El pasado domingo 15 de junio, Colombia vivió una de las movilizaciones más simbólicas de los últimos años: la Marcha del Silencio, convocada en solidaridad con el senador Miguel Uribe Turbay, del Centro Democrático, tras las amenazas contra su vida, y como rechazo contundente a la violencia que azota al país.
Desde tempranas horas, miles de ciudadanos vestidos de blanco tomaron las principales avenidas de las ciudades más importantes del país, en una expresión de unidad que desbordó diferencias políticas y sociales.
Bogotá: 70 mil voces en silencio por la paz
La capital del país fue el epicentro de la jornada. Según datos oficiales de la Secretaría de Gobierno, más de 70.000 personas participaron en la movilización que partió del Parque Nacional hasta la Plaza de Bolívar. Familias completas, estudiantes, adultos mayores, exmiembros de la reserva militar y líderes sociales caminaron en silencio durante más de tres kilómetros.
En la Plaza de Bolívar se vivió un momento cargado de simbolismo: oraciones, un minuto de silencio y el himno nacional marcaron el cierre de la manifestación. En medio de globos blancos con el rostro de Uribe Turbay, congresistas y líderes agradecieron la masiva asistencia. La frase “¡Fuerza, Miguel!” se escuchó en cada rincón de la capital.
Medellín: oración y unidad desde el corazón de Antioquia
En la capital antioqueña, más de 50.000 personas se congregaron desde las 10 a.m. en la Avenida Oriental con La Playa. La Alcaldía dispuso un Puesto de Mando Unificado (PMU) desde las 8 a.m. para garantizar la seguridad de la jornada, que transcurrió sin incidentes.
Cali: una bandera de casi un kilómetro por la vida
En el suroccidente del país, Cali vivió una movilización multitudinaria que recorrió la Calle Quinta con una bandera de 800 metros, confeccionada especialmente para la jornada. Jóvenes, familias y líderes sociales caminaron hasta la plazoleta Jairo Varela, donde se entonó el himno de Colombia y se realizó un minuto de silencio.
La frase “¡Fuerza, Miguel!” también retumbó en la Sultana del Valle, acompañada de rezos y aplausos espontáneos.
Barranquilla: clamor costeño en la Plaza de la Paz
En la costa Caribe, la Plaza de la Paz de Barranquilla fue el epicentro de la manifestación. Cientos de personas, incluidos congresistas como Efraín Cepeda y Mauricio Gómez Amín, acompañaron la jornada que incluyó una eucaristía en la Catedral Metropolitana María Reina.
Cepeda pidió “desarmar la palabra” y rechazó los discursos de odio que han exacerbado la violencia. Gómez Amín, por su parte, agradeció el respaldo del Atlántico: “Estamos orando por Miguel y por un país que merezca vivir en paz”.
Bucaramanga: “dolor de patria” y rechazo a la violencia
En Santander, la Marcha del Silencio comenzó en la Puerta del Sol y recorrió la carrera 27 hasta el centro de Bucaramanga. Los participantes, vestidos de blanco y ondeando banderas, exigieron al Estado mayor compromiso con la seguridad y la democracia.
El plantón final fue definido por los ciudadanos como un acto nacido desde el “dolor de patria”. “Estamos cansados de las guerras políticas y de los grupos armados. Queremos un país en paz”, expresaron manifestantes.
Seguridad durante las marchas: una jornada en calma, pero no exenta de tensión
A pesar del carácter pacífico de la movilización, las autoridades desplegaron estrictas medidas de seguridad en todo el territorio nacional para evitar alteraciones del orden público y proteger la integridad de los asistentes. En ciudades como Bogotá, Medellín y Cali se activaron Puestos de Mando Unificado (PMU) desde horas de la madrugada, con presencia de Policía, gestores de convivencia y organismos de salud y emergencia.
La jornada, en términos generales, transcurrió sin incidentes graves, salvo por la alerta generada por un presunto atentado contra el alcalde de Cartago, Valle del Cauca. Aunque los hechos no ocurrieron en el contexto directo de la marcha, sí encendieron las alarmas sobre los riesgos que enfrentan hoy día los líderes públicos.
En todas las ciudades, se reportó un comportamiento ejemplar por parte de los asistentes, sin disturbios ni bloqueos prolongados. Las autoridades locales destacaron la organización ciudadana y la colaboración activa para mantener el orden. “La ciudad respondió con altura. Hubo civismo, respeto y una profunda muestra de unión”, afirmó Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín.
Un país que se une en medio de la incertidumbre
La Marcha del Silencio no solo representó un llamado por la vida de un líder político, sino también un grito colectivo por un país que se resiste a normalizar la violencia. Aunque se registró un atentado contra el alcalde de Cartago y combates en Nariño durante el fin de semana, los miles de colombianos que salieron a las calles dejaron claro que Colombia no se rinde ante el miedo.
