Ayer en Bogotá en un acto sin precedentes, tuve el inmenso honor de presenciar la más poderosa convocatoria y la respuesta masiva que mis ojos y mis sensaciones hubieran vivido en materia política. La Gran Convención Nacional de los Defensores de la Patria. Un lunes festivo en el que por lo general Bogotá esta silente, bajo una aparente calma y en donde la gente casi ni sale de sus casas para ir al encuentro y al ajiaco de las Mamás, como usualmente se hace en un domingo o festivo. Ayer fue un lunes festivo distinto: se atendió al rugido del tigre y el tigre rugió con fuerza y contundencia y la gente se vistió de gala, pero sobre todo se vistió con su mejor frac; el frac de la democracia, vestidos de patriotas, de personas que creen que este país todavía tiene una posibilidad de salvarse y esas esperanzas están fincadas y centralizadas en Abelardo De La Espriella. Eso se demostró con lujo de detalle anoche.
Rugió el tigre y a fe que lo hizo en un tono poderoso, sostenido; un rugido cautivador que nos contagió a todos de ese valor y esa ardentía como el mismo lo dice, para no perder la fe y la espiritualidad y seguir adelante con amor patrio, con decisión en busca de nuestra Colombia toda.
Llenó el Movistar Arena, oigan bien. Más de 16.000 personas estuvimos allí concentrados sobre la base de la paz y la armonía. Sin un improperio, sin odio, sin rencor si discursos incendiarios; contrario sensu: con entereza y firmeza de verdaderos patriotas; corajudos por supuesto, pero con mano firme y corazón sensible y amoroso en busca de una Colombia republicana y democrática impregnada de sentimiento patrio.
Rugió el Tigre y de qué manera señores. Su rugido serio y carismático hizo vibrar a más de 16.000 almas que sin recibir nada a cambio y con la convicción genuina de que un líder natural y sin caretas, es nuestra salvación para recuperar a Colombia del mare magnum y la desidia criminal y corrompida de la izquierda narco terrorista de Petro.
El ambiente era mágico, la energía era limpia, entre caras de amigos, conocidos, colegas que incluso fuimos competencia y desconocidos, se respiraba el mismo aire: el de la esperanza. A todos nos embargaba un sentimiento indescriptible, una emocionalidad que delataba nuestros deseos y anhelos del corazón por un porvenir con seguridad, justicia y respeto por los valores cristianos y la dignidad humana.
Las intervenciones de Daniel Habif, la senadora estadounidense María Elvira Salazar, el reputado escritor argentino Agustín Laje y el eurodiputado Alvise Pérez, fueron un espaldarazo que dio más torque y caballaje al motor de la candidatura. Mis lágrimas no fueron escasas cuando Maia cantó el aleluya, en una versión absolutamente sublime y emotiva. El sonido de la trompeta al minuto de silencio fue perfecto, impecable y las notas del metal ejecutado con maestría, nuevamente provocaron las lágrimas del editorialista. Lágrimas de cerca de 80.000 colombianos entre los que estábamos en el recinto y los que estaban conectados a través de las plataformas, que denotan un dolor de patria muy profundo y a la vez, un sueño inquebrantable por un mañana venturoso.
Quisiera decir tantas y tantas cosas y sigo demasiado emocionado; ¡¡¡en grado sumo!!!
A mi amigo, compañero y colega Abelardo, le doy las gracias por lo que está haciendo por nuestro país y por invitarme a ser parte de este equipo de Defensores. Su rugido, su corazón, su talento y su talante nos auguran muy buenos vientos. Vientos y mareas de extrema coherencia y sentido común desprovistos de vanidad y frivolidades; pensando y actuando realmente en lo fundamental por el país. No va a ser fácil porque va a recibir un país demasiado maltratado y erosionado en sus instituciones, pero conozco al tigre y sé que no se compromete a lo que no quiere ni puede hacer. Los llamo a que apoyemos esta “extrema coherencia”. Gracias, querido Dr. Abelardo. Sigue rugiendo que acá estamos los fieles Defensores de la Patria.
Abrazo cálido. Seguimos trabajando y aguantando. Falta poco.
@muiscabogado
