
La Registraduría abrió la puerta a un comité ciudadano que busca un referendo para derogar el Acuerdo de Paz firmado con las FARC en 2016. El movimiento, liderado por el abogado Julián Alberto Rocha Aristizábal y respaldado por Salvación Nacional, deberá recolectar más de 2 millones de firmas para ser admitido. Después, necesitará que más de 10 millones de colombianos acudan a las urnas para darle validez.
Pero la pregunta no es solo jurídica: ¿qué significa intentar desmontar el pacto que desarmó a la guerrilla más antigua de América Latina?
El procedimiento
• El comité se llama “Referendo derogatorio del Acuerdo Final para la terminación del conflicto y de la Paz Total”.
• Tendrá que conseguir 2.056.780 firmas válidas (el 5 % del censo electoral).
• Si lo logra, el referendo deberá contar con al menos 25 % de participación en votación (más de 10 millones de votos).
• Pasaría por la Corte Constitucional y después por el Congreso, que decidiría si lo convoca oficialmente.
Los promotores
Rocha asegura que el Acuerdo fue un fracaso institucional y presupuestal: impunidad, falta de verdad, justicia y reparación. Habla de un gasto multimillonario sin resultados en seguridad ni en reconciliación. Y aunque insiste en que es una iniciativa “ciudadana”, detrás aparece el eco de sectores políticos que nunca aceptaron el pacto.
Las críticas
Desde Comunes, partido nacido del Acuerdo, califican la iniciativa como inviable, electoralista y polarizadora. Otros recuerdan que el Acuerdo de Paz fue blindado constitucionalmente y se convirtió en política de Estado, lo que haría casi imposible revertirlo.
Más que firmas, un síntoma
El intento de tumbar la paz revive la fractura que ya dividió al país en 2016. No se trata solo de recoger firmas: es un nuevo campo de batalla en un país que sigue sin reconciliarse con su pasado. Un referendo de este tipo podría abrir una grieta institucional, cuestionar compromisos internacionales y profundizar la polarización política.
La gran pregunta
¿Estamos ante un genuino ejercicio de participación democrática o frente a una jugada política que busca encender las urnas en tiempos de campaña?
¿Se puede tumbar la paz con firmas y votos, o este será otro capítulo del eterno péndulo entre guerra y reconciliación?