Desde hace relativamente poco tiempo, el llamado Síndrome del Impostor se ha convertido en un tema frecuente de conversación en el entorno profesional. Lo traigo a esta columna porque mencionarlo y hacerlo explícito puede ser un gran paso para empezar a gestionarlo, si es algo que estás experimentando.
Como yo lo interpreto, el “impostor” es esa voz interior que, en ciertos momentos, nos hace dudar de nuestras capacidades, de nuestros logros y de nuestro propio valor. Es una forma de autoconversación que sabotea el reconocimiento de lo que somos y lo que hemos alcanzado, su presencia se ha vuelto tan común que ya tiene nombre: Síndrome del Impostor.
Por definición, se trata de una sensación persistente de no merecer los propios logros, con el temor constante de ser descubierto como un fraude. Lo problemático es que suele aparecer, paradójicamente, cuando las cosas van bien. Es como si tu mente te susurrara: “No te lo creas”. Además, es silencioso; se sufre en silencio, y muchas veces no nos atrevemos a ponerlo en palabras.
Te comparto algunos ejemplos de esa autoconversación para que puedas estar alerta:
- A pesar de recibir elogios o alcanzar metas, sientes que no eres lo suficientemente competente.
- Crees que tus logros se deben a la suerte, a la ayuda de otros, o a que la tarea fue demasiado fácil.
- Tienes un temor constante de que los demás descubran que no eres tan capaz como aparentas.
- Te esfuerzas por alcanzar la perfección en todo lo que haces y te sientes insatisfecho con menos: perfeccionismo extremo.
- Te comparas con frecuencia con otras personas y sientes que no estás a la altura.
Si te identificas con algunas de estas señales, es posible que estés viviendo este síndrome. No estás solo. Muchas personas —incluso aquellas que consideras muy exitosas— también lo experimentan. Pero es posible transitarlo, con ayuda de un coach, de la terapia, o incluso hablando con tu líder o tus colegas. Aquí te comparto algunas formas prácticas de abordarlo:
- Identifícalo, reconócelo y hazlo explícito. Hablar sobre ello es un buen comienzo.
- A mí me sirve mucho hacer un recuento de mis logros, escribirlos, y recordar qué fue lo que hice para conseguirlos. Esas habilidades están dentro de mí… y dentro de ti también.
- Evita las comparaciones. Cada persona tiene su propio camino. Compararte rara vez te será útil.
- Conversa con tus líderes y tus pares. Pide retroalimentación constructiva. Si les explicas que estás en un proceso de descubrir tus fortalezas, es probable que te den información valiosa —y si también quieres saber en qué podrías mejorar, no dudes en pedirlo. Eso te dará una base más realista y positiva para sostener tu autoconfianza.
- Hay una frase que me repito con frecuencia: "Soy humana, cometo errores, no soy perfecta."
- Practica una autoconversación más amable. Háblate con cuidado, con empatía.
Te invito de verdad a trabajar en silenciar esas voces internas, porque su impacto en tu carrera puede ser significativo. Si les crees, podrías empezar a sabotearte, renunciando a oportunidades por pensar que no estás a la altura. Además, tu confianza se puede ir debilitando, y eso afecta cómo te expresas, cómo te proyectas. Terminas viéndote inseguro, lo cual puede abrir la puerta al estrés, la ansiedad y al estancamiento profesional.
Superar el síndrome del impostor es clave para desarrollar una carrera plena y satisfactoria. No estás solo, no eres el único, y lo más importante: no es algo menor. Es más frecuente de lo que imaginas. Yo, por ejemplo, cada vez identifico más claramente cuándo ese “impostor” me visita… y me ocupo de que no se quede.
¿Y tú? ¿Tienes identificadas esas autoconversaciones y situaciones que lo activan y te generan alertas?