Zamarith, la marca de jeans que busca oportunidades para mujeres presas

Publicado por: luis.cifuentes el Mié, 24/08/2022 - 17:24
Zamarith Gamboa Mendoza es una joven, víctima de desplazamiento, que impulsa su propia marca de jeans y sueña con emplear a mujeres de la cárcel El Buen Pastor.

La joven Zamarith Gamboa Mendoza no ha tenido una vida fácil, en sus 34 años de vida ha lidiado con circunstancias que van desde el abandono hasta la violencia y el desplazamiento. Sin duda, la resiliencia es uno de sus valores característicos, fruto de ese esfuerzo nació su marca de jeans Zamarith.

En su infancia sufrió la ausencia de la figura paternal, su padre la abandonó antes de nacer. Gracias al esfuerzo de su madre salió adelante, aunque eso no fue suficiente para evitar algunas tragedias que marcaron su vida. Entre ellas, salir junto a su madre de Tibú, Norte de Santander, víctimas de la violencia y el desplazamiento.

A mi madre le tocó guerreársela por mí, sin yo haber nacido. Incluso tuvo que trabajar en estado de embarazo”, asegura.

Su pasión por la confección nació luego de trabajar en un almacén de ropa. Mientras cumplía con sus funciones en dicha compañía, destinaba gran parte de su sueldo para el ahorro, con el fin de fundar su propia empresa de jeans en un futuro. Además, su madre le ayudó con algunos ahorros del programa familias en acción del que era beneficiaria.

Pero, a pesar de todo ello, sus recursos seguían siendo insuficientes para montar una pequeña empresa. En su búsqueda de oportunidades, dio con un distribuidor de telas que le fio 100 metros para diseñar sus primeros jeans, los cuales vendió al detal pueblo por pueblo en Norte de Santander.

En 2008 fundó oficialmente la compañía que hoy lleva como marca su nombre. Genera empleo para un total de 150 trabajadores, entre directos y terceros, muchos de ellos en la ciudad de Cúcuta.

“Mi madre fue mi ángel y a ella le debo todo lo que tengo hoy, tanto su valentía para enfrentar la vida como el sacrificio que hizo por mí”, asegura.

Después de haber transitado por circunstancias muy difíciles, vino la pandemia. Durante esa época no solo tuvo que sortear dificultades empresariales, sino también personales; perdió a su esposo por el covid-19 y tuvo que levantar sola a sus tres hijos.

En ese momento tuvo que empezar de nuevo debido a que tuvo que cerrar todas sus siete tiendas físicas; lo hizo a través de un crédito bancario. Durante ese tiempo sacó a relucir uno de sus valores más característicos: la resiliencia.

“Debido al confinamiento tuve que cerrar todas mis tiendas sin saber que nos deparaba el destino. Fue un momento fuerte para todos porque mis empleados se refugiaban en mí y en como yo podría ayudarlos para su canasta familiar, que era lo único en realidad importaba”.

Su marca de jeans ha ido creciendo a pasos agigantados, se ha consolidado en Norte Santander y también tiene un local en la ciudad de Barranquilla. Además, actualmente se encuentra trabajando para allanar el camino en Bogotá, con un proyecto social que ha elegido como uno de sus sueños.

“Hemos pasado una propuesta a la cárcel de El Buen Pastor para capacitar a mujeres presa en la confección de jeans y prendas para damas, sumado a ello, queremos armar un taller con máquinas y elementos necesarios al interior del centro carcelario”, explica.

Zamarith no solo quiere dejar un legado en la moda del país, sino también ayudar a otras personas a salir adelante. De ahora en adelante su sueño será apoyar a las mujeres privadas de la libertad para que puedan encontrar en la confección un camino hacía la resocialización.

“También tendremos como misión mejorar su calidad de vida, construyéndoles una cocina en el taller para que puedan tener café, frutas y pan a su disposición. Aunque parece algo muy simple, el tinto por ejemplo para ellas no es tan normal poderlo disfrutar y con estos pequeños aportes queremos hacerlas sentir que son parte importante para nuestra marca”, señala.

Pero su sueño es más grande, quiere llegar a todos los centros carcelarios del país para dar a conocer el empuje y la resiliencia de las mujeres privadas de su libertad.

Quiero que estos talleres los tengamos en todos los reclusorios de Colombia. Yo creo en las segundas oportunidades, no todos las tenemos, pero sí las merecemos porque como seres humanos erramos y tenemos derecho a ponernos de nuevo en pie y retarnos para lograr lo mejor para los nuestros en un entorno de honestidad y dignidad”.