En un mes debería celebrarse la suntuosa boda de la hija de Vladimir Padrino, capo del Cartel de los Soles por quien el gobierno americano ofrece 15 millones de dólares como recompensa. Un gigantesco evento, enorme despliegue en Canaima, vuelos incluidos, hospedaje de lujo, aviones, excursiones, fiesta de cuatro días… y un gasto de 300.000 dólares, como lo denunció Marshall Billingslea, el mismo que acusó a Alex Saab de ser el principal testaferro de Maduro y de manejar operaciones de lavado de dinero y corrupción a través de contratos de alimentos (CLAP) y de construcción de viviendas, como también quien llevó a la cárcel a los narcosobrinos. La cosa podría pasar por un evento más de los protagonizados por el régimen criminal sino fuera por la situación tan particular por la que está pasando Venezuela. Los ojos del mundo están puestos ahí por las venturosas circunstancias que todos conocemos.
En la boda de Connie, la hija de Vito Corleone, los federales no pierden la oportunidad para tomar fotografías y anotar placas de carros de los asistentes entre los que se cuentan jefes mafiosos, políticos y celebridades. Imagino que igualmente lo harán la DEA el FBI, La CIA y El Mossad en la próxima y muy cinematográfica de Yarazetd Padrino Betancourt con su novio Daniel Puglia Costas. Con el despliegue militar en el Caribe y sus sofisticados instrumentos de espionaje, no quedará por fuera de la mirada, no de los paparazis, sino de la inteligencia de USA e Israel, ninguno de los amiguetes y socios del cartel criminal. Qué papayazo esa vitrina en la que queda a la vista redes, conexiones y complicidades.
Se les aguó la fiesta y los invitados ven con preocupación el haber quedado en la mira por su cercanía más que sospechosa con la tiranía. Igualmente, se les acabó la fiesta a quienes han tenido la osadía de mostrarse solidarios con Maduro y sus secuaces del Cartel de los soles demostrando viejas alianzas como ocurre con Gustavo Petro con lo que el mequetrefe se ha puesto la soga al cuello.
Se podría comparar esa arrogante actitud de uno de los principales capos del Cartel de los Soles con la no menos arrogante de Nicolás Maduro al mostrar posiciones ofensivas frente al despliegue de fuerza que Donald Trump ha ido movilizando hacía el Caribe sur. Hay una deficiencia mental que lleva a personalidades psicóticas a desentenderse de la realidad. Pareciera que hubiesen hecho pacto con el diablo y con ello considerasen que están más allá de cualquier consideración ética, lo que les permite actuar de manera irracional considerando que nada les puede pasar. A raíz del asesinato de los niños perpetuado en la Iglesia Católica de la Anunciación en Minneapolis, un programa transmitido por YouTube le hizo una entrevista a un exorcista conocido como Fray Claudio. El presentador le muestra un dibujo realizado por el asesino en el que aparece frente a un espejo con un rifle a la espalda y una pistola al cinto y cuyo reflejo es una imagen del demonio que le dice “ve mata y matate”, con lo que Fray Claudio admite que se cumple el requisito de una certeza presunta con la que concluye que no solo había un trasfondo psiquiátrico sino también demoniaco en el autor del terrible crimen.
Comento lo anterior porque María Corina ha enfatizado que lo que libran los venezolanos es una lucha espiritual. De pronto, descuidamos ese aspecto cuando tratamos de entender a personajes de la calaña de un Padrino que viendo cómo se derrumba su castillo de poder propone seguir como si nada y planea una fiesta como si fuese Gatsby. En el caso de Petro la cuestión se plantea con argumentos más sólidos aún. Sus actitudes cercanas a las de un pervertido unidas a una arrogancia, que podría calificar de demoniaca, así como sus cercanías con la santería y el vudú que comparte con los chavistas, podrían demostrar certeza presunta para deducir que sus acciones no son el resultado de sus adicciones, sino que su predisposición al maligno le exige estados de embriaguez y alucinación de esos ya tan conocidos por sus allegados. En casos como estos la certeza moral o la certeza presunta son suficientes y no se requiere de una certeza plena porque lo sobrenatural no se mide por la ciencia. Por lo tanto, enfrentar a un enemigo que actúa como actúa, debido una posesión o a un pacto, requiere más que discursos y debates.
Qué se arme un fiestononón cuando las amenazas al régimen se multiplican, procediendo como si no corrieran riesgo alguno, demuestra que para los de su calaña la certeza presunta o plena no son tenidas en cuenta, como si con sus excesos conjuraran la realidad.
