René Higuita, el mítico arquero colombiano que revolucionó su posición con un estilo audaz y su inconfundible espíritu de juego, vivió en 1993 uno de los capítulos más oscuros y controversiales de su vida. Justo cuando se perfilaba como una de las grandes figuras de la Selección Colombia rumbo al Mundial de 1994, su carrera se vio abruptamente interrumpida por un escándalo que lo llevó tras las rejas.
¿Qué hizo René Higuita?
El 5 de junio de 1993, Higuita fue detenido por las autoridades colombianas por su participación como intermediario en un caso de secuestro. El arquero, conmovido por la situación de Marcela Molina, una niña de 11 años hija de Carlos Molina —vinculado con el narcotráfico—, decidió intervenir personalmente para facilitar su liberación.
Higuita entregó el dinero del rescate a los secuestradores sin informar previamente a las autoridades, un acto que él siempre defendió como un gesto humanitario, pero que fue considerado por la ley como colaboración con criminales.
“La familia me dio 50 mil dólares como agradecimiento por lo que hice. Ocho días después me llamó la Fiscalía para interrogarme y les dije la verdad: ‘Sí, me dieron ese dinero’. Entonces el abogado me preguntó por qué lo había admitido, y le respondí: ‘No voy a mentir sobre eso’”, contó años más tarde el exarquero en el programa Los Informantes, de Caracol Televisión.
Nueve meses en prisión y una Copa que se escapó
El ídolo del Atlético Nacional y de la tricolor pasó nueve meses en la cárcel Modelo de Bogotá, en un momento crítico para el fútbol colombiano. Su ausencia fue notoria. Solo tres meses después de su detención, Colombia lograría una de las gestas más recordadas de su historia: el 5-0 contra Argentina en Buenos Aires, en las eliminatorias rumbo a Estados Unidos 1994.
Sin embargo, el hombre del famoso "Escorpión" y del fútbol sin miedo, no estuvo allí para vivir ese momento histórico ni para disputar la Copa del Mundo. Su encarcelamiento fue un golpe emocional no solo para él, sino también para una selección que lo tenía como uno de sus líderes más representativos.
La historia generó reacciones encontradas. Para algunos, Higuita fue víctima de su ingenuidad, un hombre que actuó con el corazón, pero sin pensar en las consecuencias legales. Para otros, fue una señal de las conexiones peligrosas entre el fútbol y el narcotráfico en una época turbulenta de la historia colombiana.
Lo cierto es que Higuita no fue condenado por secuestro, sino por haber participado sin autorización en una negociación con delincuentes, algo que en ese momento la legislación colombiana penalizaba con severidad. Su caso también puso en evidencia la falta de preparación de las figuras públicas para enfrentar situaciones de esta magnitud.
