Hace unos días conversaba con un líder que estaba teniendo dificultades con su equipo. Empezamos listando los inconvenientes presentados y él se remitía invariablemente a razones que venían de los otros. Después de preguntarle una y otra vez cuál era el comportamiento de su parte que generaba estos desafíos, no pudo enunciar ninguno.
Lejos de criticarlo, esto me llevó a reflexionar que estos eventos son más comunes de lo que parece: pasa en la vida y pasa en el trabajo. En el día a día nos encontramos con situaciones incómodas y repetitivas donde lo único en común somos nosotros mismos; sin embargo, nos enfocamos en señalar qué hacen los demás que produce ese efecto y olvidamos preguntarnos cuál es nuestra parte en el asunto: qué es lo que hago yo.
La autorreflexión en los seres humanos —es decir, la capacidad de pensar sobre sí mismos y evaluar pensamientos, emociones y comportamientos— comienza a desarrollarse en la infancia, pero se va consolidando y volviendo más sofisticada en la medida en que desarrollamos nuestra capacidad de aprender.
En la adultez, cuando decidimos trabajar en nuestro desarrollo y, tras muchas situaciones de insatisfacción o saturación, este proceso adquiere mayor sentido. Pero también requiere más honestidad, pues implica cuestionarse, aprender de la experiencia y volver a empezar una y otra vez, incluyendo la perspectiva de valores y ética.
Si quieres avanzar en tu liderazgo y convertirte en un líder auténtico e inspirador, te invito a trabajar en estas dos perspectivas: conocerte a ti mismo y ser autorreflexivo. A continuación, te amplío estas distinciones.
Conocerse a sí mismo implica identificar claramente tus valores y creencias; tus emociones, motivaciones y reacciones; tus fortalezas y la forma como actúas recurrentemente. La autorreflexión, en cambio, te lleva a cuestionar tus actos y decisiones, a evaluar tus pensamientos, emociones y acciones, y a aprender de tus experiencias para ajustar tu forma de proceder.
Puede haber un nivel más, que te invito a explorar: el concepto de autoobservación de Rafael Echeverría en su libro La ontología del lenguaje, que en mi caso particular fue un momento trascendental de transformación en la forma de verme a mí misma. Solo puedo decirte que, como líder, necesitas convertir estos conceptos en procesos activos.
A la pregunta de por qué conocerse a sí mismo es un imperativo para el liderazgo, podría compartirte varias ideas:
- Si entiendes tus fortalezas, debilidades, motivaciones y sesgos, adquieres mayor criterio para actuar y tomar decisiones.
- Aprendes de tus errores y aciertos, lo que fortalece la confianza en tu equipo.
- Reflexionar sobre tus emociones y acciones te permite ver a los demás con más compasión, entenderlos mejor y fomentar relaciones más humanas.
- Obtienes un repertorio más amplio para evaluar y decidir cómo actuar, de acuerdo con el contexto, las personas y los desafíos; esto potencia tu adaptabilidad.
- Te hace más humilde, pues te permite reconocer tus errores desde tu humanidad y, con ello, ganar credibilidad con tu equipo.
- Y como eres ejemplo, ayudas a tu equipo a crecer, fomentando espacios de diálogo, hablando de la importancia de aprender y retroalimentando con coherencia.
Si eres un líder que inicia su carrera o uno con más experiencia, puedo decirte que el proceso de conocerse, autorreflexionar y autoobservarse es un camino que no termina jamás. Es el proceso de la transformación misma, que te llevará a una ejecución más satisfactoria.
Hay muchos autores en los que podrías profundizar más. Yo quisiera referirte algunos como Fred Kofman y su libro Liderazgo consciente, para mí un referente de todos los tiempos; y dos que he leído recientemente, que aunque tocan otros aspectos también se conectan con el desarrollo de la autoconciencia para liderar: La voz del líder de Mariajosé Quiceno, que invita a reflexionar sobre la importancia de conocernos y cómo lo que somos se refleja en la forma en que nos expresamos ante el mundo; y LiderArTe: El Arte de Crear Realidad de Carlos Alberto Restrepo, un manual práctico de liderazgo consciente, desarrollo personal y gestión de equipos para tener un impacto más positivo y un actuar más coherente.
En todo caso, mi invitación está relacionada con un paso adelante: ACTUAR. Conocerte a ti mismo, crecer en autorreflexión y en autoobservación te hace más agudo y te permite evolucionar. Pero esto solo sucede cuando tomas acción, decidiéndote por el camino de ser cada vez un mejor ser humano que, desde su comportamiento, invita también a otros a transformarse.
¡Ejercer el liderazgo tiene este reto, y tú puedes abordarlo no solo como líder, sino también para tener una vida más fructífera!