Se trata de adivinar en qué país americano, cuyo nombre comienza por la letra C y termina con la letra A, pueden pasar cosas como las siguientes:
• Que “el pueblo” tome posesión de condominios urbanos, apartamentos, residencias, urbanizaciones.
• Que se apropie de casas de campo, unidades campestres, haciendas, fincas de todo tipo.
• Que se quede, una a una, con todas las propiedades privadas dedicadas a la explotación de la tierra.
• Que se “embolsille” todo tipo de minas y explotaciones similares de superficie y subsuelo.
• Que haga suyos los centros comerciales, las plazas de mercado, los supermercados “de los ricos” y toda clase de negocios para hacer de ellos lo que les ordene el Partido.
• Que se tome las empresas particulares de transporte aéreo, terrestre, fluvial y marítimo.
• Que declare bajo su propiedad las sedes y estructuras de las compañías privadas de seguridad.
• Que “rescate” los hospitales, clínicas, centros de salud, etc., y disponga que queden bajo la operación de personal médico (y militar) cubano.
Aparte de esas, el “pueblo” también haría otras “cosillas”:
• Echarles mano a los medios privados de comunicación en todas sus variedades para estar al servicio del régimen.
• Obrar de igual modo con los centros educativos no oficiales para convertirlos en trincheras de adoctrinamiento leninista.
• Acomodar en la mochila las sedes de los partidos políticos no oficialistas y entregarlas al partido único que habría en ese país de la C y la A.
• Erigirse en propietario de los templos de todas las distintas confesiones religiosas para afiliarlos a la “iglesia revolucionaria popular”, la única aceptada, o transformarlos en lugares de recreo, comercio, fiestas, encuentros sexuales, adoctrinamiento, etc.
• Declararse soberano de las casas y sedes de gobierno de ciudades, municipios y veredas.
• Efectuar algo similar sobre cuarteles, estaciones de policía, batallones, etc.
• Copar las dependencias oficiales de inteligencia, vigilancia, protección y actividades de ese orden.
• Tomarse, un día sí, otro no, hasta nueva orden, las vías públicas de dentro y fuera de las ciudades.
• Enfrentarse, cual guerra civil, a los ciudadanos que defienden lo que les pertenece.
• Decidir…
Se repite la pregunta: ¿en qué país americano, cuyo nombre comienza por la letra C y termina con la A, pueden pasar cosas como las indicadas? Adivina adivinador.
¿Será Canadá? ¡Ni de fundas! Esa nación es superior. ¿Cuba? ¡Imposible! En esa espléndida isla lo único que el pueblo puede tomarse es un poco de ron y tomar las de Villadiego. ¿Costa Rica? Improbable, aunque si la izquierda llega al poder, tan bella tierra pasará a denominarse Costa Pobre. “Acaso, entonces”, preguntará alguien, “¿será Colombia, con C de caos y A de anarquía?”. Cómo te dijera, a ver, es decir, o sea, qué penononón… ¡Alcance la estrella!, ¡tú lo has dicho!
Preferibles, claro, la C de convivencia y la A de armonía. ¿Posibles en este país, regido por el Pacto Histórico, pegado con desafectos, mermelada y cannabis, que puede suscitar acciones como las indicadas, u otras, para ser “histórico”?
INFLEXIÓN. Adivina, adivinador, qué tiene Petro en su tenedor. Será la clave de lo que pase o no pase…
