Había una vez una mujer que con pocas horas de sueño bebía lentamente una gaseosa helada para el guayabo, el color de sus labios había llenado de escarcha el borde del pitillo y ella lo mordía como escondida, le daba vueltas con la lengua, juagaba y recordaba.
No había dormido mucho y estaba un poco coja, pero las heridas de guerra se llevan con orgullo y la mente recrea lo que hacía, aún después de 6 horas, estremecer su cuerpo.
La cadencia del sexo es el ritmo que se lleva en silencio entre los cómplices que, disfrazados de ciudadanos, van los domingos a almorzar con la familia, ponen su cara de rutina y sonríen a ratos cuando sus picardías de la noche anterior les rebotan a modo de flash backs, ella es una más.
De pronto un suspiro la delata y dice “qué delicia”.
Si hay algo en el mundo que me molesta, es que la gente no cumpla lo que promete, es una falta de respeto increíble, eso hace que uno se monte en buses que no le tocan y termine paseando por Soacha pensando que está camino a la Calera a comer fritanga gourmet.
Yo tuve un novio que decía que al desayuno se sabe lo que va a ser la comida, pero eso es mentira, lea muy bien, mentira, porque día a día somos víctimas de campañas publicitarias que no están presupuestadas para hacerle un seguimiento a la fidealización del cliente, vivimos en un mundo de amarrados miserables, nos venden hielo a pleno medio día y sin nevera, en ese momento, cuando el sol te quema la cabeza, sólo queda ver como todo ese mágico producto es simplemente agua.
Y aunque mi intención no es hablar de fútbol, el ejemplo funciona: Los colombianos somos tan ilusos que la selección gana dos partidos y ya estamos comprando paquetes en plan separe para ir al mundial, no está mal, pero así somos para todo, hasta para tirar y con la comida no se juega.
Es una falta de respeto ofrecer un all you can eat cuando no hay suficiente comida para el que quiera repetir, es ofensivo que una mujer se vaya pensando que se echó el mejor polvo de su vida y que así será siempre, para que la segunda vez le cambien el salmón salteado en Vodka por sudao misionero. Está bien que no siempre estamos en medio de nuestro mejor performance, pero que no se vuelva costumbre salirse por la fácil.
Para que después no se alboroten los que siempre se sienten aludidos debo dejar en claro que sí creo en el amor y que también es cierto que hay muchas mujeres frígidas en este mundo, pero eso sería otro tema, hoy estoy pensado es en las mal cogidas, porque es como la vez que un tipo se compró un Ipod touch por internet y le llego la cajita muy linda y muy sellada pero con un jabón adentro, obvio el objeto como tal sirve para lavarse las manos pero no para escuchar música que fue lo que finalmente había comprado este sujeto.
Las promesas entre sábanas son las expectativas de todos los días y que nadie salga a decir que los sentimientos importan más, ya lo dijo Rita Lee en una de sus canciones: Amor sin sexo es amistad.
Entonces uno va derecho a comprarse su máquina de algodón de azúcar para fabricar ositos cariñositos y le salen con semejante engaño, léase bien, engaño. Díganme qué se hace después con toda esa melcocha, cómo quemamos esas calorías. Si a mí me prometieron un Nacho Vidal y yo en mi Test Drive probé uno así, porque me lo cambian por arrunchis y misionero, cosas como para salir del paso.
Hay que ser coherente, los mensajes ambiguos no llevan a ninguna parte, ahí es cuando yo reniego de la humanidad cuando digo que nadie sabe qué es lo que pretende cada persona, no sé si es que al principio usan algún estimulante, si cuando le meten corazón se vuelven malos polvos, si se arrepintieron de estar con esa persona o simplemente no tienen carácter. Lo más importante es que si hay algo que le gusta en términos de cama, es mejor que abra la boca para algo más que Blow jobs y diga qué es lo que se le antoja y así evitamos los traumas futuros, lo malo es que este blog se alimenta de esas confesiones de corredor, si el mundo viviera el paz sexual, mi trabajo acá habría terminado.
Para más información sobre la vida bizarra en twitter @julyuribev
A punta de misionero no aguanta
Mar, 18/09/2012 - 12:14
Había una vez una mujer que con pocas horas de sueño bebía lentamente una gaseosa helada para el guayabo, el color de sus labios había llenado de escarcha el borde del pitillo y ella lo mordía co