La xenofobia que nos invade

Publicado por: admin el Vie, 16/11/2018 - 05:04
Prefiero cambiar el nombre de la protagonista de esta historia pero existe, vive en Medellín y conozco su caso de primera mano. Digamos que se llama Sara y es un claro ejemplo de víctima del brote d
Prefiero cambiar el nombre de la protagonista de esta historia pero existe, vive en Medellín y conozco su caso de primera mano. Digamos que se llama Sara y es un claro ejemplo de víctima del brote de racismo, xenofobia y miedo al diferente que ha prendido en el mundo, alimentado por partidos nacionalistas y xenófobos particularmente en Europa, un mal del que no nos libramos nadie. Y por supuesto no se libran ni los propios europeos que pueden llegar a ser “diferentes” según el lugar en donde los pille esta desgracia. Prueba de ello es lo que informaba hace unos día el diario madrileño ABC. Según contaba el 4 de noviembre el corresponsal en Londres de este periódico, Iván Alonso, una mujer fue agredida en un tren de los llamados de cercanías de la capital inglesa por hablar español. Un energúmeno al grito de “tienes que hablar inglés, estás en Inglaterra” le pegó un peñetazo en la cara; alguien tiró del freno de emergencia, el agresor se marchó y la mujer quedó sangrando tirada en el suelo del vagón. Otra mujer que hablaba en español meses atrás, fue arrastrada del pelo en el metro de Londres por un grupo de mujeres negras que le recriminaron no hablar en inglés. Pues bien, esto mismo le ocurrió a Sara, la antioqueña a quien me refería al comienzo. Hace unos semanas, Sara viajaba en tren desde Copenhague, la capital danesa, a Malmö, la ciudad más meridional de Suecia. Iba con varios parientes a visitar familiares que residen hace años en esta última ciudad escandinava y charlaban, como es normal, en su idioma. Lo último que oyó antes de recibir un duro golpe en la columna con un objeto contundente, fue: “De pratar spanska” (están hablando español). Recorrían el trayecto que une ambos países mediante una infraestructura que combina un puente de casi ocho kilómetros del lado danés con un túnel de tres kilómetros y medio del lado sueco. Sara tuvo que hacer este recorrido tendida en el suelo sin poder levantarse pues quedó inmovilizada por la fractura de una vértebra. Al llegar a su destino fue trasladada de urgencia a un hospital y hoy se encuentra en Medellín, impedida de realizar algunos movimientos como secuela de esta agresión, a la espera de ser sometida a cuidados de recuperación. En medio del desconcierto y la angustia de sus acompañantes el agresor desapareció, nada se supo de él, nadie será castigado por un acto vandálico más corriente, como se ve, de lo que podemos imaginar. Y esto curiosamente cuando el aumento significativo de inmigración hacia Europa que se produjo en 2015 ha decrecido de modo ostensible. Lo que sí hay, pero ese es otro cantar, es una llegada masiva a los países del sur, particularmente a España e Italia, de refugiados africanos que mueren como moscas en el Mediterráneo víctimas de las mafias que trafican con su miseria y alimentan precisamente en estos países, otro tipo de recismo y xenofobia: el rechazo al pobre, al negro, al desheredado. Algo está haciendo mal, muy mal, la sociedad en la hoy nos toca vivir.