mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita.
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mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita.
- Borges
Una de los mitos científicos más comunes y más ampliamente difundidos es el de la gravedad cero. Desde pequeños, cuando en algún momento todos soñamos con ser astronautas, nos acostumbramos a pensar que los aventureros espaciales, de blancos trajes y cascos redondos como sacados de antiguos grabados en las pirámides mayas, están exentos del efecto de la gravedad, pues los vemos flotar libremente por el negro espacio exterior sin que al parecer actúe la más mínima fuerza sobre sus cuerpos inmaculados. La creencia está soportada en el sentido común: para quienes estamos aferrados a la superficie de la Tierra y sentimos a diario el peso de nuestro propio cuerpo, es casi natural pensar que esos astronautas que flotan libremente y para quienes un chorro de agua pura se convierte en una perfecta esfera cristalina, están más allá de las leyes de la gravedad y disfrutan en el cielo de la ausencia total de su peso. La verdad es que estos afortunados visitantes de nuestra órbita no dejan de sentir el efecto de la gravedad. Pensemos en ello con cuidado: la altura a la que orbita la Estación Espacial Internacional, el impresionante laboratorio espacial que construyen varias naciones desde inicios del presente milenio, es de aproximadamente 400 kilómetros. Esta es una altura considerable, pero no parece tan grande al compararla con el radio del planeta, que es de 6400 kilómetros. Tal vez sea más fácil visualizarlo si nos imaginamos que la Tierra es del tamaño de una pelota de baloncesto. En ese caso, astronautas como el Comandante Chris Hadfield, que nos deleitó antes de regresar del espacio con una versión en órbita de Space Oddity, orbitan el planeta a una altura de tan sólo 7 milímetros y medio sobre la superficie. Isaac Newton estableció que la fuerza de atracción que ejerce la Tierra sobre nuestros cuerpos depende de qué tan lejos estemos del centro del planeta, lo cual significa que a dicha altura los astronautas aún sienten el 80 por ciento de su peso. Si Chris Hadfield, con su guitarra incluída, pesa 80 kilos en la superficie de la Tierra, allí arriba pesa la nada despreciable cantidad de 64 kilos. De hecho, no existe un punto de gravedad cero en ningún lugar del Universo, pues, como también nos enseñó Newton, la influencia de la gravedad se extiende infinitamente en el espacio. ¿Por qué entonces vemos al comandante Hadfield, tan tieso y tan majo, flotando en el video musical?