Lo ha logrado, definitivamente lo logró. Estar en la cabeza de todos ha sido una de sus obsesiones más delirantes si no la primera por encima de sus ansias enfermizas de poder. Ahora, que nos podemos enterar acerca de lo que está pasando por la mente de muchos y en diferentes lugares, con tan solo revisar lo que se publica por las redes, puedo asegurar que, como en una especie de manía colectiva, no para de ser mencionado el que acá me abstendré de mencionar, el mismo que nos mantiene al borde de un ataque de nervios, el que en su mente decrepita se complace en mantenernos en vilo con sus proclamas que incitan a la violencia. Por más que me esfuerzo en mantener mi mente en blanco vuelve y aparece ya sea en la forma de las dos silabas de su apellido o en su detestable figura, en su rostro que tan poca simpatía despierta, pero también en sus trinos con los que como un bicho que pica acá y allá, sin importar a quien, provocan un desagradable escozor, con lo que se satisface, mientras alista a las masas para que salgan a defender su estulticia, su ineptitud, su arrogancia, su desprecio por los otros y sus ansias incontrolables de poder.
Qué fastidio tan grande produce ese personajillo de poca importancia. De muy poca lo sería si no fuera porque sus maquinaciones lo han llevado al poder de un pobre país del tercer mundo que pareciera condenado a arrastrar su miseria siendo gobernado por ineptos que no soportamos más. Y ahora convoca al pueblo a defenderlo, si entendemos por pueblo a la peor ralea de delincuentes y malandrines que no tienen reparos en atacar a quienes se les ponga por delante que para eso están y que tendrían tanto que perder si acá se subiera, como por milagro de Dios, un Bukele y los colocara en el sitio en el que merecen estar.
No podemos dejarnos confundir de nuevo con eso de la defensa del voto popular y los llamados a salvaguardar la democracia, esa tan corrupta y decrepita que permite que los peores enemigos de las libertades usurpen el poder. Hay que tener muy claro que la política no es algo abstracto sino un oficio al que se le puede coger el hilo haciendo que cualquier fulano lo ejerza. Aunque, por suerte para la humanidad, se dan contadas excepciones por obra y gracia del Espíritu Santo, pero que se dan se dan.
Los colombianos no podemos decir que estamos condenados al desastre cuando hay países que pasando por situaciones tan graves como la que nos ha tocado sufrir, han sabido elegir, como ganándose la lotería, a quien los pueda representar con la capacidad y la valentía para actuar en contra de un estado de cosas del que solo se esperaba lo peor.
No puedo negar mi complacencia como latinoamericano en el triunfo arrollador de Bukele en El Salvador. Su significado traspasa las fronteras de ese pequeño país y ha puesto a temblar a los dictadorzuelos que pululan por la región, elegidos por un sistema electoral lleno de falencias y de grietas por las que se han podido colar, como es el caso del tipejo que se ha tomado Colombia para hacer de ella su lugar de un juego que es diabólico y perverso.
-La reelección del joven presidente de El Salvador puede animarlo aún más en sus ansias de permanecer en el poder, no sería raro surgido de su mente torcida.-
Y me complace ver a una mujer de armas tomar quien, en un país que durante veinticinco años ha sido víctima de una dictadura arrastrándolo a la ruina total, se atreve a enfrentar al régimen y continua con su campaña a pesar de que la tienen inhabilitada formalmente pero que demuestra estar habilitada porque nada le impedirá seguir la lucha hasta sus últimas consecuencias.
En el momento más crítico del año y medio del peor gobierno de la historia de nuestro país, año y medio que apenas se cumple en pocos días, no es nuestra debilitada y hasta cómplice oposición sino Bukele, María Corina Machado, Milei y Noboa los que despiertan la esperanza, esa que es lo último que se pierde.
Si es tan difícil sacarse de la cabeza al bicho aquel, mucho más lo es sacarlo del poder, pero que se puede se puede.