Edubar Arango

Director del Periódico La Gaceta y de la Agencia Imperio Publicidad y Comunicaciones.
Experto en Marketing, imagen Política y corporativa y Relacionista Público.

A propósito del día del periodista

La continua defensa de la verdad y la transparencia no sólo exige un trabajo sacrificado, sino también una vocación de servicio ineludible, que exalta la belleza de una profesión que me enorgullece e inspira respeto hacia quienes asumimos esta labor con responsabilidad y compromiso.

Testigos de una realidad en que la sombra de la corrupción corroe a algunas instituciones públicas, alimentando un desprestigio que va en aumento, y en que muchos funcionarios y autoridades pisotean sin descaro alguno ese respaldo de confianza brindado por la sociedad.

Los periodistas estamos obligados a convertirnos en una luz de esperanza moral y ética, un lugar de fe para los ciudadanos, donde puedan confiar que la verdad les será revelada sin ningún tipo de condicionamientos, de intereses, ni de influencias perniciosas. Seamos, siempre el reflejo de la veracidad y que nuestra pasión periodística se conjugue con entereza con una pasión por la verdad. Esto, sin embargo, muchas veces recibe el triste puntillazo de la incomprensión y la humillación por parte de quienes piensan que nuestro trabajo representa un mero trámite informativo, colmado de favoritismo y beneficios a favor de terceros. No cedamos, amigos periodistas, los equivocados son ellos y repitamos, imperturbables, sin cansancio: “Soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad”.

La historia no transcurre en los escritorios, ni en las cuatro paredes de un medio, la historia se pasea velozmente por las calles y allí están los reporteros para contarla, llevarla con precisión a un público que reclama conocer qué hacen sus autoridades, cómo están funcionando las instituciones públicas, qué problemas, adversidades y necesidades afronta el ciudadano común y corriente, pero también para narrar la buena noticia, el comportamiento solidario o la actitud positiva y decorosa de una autoridad.

Por eso, considero que el verdadero periodista es aquel que nunca deja de ser reportero, siempre está listo para constatar de primera mano esos procesos sociales que irrumpen diariamente en la vida de nuestro país. Y esa estrechez con la realidad, de manera inequívoca, despierta en el periodista una sensibilidad peculiar, particular y única, que todos los que hemos recorrido las calles en busca de la información, lo hemos experimentado. Yo lo viví desde que nací con mi padre, Ricardo Arango Mosquera (Qepd), considerado el “Decano del Periodismo en el Chocó”.

Esa condición humana de periodista es la misma que lo proyectaba a pasar de ser un observador a ser un actor social, que trascendía su visión informativa hacia un plano resolutivo, donde se sentía seguro, gracias a su nivel de conocimiento, de poder también contribuir al desarrollo de su comunidad, con propuestas y alternativas de solución de los problemas que arrastran toda sociedad.

Por eso, creo con firmeza que debemos promover un acercamiento como periodistas al trabajo con perspectiva ciudadana, considerando en consecuencia, las demandas, expectativas y necesidades de nuestros públicos. Esta perspectiva nos permitirá encarar con certeza la realidad y desde este horizonte vislumbrar una propuesta de cambio y mejora. Tenemos una gran responsabilidad social en la formación de la cultura ciudadana como un ingrediente fundamental para el desarrollo del Chocó y del país.

En el Chocó, es complejo y difícil desarrollar la labor de la prensa, por la realidad, política social y económica de nuestra Región.  Los hombres de prensa de trayectoria y la nueva generación, deben enfocarse con mayor atención a la información política,  dejando muchas veces de lado aspectos sociales  y económicos que repercuten enormemente a nuestra sociedad.

Es necesario hacer espacio a temas de gran preocupación como la corrupción, el deterioro sistemático del orden público y los índices de pobreza y necesidades básicas insatisfechas, que en nuestro departamento se encuentra en los primeros lugares en esta situación. Temas como el caótico estado en que se encuentra la salud pública, convertida en un negocio, la ausencia de una política adecuada en educación, la nula creación de empleos, la invisible inclusión social, la rapiña del medio ambiente y la desigualdad de género entre otros temas, complementándose a esta realidad, la inoperancia e ineptitud de algunas autoridades y funcionarios del ámbito regional.

Decir las cosas tal cual son, a veces crea incomodidad, pero es la obligación de los comunicadores revestidos de ética y objetividad, de informar y decir la verdad aunque algunos no quieran escucharla. La sociedad es quién juzga, si el que transmite la información tiene la catadura moral para transmitir o informar lo que está manifestando. Es la sociedad quién nos juzga como periodistas.

Esta realidad demanda también un esfuerzo continuo y permanente, pues nuestro gremio será una organización más sólida y prestigiosa, cuando los periodistas enarbolemos, asimismo, nuestro propio prestigio y crecimiento profesional. Y que los diversos homenajes que recibimos en esta memorable fecha sirvan también para seguir asumiendo con dignidad, con valor, con entusiasmo y, sobre todo, con amor, nuestra férrea e impostergable defensa a favor de la verdad.

Finalmente, envío un gran abrazo a todos aquellos periodistas que desde su nicho, hacen grande al Chocó, manteniendo la férrea virtud de no dejarse ’’embarrar’’ por el estiércol del diablo, ese mismo que carcome las almas, las éticas y moral de muchos, que piensan que callando, cerrando los ojos, tapándose los oídos, aplaudiendo, siendo cómplices y genuflexos, adulando a personajes oscuros que solo hacen daño a este departamento, es como se subsiste en esta profesión.

Dios nos bendiga y nos proteja!

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