Mucho se ha dicho y escrito acerca de la persecución de Cepeda a Uribe, del odio visceral de Petro por el expresidente, de los emisarios del sátrapa con fines electoreros que permean las altas esferas de la estructura nacional, entre las cuales está la de influir de manera grotesca en las decisiones judiciales a través de operadores sin escrúpulos ni respeto alguno por el Ordenamiento Jurídico, desconociendo su juramento de moralidad y lealtad a La Carta y a La Ley al momento de sus investiduras; incluso en sus ceremonias de graduación como profesionales del Derecho. Esto, por decir lo menos, es vergonzoso y deja por el suelo el gremio de los que trabajamos honestamente y bajo los preceptos y principios de la deontología y axiología jurídica. Todo esto, se fue a la basura con ese fallo purulento, contaminado de ideología y carente de juridicidad que profirió la señora Heredia el 1 de agosto pasado.
No obstante, todos esos esfuerzos, -casi todos ilegales-, como se ha visto en el concierto de la opinión pública, -esta que también quieren callar,- y en las tribunas periodísticas serias como las de este importante medio, lo que han logrado es darle un nuevo aire en la camiseta al presidente Uribe, quien contrario sensu a las pretensiones de sus odiadores, ha vuelto al sitial al que pertenece, le corresponde y desde el cual con su trabajo, solvencia política e inteligencia emocional, le está devolviendo de a poco la esperanza a esta manoseada nación.
He sostenido que a Cepeda le caben una multiplicidad de acciones judiciales en contra, no por el hecho de ser denunciante en el sonado proceso, ni por ánimos vindicativos como los suyos, sino porque los colombianos le pagamos su sueldo no para pasar las jornadas laborales en la obsesiva y compulsiva misión de perseguir en los pasillos de los juzgados a sus detractores políticos; cazándolos como perro de presa. Esta demencial actividad del congresista, que hoy se suma a la larga lista de precandidatos presidenciales, y que es señalado como el senador de las FARC-EP, se erige como una falta grave a su trabajo natural como legislador, pues en dedicación a la persecución política de El Gran Colombiano, ha dejado en el abandono su tarea esencial: legislar. Quisiera que se le llamara a rendición de cuentas y que expusiera sus iniciativas legislativas en favor de su empleador natural: el pueblo elector. Sería interesante ver cómo justifica la bicoca que se gana y que sale de los bolsillos de los que andan en Mío y TransMilenio, mientras él se pasea de un lado a otro con sus secuaces urdiendo planes siniestros contra sus contradictores e influyendo en las ramas del poder público, para lograr sus objetivos rastreros con fines políticos a costa de la vida y la libertad de quienes trabajan por este país.
El homicidio de Miguel Uribe y la condena del presidente Álvaro Uribe, hoy como vemos de manera encandilante, sigo pensando que es un costo muy alto para reaccionar, pero desconozco los designios del Creador. En cualquier caso, vemos que está apareciendo la luz y tengo muncha esperanza en ello. Por esto, ojalá que el que presidente Uribe, quien ha tenido el valor civil y la gallardía de renunciar a la prescripción de la acción penal de que trata el Estatuto Punitivo, dando así una vez más, ejemplo de grandeza, se decida por encabezar la lista al Senado de la República por su colectividad política. Por esto, me animo a decir, que al dictadorzuelo con ínfulas imperiales y a sus serviles vasallos, a quienes gracias a Dios les queda menos de un año como inquilinos indignos e ilegítimos de la Casa de Nariño, les salió el tiro por la culata. Muestra de lo acá expuesto, es el fallo de tutela que profirió el Tribunal Superior de Bogotá y posteriormente confirmado por la Corte Suprema de Justicia, que ordenó la libertad inmediata del presidente Uribe. Así pues, la Sala de Tutelas número tres de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia confirmó en sala mayoritaria el fallo de la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá que concedió la libertad al expresidente Álvaro Uribe Vélez. Lo anterior, porque como es apenas propio de un Estado de Derecho, aunque el juzgado enunció un número plural de razones que constituyen el principio motivacional de la captura “una cosa es explicar y otra justificar una decisión”. Añadió la alta corporación que “la verificación y comparación de las pautas desarrolladas jurisprudencialmente, por esta Sala y la Corte Constitucional, hacen posible concluir que aquella motivación resulta aparente”; como meramente aparente es la toga que indignamente porta la juez de primera instancia.
Esto era lo menos que podía pasar: que Uribe pudiera enfrentar en libertad el proceso amañado, como el ciudadano de bien que es.
Ya empezamos la recuperación de nuestra patria. En el 26 Colombia será de nuevo una República democrática, constitucional y un verdadero Estado de Derecho. Presidente Uribe, salve usted la patria.
Abrazo cálido, seguimos trabajando y aguantando.