse, la posibilidad de inundaciones desproporcionadas sería una posibilidad que no habría que descartar. Con que el nivel del mar suba 50 centímetros, algo que podría pasar en menos de medio siglo, es muy posible que, por esa cifra, aparentemente tan pequeña, puedan desaparecer ciudades enteras. Los países bajos, por ejemplo, en Europa, dejarían de existir.
Si la mitad del hielo de los polos se derritiera, el nivel del mar subiría 30 metros. Prácticamente todas las ciudades costeras de la tierra –todas–, quedarían bajo la furia de los mares.
Finalmente, y como contentillo, o como parte de tranquilidad, hay que saber que, por ahora no es posible que ninguna actividad humana logre el deshielo total de los icebergs. Sin embargo no hay que ‘dormirse en la laureles’: loa cambios climáticos que se han acelerado por el uso indiscriminado de los recursos del planeta sí auguran cambios severos. Cambios para los que, muy seguramente, nunca estaremos del todo preparados.
¿Y si se derrite el hielo de los polos qué?
Sáb, 22/07/2017 - 13:26
Para unos, el fin del mundo es una idea ridícula que sólo cabría en la cabeza de paranoicos dementes. Para otros, en cambio, es una muy clara y latente posibilidad. Quizás, y en varias oportunidad